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A LA CAZA DEL TICKET MEDIO

Boucan, el rincón “secreto” del barrio del Carmen donde verás cenar a muchos cocineros

  • Kike Taberner
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Comencemos con una confesión. Boucan Winebar no tiene nada de secreto ni de clandestino. Este pequeño restaurante del barrio del Carmen se llena de vida cada fin de semana, gracias a una clientela fiel que de hecho incluye a muchos profesionales de la hostelería. Es una parroquia creada a la antigua usanza: poco a poco, sin apenas presencia en medios de comunicación y sin necesidad de prodigarse demasiado en redes sociales. Puro y simple boca-oreja. Es uno de los locales de València donde mejor se come y se bebe por 25-30 euros. Y encima  te lo pasas pipa.

Boucan es una voz francesa que puede traducirse como “ruido” o “follón”, pero que también remite a los bucaneros, ahumadores de carne que comerciaban en el mar del Caribe en siglo XVII y acabaron convirtiéndose en piratas cuando la Corona española les expulsó de la parte occidental de isla de La Española, actual Haití. Ambas acepciones encajan bastante con la manera de entender la hostelería que Edu y Julia plasmaron en su anterior negocio, La Coqueta, y después en Boucan. A ellos les gustan los restaurantes con alma de bar. Sin ínfulas ni formalismos. Buena comida y un poco de jaleo. El mobiliario ya dice mucho: en primer término, barra, contrabarra y una larga mesa con taburetes. Un triángulo virtuoso que se presta al trasiego, los encuentros fortuitos con amigos y las charlas con desconocidos. Al fondo del local, cinco mesas para disfrutar de la cena con más tranquilidad.

La atmósfera distendida es sin duda una de las claves del éxito de Boucan, pero su mayor virtud está en la gracia de Edu en la cocina y en el buen tino de Julia a la hora de recomendar vinos a viva voz -recordemos que estamos en un winebar-. Aquí lo suyo es comentar un par de notas generales sobre tus apetencias y, en función de estas, dejar que sea ella la que elija por ti. Julia ha creado una línea muy personal, con referencias que no se encuentran habitualmente en un restaurante de ticket medio. “Tiendo a los vinos frescos y con una acidez un poco más alta -agrega-, porque la gente aquí pide botellas, no copas, y además siempre tenemos platos muy variados que exigen un tipo de vino de amplio espectro que funcione con todo y no se vaya del presupuesto”.

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