Hoy es 11 de octubre
El espectáculo cabaret se reinventa a través de Canapé Chucrut, un show que llega a la sala 16 Toneladas en su 5º edición para demostrar la evolución y adaptación del espectáculo a los tiempos que corren
VALÈNCIA. El término cabaret procede originalmente del francés, de un concepto más acercado al de “taberna”, con motivo de referirse a las salas de espectáculo en la que se reunían diversos perfiles para ofrecer entretenimiento a su público. El concepto ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, al igual que en el panorama hay nuevas caras y se representan nuevas formas de espectáculo. Adaptarse o morir, o al menos eso se dice… En respuesta a estos públicos cambiantes llega el espectáculo actualizado Canapé Chucrut, de la mano de Miss Nacha Boheme (la vedette más glamurosa), la “mapache punk del drag” Laleva Left, la “travesti de 5 pies” Pam Demia, una drag “payasesca” como Ferrxn y reinas como Letizia Conceta y Glamniss Monstère. También la regidora (y a ratos vedette) Len Beviá y la dj Miss Strychnine.
Todas ellas se suben al escenario con un show renovado, que bien bebe del concepto histórico de cabaret y que se acerca a València “con los aires decadentes y canallas del cabaret berlinés”. Para que este espectáculo se lleve a cabo se pasa por una historia de evolución, superación e incluso adaptación. Con estas artistas vuelve a la vida la figura de la Vedette, haciendo evidente que la evolución no solo conforma una adaptación a los públicos, sino una forma de luchas contra el tiempo. El show disidente queer de Canapé Chucrut lucha contra el tiempo y los complejos, adaptado a un nuevo público que cada vez más es mucho más difícil de sorprender. Butacas abiertas, chasquidos preparados y luces tenues… que empiece el espectáculo.
La figura de las vedettes comienza a conformarse en los años 70 y 80 entre las barras y escenarios de las discotecas. Sergi Úbeda, quien ahora se dedica exclusivamente al diseño de vestuarios, era una de esas bailarinas que se subieron a las jaulas (por así decirlo) de las discotecas más míticas de la ruta. Tanto en Spook como en Barraca Úbeda lucía sus propios trajes confeccionados a mano y bailaba frente al público. El concepto de bailarina en aquel momento era para entretener a los asistentes a la discoteca, sin embargo entre las chicas se distinguían perfectamente diversos perfiles: “Aunque trabajáramos todas juntas teníamos un personaje creado. Cada bailarina se podía diferenciar perfectamente de la otra, según personalidad, baile y estilo”. Sin embargo esta distinción en el escenario conformaba lo menos parecido a un grupo, según lo ve Nacha, quien también trabajó en discotecas como Barraca: “Cuando yo actuaba al final lo que pasaba es que cada una iba a trabajar pero luego se iba a sus casa , no había una idea de hermandad”.
La hermandad se conforma pues a través del escenario, donde sí que surge una idea de unión para conformar un espectáculo cohesionado. Vienen a la memoria de las que conforman Canapé Chucrut nombres como los de Manuela Trasobares o Paquita Amores, quienes marcaron un antes y un después en la historia del espectáculo valenciano, como travestis únicas. Sin embargo esta vez lo que se pretende es aunar diversos perfiles en un mismo espectáculo, lo cual (si no eres una travesti única y reconocida) puede suceder a través de la autogestión: “Al ser un espectáculo autogestionado se puede jugar con el guión y lo que se transforma. Hay lip syncs, bromas con el público, interacción constante y todo ello con un factor claro de actualidad”, y aclara Nacha, “Lo que sucede con este tipo de espectáculos es que muchas veces los locales los llevan hombres cis heteros y blancos que quieren manejar toda la situación, y por ello generan ellos su propio modelo”. Lejos del control de una voz por encima las chicas Chucrut logran conformar una nueva escena vedette en València que lejos de un nombre único busca encontrar una historia que se entremezcla con otras. Una forma propia de “resucitar la esencia de las vedettes”, huyendo de los perfiles muy marcados, tal y como comenta Pam: “Lo que pasaba en la belle époque es que era una cosa profesionalizada o con un perfil muy concreto de hombre gay. Ahora se comprende un espectáculo en el que cabemos todas.
Este nuevo espectáculo crea un drag diferente en el que todas, todos y todes se incluyen. En el que se pone en valor la autenticidad de un espectáculo diverso, que a su vez atrae a un público cada vez más variado. Nacha es una de las vedettes más mayor del espectáculo, y se junta con chicas de 20 en el escenario, aunque al principio renegaba del concepto al final se vio inmerso al ver el concepto de hermandad que se respiraba: “Yo al principio solo iba a echar una mano, pero flipé con las ganas que tenían de montar esto, y fue ahí cuando decidí quedarme”. La profesionalización de la figura de la vedette con herramientas (y sin barreras) permite que los perfiles artísticos vayan mucho más allá. Una de las barreras que se rompe en el espectáculo es la del propio idioma, ya que el guión cuenta con dos integrantes que realizan el espectáculo íntegro en valenciano, por parte de Ferrxn y otra integrante: Pam; quien asegura que están generando un concepto único del espectáculo: “Lo que hace con esto es enseñar que si que se puede crear un drag diferente”.
Rompiendo la barrera del idioma, y la edad se quebranta también la del género y orientación sexual. Lo que antes se conformaba en una escena compuesta por perfiles de hombres cis y homosexuales (generalmente) ha pasado a incluir a una mujer cis y heterosexual en la obra. Letizia es la encargada de desdibujar esta idea preconcebida del espectáculo de cabaret: “Nuestro show demuestra que la interseccionalidad queda de lado. Lo importante es tu papel en el espectáculo y que lo hagas lo mejor posible”. En lo que comenta Úbeda que antes era una escena plana ahora se contempla un tipo de show en el que cualquiera es bien recibido. Así pues aquellos espectadores que se acerquen a este show que se dejen las ideas preconcebidas en casa, para adentrarse en una historia llena de matices, con una estética muy cuidada y un humor macarra y reivindicador que durante cuatro horas conforma un espectáculo único y disidente. Que a su vez no hubiera existido sin la elegancia de sus artistas precedentes.