SOS brutalismo: los rastros del culto al hormigón crudo en València
SOS brutalismo: los rastros del culto al hormigón crudo en València
Valencia Techno Culture, Las Naves y València Capital del Disseny teorizan subjetivamente los puntos en común entre arquitectura y música. Los patrones fríos son golpes de bajos, a falta de clubs, la ciudad entera puede ser una fiesta
VALÈNCIA. Ritmo, simetría, constancia y contundencia. Son algunos de los fundamentos de la música techno, arraigada eminentemente al club. Esa que lleva más de un año sin reunir a nadie, ni sentada ni de pie. Esa que en València ha encontrado raíz y hogar. También podrían ser los fundamentos de la arquitectura moderna, aupada teóricamente por Le Corbusier, y que encuentra una de sus máximas expresiones en el brutalismo. Esta corriente arquitectónica, a diferencia del techno, no echó raíces en la ciudad. Tan solo un puñado de edificios que hacen levantar la mirada, a veces para bien, a veces para mal. Ritmo, simetría, constancia y contundencia. ¿Por qué no buscar algunos puntos comunes?
Desde este planteamiento surge Erótica techno en la arquitectura valenciana, una nueva muestra en la sala de exposiciones de Las Naves que surge del colectivo Valencia Techno Culture y el estudio Altre, junto a València Capital Mundial del Disseny. Una investigación artística subjetiva para enlazar arquitectura, fotografía y música techno en el marco de la ciudad de València. La materia prima han sido unas 1.000 fotografías en blanco y negro de 25 edificios, entre los que se encuentran los más que reconocibles Espai Verd, Grupo Residencial Antonio Rueda, el pasaje residencial Luz o la Ciudad de las Artes y de las Ciencias; pero también otros a los que la mirada o no atrae o suele rechazar, como el Antiguo Hospital Universitario La Fe, el Hospital Doctor Peset, el edificio Muebles la Fábrica o las Torres Turia.
Son 38 las fotografías seleccionadas para la muestra, que se disponen en un escrupuloso orden brutalista. El marco sobresale, de la pared, creando una sombra, que en conjunto son un espacio arquitectónico de simetría. “Como los golpes de los bajos en una canción techno”, apuntó en la rueda de prensa Ricardo Ruiz, uno de los responsables de la muestra. Las fotos cierran el campo de visión y lo centran en elementos concretos, en patrones que se repiten e ingenios arquitectónicos. Como cuando tu cerebro te permite focalizar tu atención en una de las capas de una canción que te gusta.
El estudio está precedido por una introducción que funciona como un marco teórico: Susan Sontag, Joan Oleaque, Inannis Xenakis, Joaquín Juberías y Álex Martínez. Toda una bibliografía al servicio de un nexo; que existe, pero que en València está menos presente. Primero, porque la ciudad no es una referencia en el brutalismo ni siquiera a nivel nacional (con la excepción clara de Espai Verd); y segundo, porque la relación de la música electrónica y la ciudad están claramente determinadas por su ausencia. La Ruta Destroy, ubicada en los pueblos y carreteras al sur, estaba dispuesto de edificios -en su mayoría de antiguo uso agrícola- que poco tenía que ver con el Detroit o Berlín. La arquitectura y el bakalao no es lo mismo que la arquitectura del bakalao.
Además, actualmente los dos elementos que confluyen en este estudio viven dos momentos diferentes: el brutalismo y las ideas de Le Corbusier ya han sido contestadas y largamente superadas por otros movimientos y fundamentos arquitectónicos; mientras el techno sigue viviendo un proceso de no-retroceso y de evolución que sigue teniendo vida (más allá del contexto covid) en el contexto del clubbing.
No es posible, pero la sala de Las Naves reúne los elementos para hacer una fiesta. La arquitectura acompaña, pero es que además, una canción de Domen y Sou Allen y un video de Sergi Palau complementan la propuesta de las fotografías de Ricardo Ruiz. Las dos obras se han hecho ad hoc para la muestra. “Nos encargaron seleccionar algunas de nuestras canciones a partir de las fotografías, pero cuando las vimos, decidimos hacer algo propio”, explica Alberto Doménech. “Los sonidos recuerdan y quieren ser un homenaje a los obreros, a las personas que levantan el edificio con su trabajo. Como toda canción, tiene su inicio, desarrollo y desenlace; en esta ocasión, hemos hecho un principio muy contundente para simbolizar la base firme sobre la que se alzan los edificios”, añade Soraya Martín. La pieza dura unos cuatro minutos y está a 130 beats por minuto.
Sergi Palau, que no pudo estar en la presentación pero ha atendido una llamada de este diario, explica como su inspiración ha sido Last and First Men, el largometraje de arte y ensayo del músico islandés Jóhann Jóhannsson. “En todos mis vídeos me mueve mi propia relación con la música, que es la que mueve la necesidad de las imágenes”, comenta el video artista. La pieza que propone se basa en las fotografías y en la canción de Domen y Sou Allen: “He querido engrandecer y dar vida a los edificios, amplificando su contundencia. Por eso los expando, los volteo, lo retuerzo. Los edificios brutalistas dan la sensación de estar estancos en el tiempo, por eso yo quería darles movimiento”. Lo hace a través de un banco de loops y una edición sencilla pero muy efectiva. “Me he planteado este vídeo como haría en una sesión en la que hiciera los audiovisuales”.
Erótica techno en la arquitectura valenciana es pedagógica, pone en valor, pero sobre todo, es una evocación y una provocación. La ciudad puede ser una fiesta. No le falta ni lo uno ni lo otro. “Podríamos hacer una fiesta en alguno de estos edificios”, rumiaba alguien en la rueda de prensa. “Si la Ruta hubiera estado en la ciudad, la gente se desplazaría en bicis de un lugar a otro, y el parkineo podría ser en un estacionamiento de bicis”, proyectaba otra persona. “¡Cuánto tiempo sin clubs!”, lamentaba otra persona mientras veía el vídeo y escuchaba la música.
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