VALÈNCIA. En 1979 en su carta a los accionistas de Berkshire Hathaway, Warren Buffett repasaba lo que habían logrado desde 1964. Su empresa había pasado de un valor en libros de 19,46 por acción a uno de 335,85 dólares, una ganancia de un 20,5% anual compuesto. Mucho más que cualquier otra inversión en el período. En esos 15 años Buffett había adquirido 13 empresas para su conglomerado, pagando en cash generado por sus negocio textiles y por el negocio de Blue Chip Stamps, la compañía que empezó a comprar desde su partnership, mientras Charlie Munger hacia lo mismo por su lado y que juntos controlaron hasta que se fusionó con Berkshire Hathaway.
Sin embargo, a pesar de haber obtenido un 20% y, suponiendo que esta rentabilidad se mantuviera en el tiempo, Buffett dudaba de ser capaz de aumentar el poder adquisitivo de sus accionistas. La matemática es clara. El 20% de las ganancias hay que pagárselas a Hacienda y además luego debes restar la inflación. Para una inversión de 100 dólares que rentara un 20% tendrías 120. A eso restaríamos el 20% de impuestos,118. Y a esta cifra el 7% de inflación que Buffett esperaba para el período dejando la cifra en 109. Una rentabilidad de un 20% se queda en un 9%. Pero, ¿qué pasa con todas aquellas inversiones que ofrecieron menos rentabilidad como bonos o inversión en acciones? La realidad es clara: perdieron poder adquisitivo.
Para Buffett era bastante duro pensar que el valor en libros de una acción de Berkshire daba para comprar una onza de oro en 1964; mientras que ese mismo valor en libros multiplicado en 1979 -después de mucho trabajo y esfuerzo- daba para comprar la misma onza. Una dura realidad. La combinación de estas dos fuerzas -los impuestos más la inflación- Buffett la consideró como el 'índice de miseria del inversor'. Cuando ese indicador excede tus retornos estás perdiendo dinero, mientras que si tus retornos lo exceden te encuentras en el lado adecuado de la ecuación.
A día de hoy, con la inflación oficial muy cerca del 7%, tal y como la veía Buffett en 1979, el índice está muy cercano al 10%. Cualquier inversión que rente por debajo del 10% nos hace perder dinero y una del 10% nos deja cuenta con paga. El mundo se ha puesto muy difícil para los ahorradores. Vamos a repetirlo porque esto debe quedar bien grabado en nuestras cabezas: cualquier inversión que no supere el 10% de rentabilidad nos hace perder dinero. Esta situación es mucho más dura de lo que llegamos a imaginar para una sociedad, una familia y un ahorrador, que simplemente ve como su capacidad de compra disminuye día a día sin poder hacer nada al respecto.
Entonces, ¿cómo afrontamos esta situación? A día de hoy nos encontramos con tres tipos de inversores con realidades muy diferentes y diversas formas de afrontar esta situación. Podríamos llamarlos congelados, luchadores y pasotas:
En fin, cada uno de estos grupos de inversores vivirá su destino frente a la inflación y frente al 'índice de miseria del inversor'. Los congelados perderán sus ahorros irremisiblemente. Los luchadores mantendrán su poder adquisitivo con mucho esfuerzo y los pasotas por ahora son los ganadores, aunque se enfrentan a la disyuntiva de saber qué pasará con la criptos en un entorno de mercado bajista.
¿En qué grupo está usted? Si está en el grupo de los congelados, por favor, cambie ya. Su dinero depende de ello. Si está entre los pasotas, felicidades, me hubiera gustado unirme a la 'fiesta' y cuidado, sean cautos (si pueden). Si está entre los luchadores, le deseo suerte porque vienen tiempos difíciles. Sea cual sea su realidad por favor no se autoengañe, sea muy sincero consigo mismo. En los próximos cinco años se libra una batalla decisiva en la que las fuerzas represoras. Impuestos e inflación están dispuestas a ponérnoslo muy difícil, tanto como a Warren Buffett en los 70. Cuanto antes nos demos cuenta y aceptemos la realidad mejor, es la única solución si no queremos morir en el intento.
Lorenzo Serratosa es cofundador de la EAF valenciana Kau Markets y presidente de Substrate AI