El centro cultural de la Fundación La Caixa cumple un año desde que abriera sus puertas al público en el Ágora, un aniversario que llega con la mirada puesta en un segundo curso con nombre propio: Berlanga
VALÈNCIA. Cuesta creer cuando uno cruza las puertas del Ágora de la Ciutat de les Arts i les Ciències que hace más de una década iniciara su actividad como marco del Open 500 de tenis, aunque el espacio estuviera todavía por terminar. O que fuera el escenario de una València Fashion Week de capa caída. El edificio diseñado por Santiago Calatrava lo quiso ser todo para, rápidamente, dejar de serlo, sumando años de inactividad y problemas estructurales que recibieron un balón de oxígeno cuando, en marzo de 2017, llegó el gran anuncio: CaixaForum València se instalará en el Ágora. El que fuera uno de los grandes dolores de cabeza de la Generalitat Valenciana daba un vuelco en su corta historia, dibujándose entonces como futura sede de uno de los mayores proyectos culturales desarrollados en la ciudad. Esa idea de futuro se hizo presente un lustro después, en junio de 2022, cuando tras un intenso proceso de construcción –marcado por la pandemia- abrió por primera vez sus puertas al público.
“La gente lo que más hace es felicitarnos por haber habitado un espacio que era inerte, en el que no había nada, con cultura y ciencia. Estamos muy contentos con la reacción”. Estas palabras las firma Álvaro Borrás, director de CaixaForum València, que recibe a Culturplaza para hacer balance de estos primeros doce meses de actividad. Desde su despacho se pueden observar las formas ideadas por el arquitecto Enric Ruiz-Geli, del estudio Cloud 9, una suerte de paisaje mediterráneo que convive –o rompe, según se mire- con el marco fijado por Calatrava. Entre los nuevos inquilinos arquitectónicos destaca una nube situada sobre las salas de exposición, un espacio habitualmente ocupado por escolares, el principal motor del centro, un “termómetro” que indica cómo va permeando el proyecto en la ciudad. “Ver que cada día está habitado por integrantes de la comunicad educativa nos alegra mucho”. La respuesta de los visitantes se puede medir desde lo emocional, prestando atención al jaleo de las excursiones o cazando al vuelo los comentarios de los visitantes, pero qué duda cabe que también es una cuestión numérica, parámetros en los que el nuevo centro cultural también ha cumplido. Para muestra, un botón: ya más son más de un millón los visitantes los que han pasado por sus instalaciones en este primer año de vida.
La hazaña no es poco importante en una ciudad como València, cuyos principales centros culturales se mueven en cifras sensiblemente menores. Para poner en contexto, en todo 2022 el Centre del Carme recibió unos 320.000 visitantes, mientras que el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y el Museu de Belles Arts recibían cada uno 170.000. Su ubicación, en uno de los grandes focos turísticos de la Comunitat, o la novedad pueden servir para explicar unos primeros datos que, reflexiona con cautela Borrás, son un primer impulso para avanzar hacia la estabilización. “No veníamos con un objetivo concreto de cifras a lo largo del año, pero ni en nuestros mejores sueños pensábamos que esto iba a pasar. Estamos muy contentos, pero también somos conscientes de que esto de esto es un 'suflé'. Llegará un momento en el que bajará y tendremos una velocidad de crucero que nos permitirá tener una visión más real de por dónde seguir caminando”. Con un horizonte todavía por construir, lo que está claro es que en tan solo un año el noveno Caixaforum parece haber encontrado su hueco entre la oferta cultural valenciana.
Lo ha hecho presentado un proyecto testado en otras ciudades -a las que en 2026 se unirá Málaga- pero que aquí es novedoso, un modelo de gestión que poco tiene que ver con el del resto de centros expositivos públicos o privados de la ciudad. “Es un modelo único en España y, me atrevería a decir, en Europa, porque se basa en una gestión conjunta de distintos centros culturales. Formamos parte de una red de nueve centros, con una gestión centralizada que nos permite optimizar más los recursos, de manera que si las exposiciones que presentamos las cerrásemos para un único centro nos costaría mas dinero y esfuerzo […] Los Caixaforum son hijos únicos en el continente pero en el contenido son gemelos”. Con todo, explica, se sienten en una suerte de punto intermedio que nada entre el centro cultural, el museo o el centro de divulgación científica, un perfil que ha obligado al Institut Cerdà a hilar bien fino en el estudio que recientemente ha realizado para determinar el espacio que ocupa Caixaforum València en su contexto. ¿La conclusión? Su actividad ya supone un 13% de la actividad de su entorno más próximo.
“Aportamos algo que no existía”, subraya Borrás. Ese “algo” pasa por esa modelo de gestión diferenciado y, también, por las alianzas generadas con algunas de las mayores instituciones culturales del mundo, tales como el British Museum, el Centre Pompidou o el Louvre, una conexión que permite traer proyectos expositivos que, de otra forma, no contarían con un espacio natural donde recalar en València. De estas relaciones, de hecho, surtió una de sus grandes apuestas para su inauguración, la exposición Faraón. Rey de Egipto, que se ha convertido en la más visitada del año en el centro, una muestra a la que en un futuro se sumará Momias de Egipto, también en colaboración con el museo británico. “Lo que pretendemos es que la gente se lleve una experiencia global, aunque el punto de partida es la exposición, y lo que nos garantiza que sea de calidad son las alianzas con grandes entidades culturales”. Este camino también se ha hecho desde València, pues la red de centros de la fundación exhibió hace algunos años la exposición Las vanguardias históricas, 1914-1945. Construyendo nuevos mundos, generada desde el IVAM, unas conexiones que podrían crecer ahora que existe la sede valenciana. Aunque eso sí, apunta Borrás, la misión expositiva del centro no es local. “Entendemos que este espacio lo ocupan otros centros”, señala.
Conocemos el ‘menú’ de este primer curso, pero, ¿qué vendrá después? Será en septiembre cuando se desvele qué exposiciones del ‘circuito CaixaForum’ recalarán en València en 2024, una programación que se reserva una primicia para el Ágora: una exposición sobre Berlanga. “Aunque estemos fuera del Año Berlanga tiene mucho sentido [esta exposición] porque coincide con la catalogación de una parte del Archivo, que es inmenso. De hecho, se siguen abriendo cajas. Será una exposición muy berlanguiana, con una escenografía que va a merecer la pena explorar”, desliza Borrás. Esta muestra llega tras la adquisición por parte del Ministerio de Cultura del Archivo Berlanga, más de 70 cajas de material que se darán forma a una gran exposición cuya primera parada, cómo no podría ser de otra manera, será València. Esta será, previsiblemente, una primera visita tras la que más adelante vendrá su traslado definitivo a la ciudad, tal y como prometió el ministro de Cultura, Miquel Iceta.
Antes de llegar a Berlanga, eso sí, hay otras paradas en el camino. La más próxima, Cómic. Sueños e historia, que se inaugurará el próximo mes de julio, una exposición que hace un recorrido por la historia reciente del cómic desde la serie de 1896 The Yellow Kid, de Richard Felton Outcault, considerado el primer cómic moderno, pasando por firmas como Moebius, Quino o el valenciano Paco Roca. Esta muestra servirá de celebración no oficial de este primer aniversario, una muestra que supondrá una nueva renovación en su salas en un verano en el que, además de llegar a un turista cuya presencia crecerá en las próximas semanas, se quiere afianzar en el Ágora el ciclo 'Noches de verano', que propone un programa de actividades más “desenfadadas” que van del movimiento al humor y que ocuparán cada rincón de la sede.
Entre cómics y momias anda un CaixaForum que, apunta su director, se diseña como una suerte de “sobre sorpresa”, un espacio “sin jerarquías” en el que el arte convive el otro gran pilar de la acción de Fundación La Caixa: la divulgación científica. Ahí es donde entra La Nube, una sala de aspecto futurista que hace un año recibió a sus primeros visitantes. Lo hizo con un proyecto en torno a una cuestión que a muchos entonces les sonaba algo extraña: la Inteligencia Artificial (IA). “Quisimos crear una experiencia que explicara qué es la IA, qué sabemos de ella y qué sabe de nosotros. No sé si nosotros llegamos demasiado pronto o servimos para que fuese un detonante. Ahora es imposible abrir un periódico o una red social sin que se hable de IA. Nuestra intención era generar ese debate”. Efectivamente, esa cuestión que hace un año parecía interesar a un ámbito más reducido, ahora alcanza hasta a David Bisbal. “Estoy encantado con que la IA haya llegado para facilitar la vida […] No hay que tenerle miedo, sí respeto”, declaraba esta semana durante la presentación de su gira.
Definitivamente, la IA está en todas partes.
Quizá no a Bisbal, pero en estos meses CaixaForum València ha reunido a algunas figuras clave para entender su desarrollo, como Joan Manuel del Pozo, doctor en Filosofía y profesor emérito de la Universidad de Girona, o Atia Cortés, investigadora en el BSC y miembro del Comité de Bioética de España. Esta última participaba esta misma semana, de hecho, en una charla en torno a cómo debe repensarse el diseño de la IA, sus aplicaciones y otras tecnologías digitales de manera responsable, una reflexión necesaria en un momento en el que su regulación todavía está por definir. Esta “intersección” entre arte y ciencia es una de las claves que explican qué es ese CaixaForum que en un año ha revolucionado ese Ágora "inerte", un proyecto con muchas aristas que, su director, resume así: “CaixaForum es un espacio de debate y reflexión. Queremos que sea un criadero de dudas”. Bienvenida, pues, la duda.
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