El ingeniero David Warren desarrolló la caja negra después de que un avión de pasajeros Comet cayera al mar cerca de Nápoles y no se pudiera determinar la causa del accidente, era 1954. El aparato graba las comunicaciones en cabina de mando, la actividad de los instrumentos y los datos de vuelo, ayudando a determinar la causa de los accidentes aéreos y prevenir que se repitan los mismos errores en el futuro. Su invento ha salvado miles de vidas.
Nadie puede revivir a los más de 200 fallecidos por la gota fría, pero sus familias merecen saber la verdad de lo acontecido. No existe una caja negra en la AEMET, la Conferencia Hidrográfica del Júcar, Protección Civil, Ministerio de Transición Ecológica y Generalitat, pero deberíamos ser capaces de reproducir la secuencia de datos sobre cómo arreciaba e impactaba el agua y las comunicaciones de entre los que estaban al mando. Sabemos quienes allí se hallaban, también dónde andaban algunos.
De lo que no hay duda es de lo que aconteció en los días posteriores a la riada, “el ejército tiene una presencia disuasoria, no podemos pretender que haga todo y no puede hacer las labores que le corresponden a la administración valenciana” dijo Margarita Robles. Solo el clamor popular les hizo virar. Los políticos se dedicaron a lo único que les importa: Feijóo nos visitó para arremeter contra el gobierno y responsabilizar a los organismos que dependen del Estado; el Congreso a enchufar a los amigos del gobierno en RTVE; y la ministra de igualdad impelía a aprovechar el momento (de machacar a Mazón). Los socialistas son capaces de acusarle de inepto y, a la vez, de darle la autoridad. Bajo turbulencias no se entrega un avión al que no sabe ni donde están los mandos, como en plena guerra no se cede el control del ejército y la policía a quien no conoce los recursos de los que dispone.
A lomos del grito de “los españoles merecen un gobierno que no les mienta” se alzó Zapatero con el poder tras los atentados del 11-M, de los que seguimos sin saber toda la verdad. Ya sabemos de la peculiar relación de Sánchez con ésta, lo que no favorecerá descubrirla. Pero, vamos teniendo algunas evidencias. La AEMET se excusa en que cumplió su trabajo, lanzar la alerta roja. El problema es que este año ha gritado “¡que viene el lobo!” otras 19 veces más. Si posamos los ojos en la CHJ, sus respuestas son sonrojantes ”no emiten alertas públicas en materia hidrológica, monitorizan caudales permanentemente para que las autoridades de emergencias valoren la afección concreta sobre el territorio y determinen actuaciones para prevenir daños”. Parece que, también ese día, se dedicaron a observar como el barranco del Poyo iba a colapsar y a enviar algunos emails descriptivos. De la incapacidad de la Consellera Pradas de interpretar las señales de peligro nadie duda, y menos de la de coordinar una respuesta eficaz.
La gente la acusa de no lanzar antes ES-Alert. Hacerlo dos horas antes hubiera paliado el drama, pero no lo hubiera evitado. Me temo que el mundo digital nos está atontando. Enviar una alerta al móvil o un email no es suficiente. Hay que salir a las calles con megáfonos, evacuar plantas bajas y empresas, cortar carreteras,...algo que solo se puede hacer si alcaldes, Generalitat y Gobierno van de la mano.
Pero los focos están alejados de los principales responsables de la catástrofe, los que podían haberla prevenido. Parece ser que ya en 2007 la CHJ realizó un proyecto para desviar el barranco del Poyo, pues advertía de su peligro. Sigue en un cajón después de tres presidentes de gobierno diferentes y 8 años de administración Puig-Compromís. La decisión de los primeros de ahorrar 150 millones, el gasto de un año en altos cargos y asesores del Estado, va a costarnos decenas de miles. Los segundos parecían más concienciados con preservar la diezmilésima parte del ecosistema valenciano que con prevenir pérdidas humanas.
La función de las cajas negras es descubrir lo acontecido para evitar que se reproduzca. Por ello, necesitamos conocer la verdad. La gente dictó veredicto en Paiporta con su gritos: Mazón incompente, Sánchez mezquino. Hay más certezas: (i) las prioridades de los políticos no son las del pueblo; (ii) el sistema coloca en los puestos de mando a incompetentes. Me temo que es más fácil mejorar la seguridad de los aviones que optimizar nuestra forma de gobernanza.