VALÈNCIA. ¿Cómo se monta una exposición colectiva? ¿Qué criterios hay que utilizar para reunir las obras? ¿Es necesario definir un tema? ¿Hay que seguir un protocolo? ¿Lanzamos una convocatoria de contribuciones? ¿Aplicar un principio espacial definido? Camila Oliveira Fairclough, que es pintora antes que comisaria, responde a estas preguntas presentando una propuesta en forma de fantasía pop en la galería Luis Adelantado, a partir del próximo 2 de diciembre. chocolate fresa vainilla es una trilogía de sabores que se inscribe claramente en el legado de autores de exposiciones como el estadounidense Bob Nickas.
“Pero como siempre, la arbitrariedad no es tanta al fin. En primer lugar, porque es una visión de la arquitectura exterior de la galería con sus tres pisos en forma de tarta napolitana lo que inspiró inicialmente a la artista. En segundo lugar, porque Camila Oliveira Fairclough se interesó en los últimos años por lo que ella llama el monocromo sucio, una pintura cuyo color es liso, pero con textura, dañado, marcado, alterado. Es el caso de algunas obras de la propia artista, pero también de Robbin Heyker, Oriane Décheryo Daniel Graham Loxton, por citar sólo algunas”, señala Jill Gasparina en un texto remitido por la galería. Así, Oliveira Fairclough se interesó por esta misma idea de trabajar curatorialmente después de los colores. Por último, porque el enfoque físico y sensual de la pintura que explora en su propia práctica la llevó, lógicamente, a investigar el “sabor” de las obras en la escala de la exposición, convertida así en una experiencia gourmet: “Más allá del sistema binario (bueno/malo), se nos invita a considerar toda una paleta de identidades y personalidades plásticas, obras demasiado ácidas, dulces, cremosas, cursis, picantes, amargas, calientes, frías. Quizás también asquerosas. O maduras para babear”.
De manera más prosaica, este trío de sabores anclado en el imaginario del bubblegum pop constituye una forma que permite a Camila Oliveira Fairclough reunir en la exposición a artistas pertenecientes a generaciones, geografías y tradiciones diferentes, incluso muy distantes, moviéndose con facilidad entre la práctica radical de la pintura de soporte-superficie y las obras que celebran lo decorativo, mientras navega entre las escenas de Sao Paulo-Río y París, pasando por Nueva York y muchos otros lugares. Sencillamente, el trío de chocolate, fresa y vainilla funciona aquí como una herramienta que busca demostrar la libertad curatorial. Las obras no están colgadas según un principio cromático estricto (un piso, un color). Algunas de ellas, bicolores o multicolores como las esculturas de Colombe Marcasiano o Sarah Tritz, escapan claramente a la clasificación. “Sería difícil (y un poco aburrido) enumerar aquí todos los artistas presentes en la exposición. Basta decir que Camila Oliveira Fairclough trabajó según una lógica de afinidades, tanto visuales como personales. Muchos de los artistas aquí presentes se conocen entre sí y han colaborado anteriormente. La imagen que se forma al reunir sus obras, y sus nombres, es la de un grupo de amigos, una familia que vive dispersa por todo el mundo pero que se reúne regularmente”, explica Gasparina.
Nacida en Rio de Janeiro, Brasil (1979). Vive y trabaja en Paris, Francia. La obra de Camila Oliveira Fairclough (1979, Rio de Janeiro) refiere a la historia de la abstracción, el arte pop, la teoría del lenguaje y el ready-made. En el proceso de configuración de sus piezas se apropia de elementos de la realidad cotidiana —lemas o frases leídas u oídas, letras de canciones, embalajes y carteles— y los traslada a sus obras reduciéndolos a su forma esencial. Las cuestiones de traducción, reescritura y remake forman parte integrante del proceso de transposición que la artista lleva a cabo para deconstruir la tensión entre lo figurativo y lo abstracto, evidenciando, de este modo, la dicotomía que hay entre lo visible y lo legible, así como las asociaciones entre el significado, la gráfica y el sonido de las palabras.