Nunca hay que fiarse de un abstemio (Donald Trump lo es) pero tampoco de quien no come queso; este plato tiene ocho
Carlo d'Anna, propietario de Trattoria Da Carlo, uno de esos restaurantes tan sólidos (¿han comido mal alguna vez aquí?) y tan de siempre que parecen un poco ajenos al run run del ruido del negro sobre blanco y los ciento cuarenta caracteres de este circo de la gastronomía. Pero ahí sigue, a lo suyo: dar bien de comer con una sonrisa enorme en la cara.
Da Carlo abrió las puertas en octubre de 1992 como una pizzería (os recuerdo que mantiene su tradición de cocinar pizzas exclusivamente los lunes y sólo desde octubre a junio) y comida para llevar. Pero de eso hace más de veinte años —hablemos del hoy, y es que estas semanas son quizá las mejores del año para volver a su trattoria y lo son por culpa de trufa blanca de piamonte; pero yo sigo quedándome con esa caprice de ocho quesos. Ocho. Quesos.