Saurí hace balance de sus dos años al frente del Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC) tras la decisión de Conselleria de Cultura de no renovar su contrato
VALÈNCIA. Los cambios en la escena cultural valenciana se siguen sucediendo tras el vuelco en el gobierno autonómico. El más reciente, la no renovación del contrato de Carles Ángel Saurí al frente del Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC), una dirección que, tal y como avanzó Culturplaza, asume a partir de ahora Lorenza Barboni, seleccionada de manera interna por la Conselleria de Cultura de Vicente Barrera (Vox). Saurí deja el centro cultural tras dos años en los que ha impulsado un proyecto que ha puesto el foco, en gran medida, en la creación joven, un tiempo de nuevas iniciativas que cierra con alguna cuenta pendiente. Todavía, de hecho, tiene algún 'fleco' por cerrar, pues en marzo inaugurará la exposición Filtracions, una muestra de la artista Pilar Beltrán comsiariada por el propio Saurí.
Su salida marca una nueva etapa en el museo de Castelló, que ahora se regirá con personal interno y que continúa la búsqueda de una consolidación que no siempre ha sido fácil. Sobre su no renovación y sus dos años al frente de la institución, hablamos con Carles Ángel Saurí.
- ¿Cuándo le comunican la no renovación y con qué razones?
- Se me avisa a través del director general del IVC (Institut Valencià de Cultura), Abel Guarinos, que había una orden de no renovación de los contratos de dirección artística y se aludía a una cuestión económica, que es el relato también que ha dado Conselleria, una cuestión de optimización de recursos. Esto también entraba en la casuística del EACC, con una serie de intervenciones estructurales que se deben acometer, con unos informes de restauración del estanque que se hicieron durante estos dos años, lo que, evidentemente, también aumenta el gasto.
-En estos seis meses desde el cambio de gobierno, ¿cuál ha sido su relación con el nuevo equipo?
- No me he reunido con ellos. Mi interlocución era con Abel Guarinos, porque tampoco había director territorial [del IVC], con quien el EACC debía acometer las conversaciones a nivel estructural, de programa y contractuales. No he tenido ningún contacto con ellos.
- No sé si tiene constancia de que el conseller de Cultura o la secretaria autonómica hayan visitado el centro en este tiempo.
- Si lo han visitado no ha sido conmigo.
-Tras desvelarse la no renovación, la secretaria autonómica, Paula Añó, expresó en sus redes sociales que era la "mejor opción" y que "no se pone a dedo a nadie, se optimizan recursos propios con empleados públicos", ¿qué valoración hace?
- En mi opinión personal, creo que una optimización de recursos nunca puede ser desmantelar los recursos que tiene una institución pública. Al final, la no renovación de mi contrato lo que implica es que en el EACC hay dos personas ahora en oficina, cuando éramos tres. El EACC es un centro que se inauguró casualmente con el Partido Popular, con un equipo de más de diez personas. Y ahora cuenta con un equipo de dos personas a nivel de plantilla estable. Si eso es optimizar los recursos... Yo tengo una opinión completamente contraria a eso.
"una optimización de recursos nunca puede ser desmantelar los recursos que tiene una institución pública"
-Lorenza Barboni va a ocupar la plaza de dirección. No sé cuándo se le comunica ese cambio y qué apreciación tiene.
-Yo me entero por prensa. Sí que es verdad que es la tónica general que están siguiendo, pasó en el Consorci de Museus, que asumió internamente la gerencia gente del equipo, y pasará, entiendo, en otros espacios de Conselleria. Al final hay menos equipos en el EACC y eso es malo para la institución.
-En estos meses hemos visto varias salidas, como el cese de José Luis Pérez Pont, que tuvo mucha repercusión pública; el inminente cese de los directores adjuntos del IVC, a los que desde Conselleria les acusó de politizar la programación... ¿cree hay un componente político en su no renovación?
- Hay una cosa que me preocupa, que es que cuando se utiliza el término politizado como un término peyorativo. Estamos entrando en unas lógicas muy acríticas de lo que es el posicionamiento de programa que puede tener una institución. Evidentemente todo es política. La Conselleria de ahora va a hacer política y tiene una responsabilidad de hacerla. Todo este tipo de mensajes que utilizan la política como un adjetivo peyorativo lo que acaba generando es muy poca conversación, negando el componente político que deben tener los representantes políticos. Me parece muy contradictorio decir que se deshace una programación por estar politizada. En todo caso, lo que se debe explicar es cuáles son las líneas políticas qué no les interesa y que expliquen cuáles tienen. Las cuales no sé, porque en el programa político no las había. A mí lo que me preocupa es ese clima de utilizar la palabra política como peyorativo.
- Entiendo, pues, que no comparte ese término que acuñó el conseller de querer una "cultura blanca" en los espacios públicos.
- Pero es que la cultura blanca, no politizada y neutra no existe, siempre hay un posicionamiento, del mismo modo en que se está haciendo política desde Conselleria, también con un posicionamiento.
- ¿Qué balance hace de estos dos años al frente del EACC?
- Creo que hemos hecho un gran trabajo, pese a los condicionantes y a cómo se está poniendo en tela de juicio el sistema cultural a nivel social, porque cada vez parece que la cultura es más una cosa superficial, entendida desde la masa. Se ha vuelto a poner al EACC en la conversación, por lo menos del sistema artístico. Sí que es verdad que, con un proyecto de dos años, quedaba seguir trabajando en su consolidación, y ahí también tenemos que hacer autocrítica. Quedaba mucho trabajo por hacer en relación a Castellón o a la mejora estructural del EACC. Pese a eso, se ha hecho un trabajo cercano a la escena joven de Castellón, una escena a la que no se había apelado. Han sido dos años de proyectos fantásticos, como La ciutat del transport de Francesc Ruiz. Hemos hecho un proyecto que ha sabido entender el ecosistema en el que estaba, la trayectoria que tenía, y dirigido a un público al que nunca había apelado.
- ¿Qué le ha quedado en el tintero?
- Esto no es mi cometido, pero el EACC, a nivel estructural, merece una rehabilitación. Se ha hecho en estos dos años un informe que está sobre la mesa del IVC. También me quedo con las ganas de haber hecho un programa de mediación mucho más fuerte para llegar a muchos más públicos y de haber tenido un impacto mayor en la escena artística de Castellón. El EACC también debe ser un espacio que hablase desde formatos o estructuras digitales que estuviesen en la vanguardia. Desde de la pandemia estamos pensando cómo es nuestro ser digital y creo que eso lo hemos perdido. Ahí hay grandes potenciales de encuentro y de distribución de ideas.
- ¿Qué radiografía hace de esa escena joven a la que ha querido integrar en la institución cultural?
- Ahí podríamos hablar de dos escenas jóvenes, una la del País Valencià y otra la de Castellón. En Castellón hay una escena joven increíble muy arraigada al mundo de la música, vinculada a los festivales, al Conservatori de Castelló, etc. Esto ha generado una escena muy bonita de música, con proyectos experimentales muy fuertes. Pero es una escena frágil porque es una ciudad, capital de provincia, que debería tener muchos más recursos de los que tiene. Y a pesar de eso, tiene proyectos como Ortopedia Técnica o Ataúdes Merche, que están generando un tipo de lectura del punk y del rock muy interesante. A nivel artístico, Castellón no es una ciudad que tenga una escuela de Bellas Artes y eso se nota, pero tiene algunos proyectos independientes como Cúmul o como Materia Colectiva, a los cuales también he querido mirar. La gente joven aporta un componente entusiasta y trabaja muchísimo, pero a la vez también te ponen en entredicho y te obligan a cuestionarte muchas cosas. Y eso ha sido un trabajo muy bonito. Ha asido bonito ver como gente como Paula Lorenzo o Carlos Bonet, con la que hemos trabajado de una manera más continua, replanteaban su manera de producir o incluso de pensar el arte contemporáneo por haber estado trabajando con los materiales y las sensibilidades con las que hemos trabajado en el EACC.
Centrándonos en València, creo que tiene una escena increíble. València tiene una particularidad que no tienen muchas otras ciudades -aunque ahora estará cambiando- que es que te permitía vivir. Con el aumento de los precios y el alquiler, creo que va a volver a ser una ciudad difícil. Mark Fisher dice que cuando mejor arte se hace es cuando la gente puede vivir, con ejemplos como el Londres del punk o el Berlín de la primera escena electrónica, ciudades que ahora son deudoras de esas escenas. En València, si se cuida, hay una escena artística increíble con gente joven que está haciendo cosas que no se están haciendo en otros lugares. Y eso es una potencia muy frágil que creo que las estructuras institucionales, y ahí me hago autocrítica, deberíamos haber cuidado mucho mejor, generando una mayor estructura.
- ¿Qué espacio debe ocupar el EACC en el sistema cultural?
- El EACC tiene una cosa que no tenía ninguna otra institución en València que era su capacidad de experimentación. En el EACC han pasado proyectos increíbles durante todas sus direcciones, incluso con la nuestra. Era un espacio que permitía albergar proyectos punteros a nivel experimental, discursos críticos, incluso que podían hacer una crítica institucional que en otros lugares no se podía hacer. El equipo del EACC entiende perfectamente los proyectos, tiene una gran capacidad de improvisación, algo que no es tan habitual, ya no solo a nivel autonómico, sino a nivel nacional e internacional.
"EL MUSEO DEBE SER UN ESPACIO QUE PERMITA LA REDEFINICIÓN DESDE LA CRÍTICA PRESENTE"
- En estos años se han impulsado proyectos no expositivos como el grupo 'Parament', el Club del Videojuego o actividades junto a las asociaciones de salud mental, ¿qué espacio debe jugar el proyecto no expositivo en la institución cultural?
- Yo he crecido dentro de proyectos como el Reina Sofía o como el primer Bombas Gens, que sentían que el programa público era una cuestión muy importante, porque lo que daban era la capacidad de complementar, de poner en cuestión o incluso de traer otras sensibilidades con las que acompañar los proyectos. Lo que hemos intentado hacer en el EACC era un programa público que de alguna manera acompañase a algunos de los materiales, objetos y sensibilidades que se abrían en el programa, y eso a su vez también permitía traer otros públicos que tal vez no encontrabas con el proyecto expositivo. Si el proyecto hubiese continuado, había también una voluntad seguir impulsando Parament, fortaleciendo esas relaciones con esos grupos sostenidos, creando incluso un Parament de adolescentes para ver cómo ese público podía entrar en la institución, cuestionarla y aprender de ella.
- ¿Por dónde pasa el museo del futuro?
- Creo que el museo del futuro es un concepto utópico que muchas veces hace proyectar y escuchar poco lo que está pasando en el presente. El museo del futuro está en el presente y es ese presente el que posibilitará que exista. Además, debe ser un espacio que tenga una capacidad de revisión constante. En el fondo, museo y futuro es contradictorio porque el museo es una institución que lo que hace es ser custodio del pasado, pero lo que no puede ser es un custodio de un pasado infinito porque, además, vivimos en un mundo que nos está demostrando que es finito. Entonces, el museo debe ser un espacio que permita la redefinición desde la crítica presente, que permita la revisión de arquetipos, de tradiciones, de elementos estancos que de alguna manera no permiten que el museo albergue otros cuerpos, otras sensibilidades, otras identidades.
Cuando instituciones como el museo aprendan que son espacios de revisión seguramente también la sociedad podrá asumir muchas más revisiones como la del patriarcado, la revisión de un capitalismo de consumo acelerado y muy poco arraigado en lo local, de unas visiones internacionales desmedidas que lo que hacen es un mal gasto de recursos increíbles, etc. El museo del futuro, en el cual no creo porque creo que es presente, debe estar en la revisión del museo pasado desde un presente crítico.
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