Casa Baldo ya viste nuevo traje. Más apuesto y sofisticado, pero igual de valenciano y costumbrista. El emblemático negocio de la calle Ribera, dividido en tres locales, conserva su carácter histórico, en una reapertura que le debemos a Grupo Gastro Trinquet. Una empresa restauradora que tiene por costumbre la recuperación de espacios históricos de la ciudad, como ya sucedió en La Roqueta con El Trinquet de Pelayo o en Ciutat Vella con Vaqueta Gastro Mercat. Todos comparten un mismo tributo, precisamente por ese primer restaurante, Pelayo Gastro Trinquet, que nació en la Catedral de la pilota valenciana. La pasión por este deporte y la actualización del recetario valenciano son los dos fundamentos esenciales del joven grupo hostelero.
Así se constata en su última apertura, Casa Baldo, que nació en 1915, en el epicentro de la València señorial. Un establecimiento ligado a la época del espectáculo, la farándula y los cafés-terraza, como la cafetería Lauria, Barrachina, Casa Balanzá y el Café Metropol, que serán esenciales en el nuevo ciclo. Por todo ello, aunque se ha acometido una profunda
restauración de este espacio histórico, a cargo del estudio Janfri & Ranchal, también se ha optado por mantener las divisiones de espacios -hasta tres locales diferenciados, más un comedor privado- y algunos elementos de épocas anteriores, como las ventanas de madera originarias o la recopilación de objetos y fotografías históricas relacionados con la pilota valenciana, que han sido recuperadas en colaboración con David Sarasol, director del Museu de la Pilota en Genovés. Además, en otro homenaje al diseño y la cultura valenciana, se han integrado piezas como la mano de pilotari del artista fallero Manolo García o los murales de cerámica valenciana del artesano Xavier Claur.
Explican los responsables del grupo que su sello de identidad es transformar sitios “clásicos, emblemáticos y con solera” en espacios actualizados “para asegurarles una segunda vida”. También en lo referente a la oferta gastronómica, que una vez más queda a cargo del socio y chef Pablo Margós. “Lucimos la despensa mediterránea, esta vez con más barra y charcutería, además de una fuerte base de arroces tradicionales y de autor”, detalla. Todo ello sin renunciar a los habituales de la casa: sepia con mayonesa, gilda, bravas y la clásica ensaladilla de ahumados, siempre con su toque personal.