VALÈNCIA. Ya lo advirtieron estas Navidades. Los datos del año les han dado la razón. Los usuarios de Casa Caridad han aumentado un 44% durante 2018. La cifra de personas atendidas diariamente ha subido a más de 300, la más alta del último lustro. Por grupos de edades, las señales de alarma también hablan de una sociedad parca en oportunidades para los más jóvenes. Se han duplicado el número de usuarios entre 18 y 30 años y 1 de cada 10 usuarios es menor. En cuanto a sexos, sigue habiendo predominio de hombres (7 de cada 10) pero ha aumentado un 55% el número de mujeres.
Estos son algunos de los datos que se pueden hallar en el análisis sobre vulnerabilidad elaborado por los trabajadores sociales de Casa Caridad, un documento confeccionado a partir de su experiencia a pie de calle, y en el que se explican las tragedias cotidianas que se esconden tras algunos de esos dígitos.
Por ejemplo: “El aumento de mujeres que acuden a nuestros servicios viene acompañado del de menores, que ya representan el 13% de los usuarios que acuden al comedor social”, explica Elena Ferrer, responsable de Trabajo Social del centro de Pechina. “Muchas de estas mujeres tienen un pequeño apoyo económico, con trabajos poco estables como en el servicio doméstico, que le hacer seguir siendo dependiente de Casa Caridad en muchos aspectos para sacar adelante a su familia cada día”, relata. Limpian casas por salarios de miseria y, como quiera que lo que ganan no les da para poder comer, pasan por Casa Caridad todos los días.
Especialmente preocupante es el aumento del colectivo entre 18 y 30 años que acuden pidiendo los servicios de Casa Caridad y cuya presencia se ha duplicado en el último año. “Son personas jóvenes”, explica la directora gerente, Guadalupe Ferrer, “la gran mayoría extranjeros, recién llegados a València, sin trabajo y con dificultades de inserción laboral, que puede derivar en una situación de cronicidad”.
De hecho los extranjeros han crecido un 66% hasta representar el 71% de los atendidos por Casa Caridad. El perfil es muy variado, pero en general, explica el presidente de Casa Caridad, Luis Miralles, se trata de personas que están unos días en València de paso para irse a otros lugares a continuar su vida. Proceden de países subsaharianos y aprovechan su estancia para realizar trabajos temporales. También se contabilizan extranjeros que solicitan protección internacional con la idea de quedarse más tiempo en València y que proceden sobre todo de Latinoamérica o Europa del Este.
Con todo, la nacionalidad con más usuarios es la española, y sigue creciendo: en 2018, un 8% más. La gran mayoría de estas personas superan los 50 años, no tienen trabajo, presentan algún problema mental o adicción al alcohol o drogas, y no cuentan con una red de apoyo familiar. “Estamos preocupados por estos datos, cada vez más personas vienen cada día a la ONG para usar nuestros servicios más básicos como comida o higiene”, dice Miralles, “pero también para obtener un apoyo personalizado a sus necesidades que les permita buscar trabajo, acceder a una vivienda, programas de recuperación personal o informarles sobre los trámites de acceso a ayudas sociales con el fin de mejorar su situación y favorecer su reinserción en la sociedad”.
Para Miralles, nos encontramos “en un momento delicado donde vemos que la pobreza se está agravando en las personas más vulnerables”. “Por ello necesitamos más recursos y respaldo”, agrega, “para seguir construyendo con los trabajadores sociales y voluntarios una red de apoyo para que los más desfavorecidos salgan de esta situación y vuelvan a reintegrarse como parte activa de la sociedad”.