El mejor chiringuito de España (porque lo es) también es un restaurante ejemplar, y está en su mejor momento
Son muchos años peregrinando hasta la playa de Daimuz, cada verano; y creo que no descubro nada si afirmo (aquí y ahora) que estamos ante el mejor momento de la cocina de esa dínamo de la gastronomía que es Manuel Alonso.
Primer inciso. Es momento de desestacionalizar ya de una vez por todas la visita a Casa Manolo. Claro que el estío es quizá la mejor época (y finalizar la jornada con un amontillado en una de sus hamacas) pero por qué no en otoño, arropado tras una manta frente al mar.
Segundo, la cocina. La última comida, julio de 2016, fue ejemplar. Hace tiempo que a Manuel se le queda pequeño aquello de “cocina marinera”; y es que me da la sensación de que ya ha encontrado el tono exacto de su discurso gastronómico: creatividad, producto y territorio . Ahí va el repertorio: espuma de tomate con hueva de mojama, taco de cordero, diosa de “gamba amb bleda”, buñuelo de brandada de bacalao, crujiente de panceta ibérica, coca escaldada con jurel a media salazón, ostra valenciana con berenjena asada, coliflor y pulpo seco, cochas de bacalao, pulpo a la brasa con jugo de carne y tupinabo, rossetjat de Gandía y galete de atún con zanahoria.
Me comí todo eso —y los postres— con un Ullyse Collin blanc de blancs. De fondo, el Mediterráneo y la simpatía de Manuel. Suma y sigue.