VALÈNCIA. No hubo sorpresas. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, visitó este sábado València para presidir la Junta Directiva del PP de la Comunitat Valenciana y participar en una comida con militantes. Una cita en la Pobla de Farnals a la que acudieron 700 personas -más de un centenar se quedaron fuera- y en la que, tal y como estaba previsto, el líder de los populares no despejó la incógnita de quién será el candidato a la Alcaldía de València para las elecciones municipales de 2019. Los elogios que concedió, no obstante, no pasaron desapercibidos.
Acompañado de su núcleo más cercano -acudió el vicesecretario Javier Maroto-, Casado alabó especialmente la labor desempeñada por el eurodiputado Esteban González Pons en Bruselas, y su protagonismo en el discurso lo volvió a situar como posible candidato. "Allá donde preguntes lo conocen. Hace un gran trabajo en Europa, siempre barriendo para su tierra, la Comunidad Valenciana y València", aduló. Un mensaje significativo en un momento como el actual en el que todavía se desconoce por quién apostará Génova en un territorio en el que el partido acumula tradicionalmente un buen número de votos. Sin ninguna certeza y muchas quinielas, las miradas -y los oídos- estaban este sábado puestas en este binomio.
Los halagos, no obstante, no los retuvo todos el europarlamentario. La jornada también sirvió de escenario para acercar a Casado y Bonig después de un proceso de primarias en el que el entorno de la líder popular secundó a Soraya Sáenz de Santamaría. El presidente del partido de la gaviota arropó a la dirigente: "Cuando me llegan tus intervenciones por Whatssapp, veo que vas a ser la mejor presidenta de esta comunidad, que falta hace y cuanto antes".
"La gente de izquierdas dice que es la Thatcher de Valencia, como si fuera un insulto. Más quisiera la Comunitat tener el dinamismo que tuvo el Reino Unido con Margaret. Hay quien dice que es la (Angela) Merkel; más quisiera la Comunitat Valenciana tener las expectativas de crecimiento de Alemania", manifestó.
Con un talante más relajado después de que la Fiscalía del Tribunal Supremo rechazara la apertura de una causa contra el dirigente por las presuntas irregularidades en obtención del título de su máster, Casado centró parte de su discurso en las dos cuestiones en las que lo viene haciendo la dirigente regional, Isabel Bonig, en las últimas semanas: adelanto electoral y la reforma del sistema de financiación.
Sin prácticamente ningún tipo de ataduras para ejercer de oposición, criticó la postura reivindicativa del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el PSOE: "Tuvieron el cuajo de manifestarse contra él -dijo en referencia a la marcha del 18N organizada por la plataforma Per un Finançament Just en la que participaron todos los partidos del Botànic y Ciudadanos- y ahora no quieren trabajar por uno nuevo cuando es demandado por todos".
En sintonía con Bonig, llamó a poner en marcha en la Comunitat "un proceso electoral" que les "aparte de los chantajes a los que Podemos y Compromís están sometiendo a la administración". "El problema es que a nivel nacional es lo mismo y está causado por los mismos: los enemigos de la libertad, aquellos nacionalistas o 'batasunos' que imponen sus políticas en el Congreso", por lo que pidió un adelanto electoral, también en España, para que el país "pueda prosperar".