VALÈNCIA (VP). En España, 130.000 personas sufren un ictus cada año, lo que significa que 1 de cada 6 españoles sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Además, es la primera causa de discapacidad física y mental grave en el adulto y de dependencia. Con el objetivo de profundizar sobre el conocimiento de la sociedad española sobre el ictus, Boehringer Ingelheim España presenta este jueves en el marco de la campaña #GeneraciónINVICTUS, los resultados de una encuesta social realizada para comprender mejor el conocimiento entre los españoles sobre esta enfermedad.
En el actual entorno de covid-19, los expertos han ido alertando los últimos meses sobre la importancia de consultar con el médico ante posibles síntomas de ictus, ya que se ha notado un descenso de hasta el 30% de las consultas de ictus. El doctor José Fernández Ferro, jefe del Servicio Integrado de Neurología de los hospitales Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba de Madrid, recuerda que tras la primera ola de la pandemia "ya la Sociedad Española de Neurología comunicó una reducción media de en torno al 30% de los ingresos por ictus en España. Esto lleva implícito que muchos pacientes han pasado sus ictus en casa, lo que tendrá un impacto negativo en su recuperación.”
Por este motivo, Boehringer Ingelheim, de la mano de Cardioalianza, FEASAN y FEI, apuesta por formar e informar a la población para, ante la menor duda, consultar con su médico y así evitar que la pandemia empeore las cifras de patologías como el ictus.
Según la Federación Española del Ictus (FEI), el ictus constituye uno de los problemas sociosanitarios más importantes del momento. Los costes directos de esta patología representan en algunos países industrializados, entre el 2% y el 4% del gasto sanitario total. Para los pacientes y sus familias, cada ictus supone un gasto medio de 4.000 euros durante los tres primeros meses de enfermedad, sin tener en cuenta las bajas laborales del paciente, ni las de los familiares que le atienden como cuidadores.
De la encuesta realizada se desprende que este gasto preocupa a los valencianos, ya que el 54% de los valencianos considera que el impacto económico es una de las peores repercusiones de sufrir un ictus, por detrás de las limitaciones físicas y las secuelas mentales (74%). En relación a este dato, más de la mitad de los encuestados considera que el ictus supone un mayor gasto económico que sus familias no están preparadas para afrontar.
Carme Aleix, presidenta de FEI, señala que las secuelas de un ictus "pueden ser funcionales y cognitivas y deben ser tratadas y valoradas individualmente. Además, es importante remarcar la factura social que tiene esta enfermedad para las familias de los pacientes".
En este sentido, Aleix ha sostenido que es "muy importante formar e informar sobre esta enfermedad, ya que el desconocimiento es lo que puede llevar al estigma, así que cuanta más información haya, el camino de las familias y pacientes que han sufrido un ictus será mejor de cara a afrontar una recuperación de la mejor forma posible”.
En este contexto, según los datos de la encuesta, el estrés destaca por ser el principal factor desencadenante de un segundo ictus entre los españoles, mientras que los valencianos consideran que la no adherencia al tratamiento es el factor que más puede derivar en un 2º ictus. Así lo reconocen los encuestados. A su vez, un 67% cree que haber sufrido un ictus aumenta la posibilidad de sufrir un segundo episodio.
Maite San Saturnino, portavoz de Cardioalianza, destaca que "estos datos evidencian que las campañas de concienciación funcionan, puesto que un alto porcentaje de la población sabe identificar los principales factores que aumentan el riesgo de ictus y cómo prevenirlos”, a lo que añade que “efectivamente, tener una buena gestión diaria del estrés es tan importante como estar bien informado para poder detectar los síntomas de un ictus y reaccionar a tiempo".
"Son muchos los estudios que han demostrado que altos niveles de estrés en el trabajo, la ansiedad y la depresión son factores de riesgo desencadenantes que aumentan las posibilidades de sufrir un evento cardiovascular o cerebrovascular" prosigue San Saturnino, quien mantiene que se ha reportado que vivir situaciones de estrés crónico "puede aumentar hasta en un 58% el riesgo de ictus, por lo que prevenir el estrés y saber auto gestionarlo, más ahora en tiempos de pandemia, se convierte en un factor controlable muy importante a tener en cuenta para cuidar nuestra salud.”
En cuanto a los principales factores de riesgo del ictus, la hipertensión arterial es el más reconocido entre los valencianos (60% de los encuestados), seguida del hecho de tener el colesterol alto (48%), los factores genéticos (38%), de las enfermedades cardíacas (35%) y del hábito tabáquico (35%).
Por otro lado, los valencianos tienen clara la importancia de un estilo de vida saludable para mantener un estado de salud óptimo que ayude a prevenir patologías. El 73% de los encuestados relaciona la práctica de ejercicio de forma habitual y moderada como medida adecuada para prevenir un ictus y el 69% cree que llevar una dieta equilibrada también es clave en la prevención. Como parte de un estilo de vida saludable, los valencianos también reconocen la importancia de llevar un control de la tensión arterial de forma regular (64% de los encuestados) y reducir el colesterol (60%), así como no fumar (59%) y moderar el consumo de alcohol (57%).
El doctor José Fernández Ferro incide en la necesidad de la prevención. “Hay que recordar que el ictus que mejor se recupera es el que nunca se ha tenido. Para ello, debemos apelar a nuestra responsabilidad individual y centrar los esfuerzos en inculcar a los más jóvenes la importancia y el mérito de un estilo de vida saludable. Es imprescindible actuar sobre la obesidad y el tabaquismo en los pacientes de 30 a 50 años. La obesidad es especialmente importante porque esconde tres factores de riesgo en uno: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la inactividad física.”
El ictus es una patología que puede ir acompañada de alteraciones motoras y cognitivas que pueden afectar al movimiento, al habla o al equilibrio, entre otras. Variaciones que pueden ser de carácter reversible o permanente.
Sin embargo, la mayoría de los valencianos desconoce las consecuencias de un ictus: más de la mitad de los encuestados valencianos considera que se puede hacer vida normal tras un ictus y sólo 1 de cada 4 reconoce las dificultades psicológicas (por ejemplo, la depresión o los cambios de conducta) que conlleva sufrir un ictus. Aun así, 4 de cada 10 españoles creen que existe estigma social tras sufrir un ictus.
“Cualquier paciente sin excepción puede tener secuelas psicológicas tras el ictus; desde aquel con muchas secuelas físicas, hasta aquel en el que los síntomas duran sólo unos minutos o unas horas y sale del hospital completamente recuperado. Además, mientras que las secuelas físicas son máximas al inicio y mejoran de forma progresiva a continuación; las secuelas psicológicas y cognitivas aparecen tras los primeros días o semanas y crecen progresivamente. Por ello hay que preocuparse y preguntar intencionadamente por ellas en las consultas, pues hay pacientes que no serán bien conscientes de que pueden necesitar ayuda a este respecto.”, explica el Dr. Fernández Ferro.
El ictus es una enfermedad cardiovascular aguda que provoca la interrupción del riego sanguíneo en el cerebro y es conocida por más de la mitad de los españoles. La mayoría asegura haber conocido la enfermedad a través de un familiar, sin embargo son muchos los encuestados que creen que falta información sobre la patología.
En línea con esta desinformación, sólo el 9% de los valencianos encuestados afirma conocer la diferencia entre un ictus isquémico y un ictus hemorrágico. En un ictus isquémico el origen del problema se relaciona con la formación de un coágulo que disminuye el flujo de la sangre. En cambio, el ictus hemorrágico se produce cuando la afectación del tejido cerebral está producida por la entrada al mismo de sangre procedente de la rotura de un vaso sanguíneo.
“El ictus puede adoptar síntomas muy heterogéneos. No obstante, una gran mayoría presentan al menos uno de los siguientes tres: alteraciones del lenguaje, asimetría de la cara (típicamente la boca) y debilidad en el brazo o en la mano. Otro grupo de síntomas habituales son la debilidad en una pierna, el déficit de visión, la falta de sensibilidad en una mitad de cuerpo (ya sea la cara, el brazo o la pierna) o el dolor de cabeza. Sin embargo, también hay algunos síntomas menos comunes o más difíciles de reconocer, como las náuseas o vómitos, mareos o movimientos involuntarios de una mano o un pie”, alerta el Dr. Fernández Ferro.
Además, sólo el 34% de los españoles sabe que la fibrilación auricular aumenta el riesgo de sufrir un ictus. “Debemos seguir trabajando por dar a conocer la FA entre la población, sobre todo entre los mayores de 55 años ya que la FA es la arritmia más frecuente y multiplica por 5 el riesgo de ictus, siendo la responsable de 1 de cada 4 ictus. La desinformación existe entre la población general y también entre los propios pacientes ya diagnosticados que incluso estando en tratamiento anticoagulante para evitar sufrir un ictus desconocen para qué toman esos medicamentos”, señala Rafael Martínez, presidente de FEASAN.
“Esta encuesta ha puesto de relieve que el 82% de los españoles cree que no hay suficiente información sobre el ictus, a pesar de que los datos de su prevalencia en nuestro país son preocupantes. Por ello, desde Boehringer Ingelheim de la mano de las organizaciones de pacientes y de los profesionales sanitarios implicados en el manejo del ictus, promovemos campañas de concienciación como #GeneraciónINVICTUS. De este modo, luchamos unidos contra esta enfermedad“, apunta la Dra. Elena Gobartt, Gerente de Medical Affairs de Boehringer Ingelheim España.
La #GeneraciónINVICTUS nació en 2017, con espíritu de combatir estas cifras y con un claro objetivo de formar e informar a los pacientes, asociaciones de pacientes, público general y profesionales sanitarios. En 2018, la campaña se centró en ayudar a retomar su vida a aquellos pacientes que han sufrido un ictus y a contribuir, además, en la promoción de los hábitos saludables para evitar la repetición de un segundo ictus. En 2019, la campaña dirigió su atención a las mujeres, dado el desconocimiento que todavía existe sobre la prevalencia del ictus entre el género femenino. Este año se pone énfasis en la prevención entre las personas mayores, por su mayor riesgo, tanto de ictus como de factores de riesgo relacionados, como la fibrilación auricular.
Desde la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN) afirman que “seguimos comprometidos con la #GeneraciónINVICTUS por la importancia de la formación para la prevención de nuevos casos de ictus”. La Federación Española de Ictus (FEI) por su parte, recuerda la importancia de que “contar con las experiencias de otras personas, de manera que los pacientes que han sufrido un ictus se sientan en comunidad”. En Cardioalianza valoran el papel de este tipo de campañas, puesto que “dan a conocer aspectos menos conocidos del ictus y su prevención, que de otra manera podrían pasar desapercibidos”.