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El cielo aguarda / OPINIÓN

¿Censura? No, gracias

12/05/2022 - 

En el año 2003, la actriz Barbara Streisand intentó censurar la publicación de una foto de su casa al entender que se violaba su privacidad. Lo denunció y lo llevó a los tribunales. Pero el juez no le dio la razón e, incluso, la condenó al pago de las costas judiciales. Es más, la foto, al final, se hizo viral. A este tipo de situaciones, desde entonces, se las puede denominar como efecto Streisand. Todos los intentos por censurar o querer ocultar algún contenido terminan produciendo el efecto contrario al deseado y lo convierten en viral, como le pasó a la actriz.

Y esto es lo que ha ocurrido, sorprendente y tristemente, en un acto que se debía celebrar este jueves 12 de mayo en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de València. Era una mesa debate sobre las políticas inclusivas de los Servicios Sociales en la Comunitat Valenciana, organizada por el Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos. Un debate político en el que se censuraba y negaba la participación del grupo parlamentario Vox por parte de la Comisión Académica de Títulos (CAT) de la Universidad.

Esta lamentable decisión de censura por parte de la universidad pública valenciana ha hecho que la Presidencia del Colegio de Pedagogos aplace la jornada en busca de una nueva sede donde celebrar el debate, para que todos los partidos políticos que tienen representación parlamentaria puedan expresar sus ideas y posicionamientos libremente sin censura alguna. Decisiones de censura lamentables y vergonzosas, que son reprochables y que pueden convertirse en un boomerang de dimensiones insospechadas.

A esta censura sumamos las causas judiciales que salpican a los partidos que forman el Botànic, como son las ayudas al hermano del presidente Puig o los abusos a una menor tutelada por el exmarido de la vicepresidenta Oltra. Y no solo al Botànic, ya que la corrupción vuelve a irrumpir en la sociedad valenciana con lo que vamos conociendo del caso Azud y que no afecta únicamente al PP, sino también al PSPV y al Bloc, y, por consiguiente, a Compromís.

Las elecciones autonómicas valencianas están a la vuelta de la esquina. La batalla electoral para conseguir el preciado tesoro del Palau de la Generalitat no ha hecho más que comenzar. La balanza de los votos que decidirá hacia un lado u otro el color del Consell no está únicamente en conseguir los 470.000 votos de Ciudadanos de las últimas elecciones, no se equivoquen, sino en acciones de censura como las que he denunciado, que causan indignación y rechazo, por un lado, pero que se convierten a su vez en ilusión por un cambio.

Todos los partidos ya están con la calculadora en mano, pero no deben olvidarse que, al final, el ciudadano es el que tendrá la última palabra y lo que menos necesita es saber que, en el siglo XXI, se sigue censurando inexplicablemente.

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