VALÈNCIA. “Cuando fui las primeras veces a València cuando era estudiante, en Fallas, me despertaba en la estación y veía los murales, esa cerámica, y sabía que no podía estar en otro sitio más que en València”. El arquitecto gallego César Portela (Pontevedra, 1937) es uno de los nombres propios de esta disciplina en España. Galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura en el año 1999 por el edificio de la Estación de autobuses de Córdoba, autor de inmuebles como la Facultade de Belas Artes de su ciudad natal, el Faro de Punta Nariga, el Museo del Mar de Galicia ubicado en Vigo y que creó junto con Aldo Rossi, la Casa de las Palabras de Vigo o el Palacio de Congresos de La Coruña, realizado junto con Ricardo Bofill, su nombre se ha convertido en el más referenciado en las negociaciones entre el Ayuntamiento de València y el Ministerio de Fomento por el Parque Central.
El motivo, su estación para el AVE. La provisional, que debía haberse retirado hace tres años, sigue haciendo su función. Mientras, su proyecto, que fue el que ganó el concurso, aún está en los cajones de los despachos y desde el Ministerio de Fomento se ha intentado en diversas ocasiones no hacerlo. Pese a las dificultades que surgen con asiduidad, se trata de una obra a la que Portela le tiene mucho cariño y en la que, comenta, para su creación se dejó influir por Demetrio Ribes, el autor de la Estación del Norte. “Me mimeticé con Ribes, también con Blasco Ibáñez cuando llegaba a València de viaje. Me metí un poco en ese mundo, en esa tierra, porque para hacer un proyecto en un sitio hay que haber nacido allí o afiliarse a ese lugar”, comenta desde su Pontevedra natal.
Su propuesta para estación Central de València es respetuosa con la Estación del Norte original, que cumple este año su centenario. Y para ello ha tenido en cuenta no sólo los aspectos técnicos sino también estéticos. “Además de la funcionalidad, también está el confort y la belleza. Cuando una cosa es útil y bella es doblemente bella y doblemente útil”, bromea. Su intención es que los viajeros cuando lleguen a la estación perciban que se encuentran en València, hacerles revivir esa sensación que tenía él cuando se despertaba en Fallas en la estación del Norte. “Es un proyecto muy importante porque no es solo una estación de ferrocarriles, sino también su entorno. Es una pieza fundamental en la Movilidad de València”, explica.
Con distancia y serenidad, Portela ha vivido todo el ir y venir en torno a su estación, desde el instante en el que el Ministerio de Fomento decidió no realizarla y el anterior gobierno municipal accedió a ello, hasta el actual, en el que poco menos que se ha convertido en una línea roja innegociable. “Eso fue un momento determinado”, comenta sin darle más importancia. Para él lo relevante es que el actual Ayuntamiento de València ha decidido pelear por ella. “Me llamaron de unos amigos de Valencia para decírmelo. Y me alegró mucho porque le había puesto mucho cariño [al proyecto] y creo que era la estación que Valencia necesitaba”, dice. “Es una estación que debía dar respuesta a todo el conjunto de necesidades ferroviarias. Debía interconectar Metro, ciudad…”. Para ello la concibió como “una gran plaza cubierta”. “Es un reto y sigue siéndolo” dice de ella.
Los tiempos para la estación se prevén aún lejanos. Según explica el concejal de Urbanismo de València, Vicent Sarrià, a fecha de hoy lo que se tiene es que “la comisión ejecutiva del Parque Central hizo una prelación de las alternativas más positivas, tanto desde el punto de vista de su proyecto, su viabilidad y coste final”. “Teníamos una alternativa original, que era la que incluía túnel pasante, la estación de Portela y canal de acceso, que había que ejecutar toda de golpe y tenía un coste de 2.000 millones de euros que tenían que dotarse todos de una. Eso es lo que motivaba que el Ministerio de Fomento dijera que no es viable. Nos abrimos a que plantearan alternativas y lo que ellos sugirieron inicialmente era hacerla en tres fases: en la primera se haría el canal de acceso, en la segunda una estación contrapeada [no la de Portela], y en la última, túnel pasante. En la última reunión de diciembre les propusimos que estudiaran una variante: en la primera fase, un canal de acceso; en la segunda, estación de Portela; y en la tercera, túnel pasante”.
La respuesta del Ministerio de Fomento ha sido una nueva propuesta que es hacer la obra en dos fases. En la primera se realizaría el canal de acceso y en la segunda la estación de Portela y el túnel pasante. “Nos pusimos un poco de acuerdo en que, como comisión técnica, elevaríamos nuestra opinión sobre las alternativas al consejo de administración valorando que, desde el punto de vista óptimo, la mejor opción sería la original, pero que si hubiera que aceptar una alternativa sería la de construir en dos fases”, explica Sarrià. Ahora el consejo de administración debe valorar esta posibilidad y preguntarse si se hace y cómo se financia. Han llegado a un principio de acuerdo pues para saber qué es lo que se va a hacer, y en ese qué está incluida la estación de Portela. Queda pendiente saber quién lo paga y cuándo se pone en marcha. “Estamos mejor porque hay un cierto consenso en cuál es la alternativa más factible, pero nos queda por concretar mucho. El cuándo y quién lo paga será una batalla”, advierte Sarrià. Y los plazos son los que son. “Como mínimo de 5 a 10 años para ver terminado el canal de acceso”.
Los tiempos son tales que obligan a resituar la estación. Ahí juega a favor de Portela el hecho de que su obra la ha creado “en presente pensando en el futuro”, según explica el propio arquitecto. De hecho no le importan estos retrasos porque, asegura, le permiten ir “madurando cosas, repensando” la obra. “La arquitectura lo que tiene es que no es como otra producción industrial. Un coche sale al mercado después de que se hayan hecho muchos prototipos. En arquitectura cada edificio es su propio prototipo y todo el tiempo que se tenga para madurar el proyecto es bueno”, dice haciendo de la necesidad virtud. Es más, asegura bromista que la estación central que ha diseñado para València, la examina “continuamente” a ver si le da el aprobado.
“Encantadísimo” por la actitud mostrada por el nuevo Ayuntamiento de València en todo este conflicto, y la fe que han exhibido en su estación, no quiere entrar a hacer valoraciones de los motivos por los cuales el Ministerio de Fomento ha decidido traicionar a los valencianos y dejar el proyecto empantanado durante años. “Esas son cosas de relación política entre Ayuntamiento y Ministerio”, se excusa cortés. Pero sí que manifiesta su voluntad de colaborar con el consistorio de Joan Ribó. En estos dos años no ha hablado con el alcalde ni con nadie de su equipo sobre la estación, “no me ha llamado nadie”, pero sus hechos le bastan para ofrecerse como ayuda si fuera necesario. “Que sepa que me tienen a su disposición”, dice a modo a despedida.