Los inversores aplauden su nombramiento como presidenta del BCE porque creen que facilitará que se pongan en marcha nuevos estímulos, pero el experto discrepa de ello
MADRID (EP). El presidente del BCE siempre ha tenido que aplacar a los gobiernos nacionales para que hagan algo, una tarea para la que Mario Draghi siempre ha sido bueno. Christine Lagarde es probablemente la única candidata que es aún más experta que Draghi en esta labor.
Su nombramiento explica muy bien la situación en la que se encuentra Europa: están buscando a un hombre de Estado consumado para que haga un trabajo de política monetaria. Eso no es necesariamente algo malo. Lagarde no es una economista formalmente capacitada, pero tiene una gran experiencia a sus espaldas. El economista jefe Philip Lane la apoyará hábilmente en los aspectos más técnicos del trabajo.
Los inversores aplauden su nombramiento porque creen que facilitará que se pongan en marcha nuevos estímulos. Podría servir. Ella ya se ha mostrado como una persona pro-estímulo monetario y favorable al QE en particular. Bajo su supervisión, el FMI también ha apoyado los tipos negativos, aunque es consciente del potencial de desestabilización financiera que también traen consigo las tasas excesivamente negativas.
Los movimientos que se han producido en los mercados financieros son una reacción clara a la percepción que se tiene de ella como alguien dovish. Pero su nombramiento no cambiará mucho la política del BCE a corto plazo. Los mercados de bonos europeos ya se estaban recuperando basándose en la creencia de que Mario Draghi está preparando un recorte de tipos y un QE. Al tratarse de una candidata dovish, el nombramiento de Lagarde acaba de añadir combustible al fuego.
Lo que el rally en los mercados ignora es la hercúlea tarea a la que se enfrenta Lagarde. Los recortes de tipos y el QE impulsarán los mercados de renta variable y de renta fija por el momento. Dará un respiro a los bancos europeos y ayudará a las empresas a mantener bajos los costes de financiación. Sin embargo, el panorama a largo plazo es más preocupante. El BCE tiene muy poco margen de maniobra para recortar los tipos de interés de forma significativa, y las ganancias que se obtendrán de la reanudación de las medidas de ajuste cuantitativo serán limitadas.
Lo que Europa realmente necesita es que los gobiernos persigan el estímulo fiscal, profundas reformas estructurales y una mayor integración europea. Todo el mundo lo sabe, y el propio Mario Draghi ha pasado años repitiendo el mensaje sin cesar, en gran parte en vano. Los políticos europeos habrán escuchado el mensaje de Mario Draghi y, sin embargo, no se han sentido atraídos por él. La ironía, por lo tanto, es que están nominando a alguien cuyas habilidades particulares tratarán de hacer que hagan cosas que claramente no quieren hacer.
Buena suerte, Sra. Lagarde
Paul Diggle es economista político de Aberdeen Standard Investments