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de 'la traca' al meme

Cibersátira valenciana: socarronería en tiempos de Twitter

18/11/2016 - 

VALENCIA. Sin memes no hay democracia. Hashtag por delante, claro. La propuesta para reformar la Ley Orgánica de protección del derecho al honor y a la intimidad personal presentada por el Partido Popular hace unos días despertó de un sobresalto a la comunidad virtual ante la amenaza de ver limitada su ‘creatividad’ en las redes sociales. Esta es la parte y consecuencia de una revolución tecnológica que ha transformado los canales de comunicación y resultado en una explosión de la producción satírica, tanto profesional como amateur, un momento que puede o no ser una burbuja pero que, sin duda, se sienta sobre unos cimientos sólidos, los de una rica tradición. Para retozar en este inestable presente y otras cosas más, la Biblioteca Valenciana acogió ayer la mesa redonda 'Cibersátira, Internet y redes sociales', moderada por el periodista Emili Piera y en la que participaron el ilustrador de la revista El Jueves, Raúl Salazar; el creador Salvador Bolufer; el periodista Manel S. Jardí y el actor Tonino Guitan que, junto con Toni de l'Hostal, realizaron una actuación satírica.

La mesa redonda se celebra en el contexto de la exposición Prensa satírica y cultura popular valenciana, que exhibe en la Biblioteca Valenciana, que ocupa el antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes, cerca de un centenar de cabeceras de publicaciones satíricas que tuvieron su momento de esplendor en el siglo XIX y principios del siglo XX, publicaciones como El Mole, La Gaceta del Cielo, La Degollà, La Traca, La Risa, La Matraca, La Tronà o El Tio Cuc. La visión histórica, en este caso, no deja de servir como entradilla para comprender los códigos del humor en tiempos de Twitter. “Desde el comisariado de la exposición tenemos una hipótesis sobre esta explosión y es que, desde el punto de vista de la recepción, la manera en la que el público recibe el mensaje en notablemente distinta. Seguramente tenga que ver con la crisis de 2007, un reflejo de un momento en el que el mundo repiensa las bases sobre las que está construido”, explica Enric Nogués, comisario de la exposición, que se podrá ver hasta el 9 de enero.

El "renacer" y sus amenazas

El estudioso afirma ser consciente de un “excepcional momento de renacer” que, sin embargo, no tiene pocas amenazas. La libertad de la red de redes, la ruptura de fronteras a golpe de clic, ha dejado, a pesar de ya no poder considerarse algo nuevo, congelados a los gobiernos y distintas administraciones que improvisan en la mayor parte de los casos normativas sobre hechos sin precedentes. A la cuestión sobre la posible prohibición de los memes se suma otro aspecto que mucho tiene que ver con la comunicación online, la Ley de Seguridad Ciudadana o ‘Ley mordaza’. “Precisamente porque somos conscientes de lo excepcional del momento esperamos que su posible finalización sea lo más tarde posible, nos preocupa que este momento sea frenado. Ya vemos señales en ese sentido”, añade Nogués. Y es precisamente por eso que, asevera, esta no es una exposición “ni objetiva ni imparcial”, sino una defensa explícita de la libertad, una análisis crítico y necesario en un momento de transformación.

Efectivamente, la muestra se inicia con los antecedentes de la comunicación popular de 'Els Col·loquis', un género específicamente valenciano y concluye en la cibersátira que fluye por las redes sociales y la comunicación digital, un final que da pocas respuestas y plantea más dudas, especialmente, teniendo en cuenta que la producción contemporánea se mueve en un mar en el que no es tan sencillo poner coto a tu público desde un punto de vista territorial. “En la exposición ponemos de relieve la permanencia de una prensa con rasgos identificables valencianos, del siglo XV y también ahora en la cibersátira. Independientemente de a quién se llegue, narramos que el emisor tiene en común con las etapas anteriores una perspectiva específica que se caracteriza por un lenguaje muy directo, muy vivo, el uso de la hipérbole y la exageración. Un lenguaje con una creatividad y un guiño al poble menut que lo hace muy específico. No se diluye el mensaje, llega a más gente, con la misma naturaleza pero con más potencia. Se tratan los mismo temas lo haga Xavi Castillo es un escenario o en YouTube. Todos esos medios, más los escritos o los gráficos, como Raúl Salazar en El Jueves o Rockambol, codifican la perspectiva satírica valenciana. Se identifican con facilidad los rasgos comunes”, concluye el comisario de la muestra.

Si “Twitter es donde más gamberradas se sueltan por minuto”, explicaba Manel S. Jardí, lo cierto es que esto ha abierto la puerta a una ingente producción humorística independientemente de la autoría. También esta ha llegado a la redacción de Valencia Plaza, convirtiéndose una imagen tomada por la fotógrafa Eva Máñez viral. La captura mostraba a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, bajo este texto: “Hoy no me puedo levantar, el fin de semana me dejeim fatal”. Proclamado “hijo de Internet”, el dibujante valenciano Raúl Salazar, que actualmente trabaja en el semanario El Jueves, es bien consciente de que las normas de hoy no tienen mucho que ver con las de hace dos décadas. Su primera incursión fue directamente en el mar digital, un espacio para la inmediatez y que pocos minutos después de conocerse la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos rebosaba de chistes en torno a su figura. “Votaría a Trump porque es muy fácil de dibujar”.

Del poder de la cabecera al del dibujante

En este océano se hace un hueco Salazar que, además de su labor en el papel ha puesto en marcha proyectos como el blog ‘Un respeto a las canas’ o ‘Humor indignado’, que suma más de 650.000 seguidores en Facebook. “De pequeño pensaba que siempre iba a perdurar la viñeta del periódico, pero ahora que ha ido cayendo la edición impresa, la viñeta sigue ahí. En Internet la imagen se viraliza fácilmente, si nos beneficia el valor de la imagen satírica, se convierte rápido en Trending Topic. Los que hemos nacido en Internet sabemos que, antes de ser colaborador, has tenido que crear tu marca, un proyecto que no puedes abandonar. No es que nos independicemos de la cabecera, sino que ya lo somos cuando entramos”, explica Raúl Salazar. Y es la idea del personal branding, la pelea por difundir el contenido más allá del continente la clave del mundo profesional en el que navegan los dibujantes.

De utilizar foros como Menéame o Webcomic pasó a El Jueves donde, desde hace tiempo, no solo firma en papel, sino que genera contenido exclusivo para su página web, un espacio que poco a poco se va independizando de la propia cabecera madre. Todavía por organizar el espacio, Salazar es consciente lo positivo de una total libertad aunque, también, reconoce un “aluvión de imágenes inasumible por el público”. Y es que es imposible pensar en los cambios de producción sin apuntar a la evolución en la forma de consumir, un lector que crea “su propia lista de reproducción” y que, casi de forma intuitiva, selecciona a ilustradores y cuentas de Twitter o Facebook que les resultan interesantes, no siempre vinculadas a un gran contenedor y/o publicación de carácter satírico. “El público del mañana es un público que consume cosas que no entendemos, como El Rubius. Es problema es si la gente hoy entiende qué es comprar una revista”, incide Salazar.

Sin duda, el reto en esto de las redes sociales, como en muchos otros sectores, el de definir cómo monetizar esa visibilidad. “No veo el modelo de negocio”, apuntaba Jardí. La fórmula mágica es todavía un misterio. “Los formatos son los mismos, pero tienen dimensiones distintas. Tenemos el ‘Manda huevos’ de El Jueves o El Mundo Today, pero este tipo de artículo ficticios ya existían en La Traca, no se ha inventado ahora. Es cierto que cuando haces una viñeta local no tiene tanto alcance, pero tenemos la ‘suerte’ de que la actualidad valenciana ha impactado a nivel nacional. Cuanto más surrealista es el contexto social y político, mejor. Hemos tenido un escenario idóneo para hacer risa”, añade Raúl Salazar. El contexto, efectivamente, acompaña. “Siempre es buen momento para hacer sátira”, afirmaba Tonino Guitian, que acaba de presentar en Madrid la obra de teatro La Doña: el último tango de una alcaldesa.

“La sátira te la dan los mediocres y tú solo tienes que darle forma”, explica Salvador Bolufer. Frente al “imperio del humor blanco”, la muestra que recorre más de un ejemplo de cómo apretar las tuercas al poder. Imposible obviar el caso de La Traca, cuyo editor, Vicent Miquel Carceller fue fusilado en Paterna por el régimen franquista. Décadas después y tras una laboriosa tarea de recopilación, de pueden ver aproximadamente 200 ejemplares en el Centro Cultural La Nau. Por su parte, la Biblioteca Valenciana hace un recorrido histórico dividido en nueve bloques: 'Precol·loquis y col·loquis'; 'Guerras, revoluciones y contrarrevoluciones'; 'Buscando la estabilidad', 'La restauración borbónica'; 'Monárquicos y republicanos'; 'Sátira y cultura popular'; 'República y Guerra Civil'; 'Una nueva oportunidad democrática' y 'Cambiando las reglas'.

La relación entre gobierno y humoristas ha sido siempre la de un tira y afloja del que los segundos no han salido casi nunca bien parados. De las leyendas en torno al cierre de ‘Caiga quién caiga’ en Telecinco hasta el cambio de portadas de El Jueves en 2014 tras la abdicación del rey Juan Carlos I, que llevaron a un buen número de dibujantes a abandonar la publicación y lanzar por su cuenta Orgullo y satisfacción. Hace apenas tres días, precisamente, la Audiencia Nacional absolvía al concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata del delito de humillación a las víctimas del terrorismo por el que había sido juzgado por un tuit escrito en 2011 en el que manifestaba: "Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcasser para que no vaya Irene Villa a por repuestos". La sentencia, que enmarca los comentarios en el "humor macabro", destaca que no constituyen delito.

Entre un extremo y otro, desde el ámbito social al desarrollo del sector profesional, la prensa satírica lucha por adaptarse, redefinirse y hurgar en las vías de un nuevo público disperso y tecnológico. Entre el mar de redes e infinitos memes, la exposición Prensa satírica y cultura popular valenciana propone echar la vista atrás para situar un momento en el que, como tantos otros, lo que el público busca es una risa. “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla, tenemos una historia que debemos conocer y mostrar. Las heridas hay que abrirlas limpiarlas y que sequen”, indica Enric Nogués. Con Twitter o sin él, una cosa está clara: la socarronería no caduca.

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