VALENCIA. Valencia no sería lo mismo sin su río y, por ende, sin esos puentes que conectan una y otra parte de la ciudad. Y no, no hablamos de dos fichas juntas sobre el tablero del Parchís ni de la unión de dos días festivos. El ilustrador Juanma Martínez, de la mano de la arquitecta Merxe Navarro, quien ha dado “otra dimensión” a la iniciativa, propone un paseo ilustrado para recorrer los puentes que cruzan el cauce seco, un proyecto que lleva por lema ‘A la lluna’ y con el que busca retozar en aquellas historias escritas con piedra o madera. “Si te acercas y los observas puedes ver cicatrices y cosas que te explican cómo han ido evolucionando y cómo se han ido adaptando a la ciudad. Es como una máquina del tiempo para conocer Valencia”, explica el ilustrador.
El recorrido –histórico- comienza en el puente de Serranos, el más antiguo de los existentes sobre el río Turia y cuyo aspecto actual data de 1518, tercera versión del original árabe que vino de la mano del ‘picapedero’ Juan Bautista Corberà. Peatonalizado en 2012 y parte de una de las postales imprescindibles de la ciudad este es protagonista directo, además, del origen de la expresión ‘a la lluna de València’ que da título a la serie. Esta frase, que hoy en día se utiliza para expresar aquellas esperanzas frustradas sobre lo que se deseaba o pretendía, tenía en su origen un significado prácticamente literal, pues con ella se refería a aquellos que no llegaban a tiempo antes del cierre de las puertas de las torres y se quedaban bajo la luz de la luna sin poder cruzar el portón.
Si bien la primera idea fue la de plasmar el proyecto a través de una serie fotográfica, finalmente esto se descartó para, este verano, sacar de la nevera la idea y llevarla a la vida a través del dibujo. Cronológicamente, el viaje acaba en los puentes de l’Assut de l’Or (2008), firmado por Santiago Calatrava y parte del gigante que supone la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y el Pont de Fusta (2012), de José María Tomás Llavador. Este último sustituye al original que le da nombre y que quedó destruido por la riada de 1957, uno de los puentes retratados más curiosos pues es el único asimétrico –para tráfico rodado y peatonal- y ejecutado en madera, tal y como indica su nombre.
La lista se completa con los puentes de Aragón, del Nou d’Octubre, de la Trinitat, de l’Àngel Custodi, de Campanar, de Sant Josep, de Les Arts, de les Drassanes, de Montolivet, del Real, de la Mar, del Regne, de les Flors, d’Ademús y de l’Exposició. Pero, y a todo esto, ¿por qué puentes? “Los he visto y paseado desde siempre, por arriba y por abajo. Es la suerte de tener un río sin agua. Poder verlos desde abajo, desde un punto de vista distinto al habitual, es algo curioso”, explica Juanma Martínez. El minucioso trabajo les ha llevado a consultar desde fotos y mapas antiguos hasta Google Maps, todo para seleccionar la vista más característica de cada uno, desde aquellos más ornamentados hasta los más funcionales. "El resultado final ha sido que la mayoría son vistas de alzados, pero también hay plantas, secciones, esculturas y hasta una reinterpretación del Pont del Regne en formato libro. Para mi es una de las mejores de la serie".
De puentes y fachadas
El proyecto ‘A la lluna’ se trata del segundo recorrido ilustrado creado por Juanma Martínez, que ya hizo lo propio con algunos de los edificios más característicos de la ciudad, un proyecto personal en que ilustró las viviendas más representativas y curiosas de la ciudad. Así, con la serie ‘Carrer de la Il·lustració’ capturó las fachadas de algunos inmuebles como el Mercado de Colón, que este año celebra su centenario; el edificio Rialto, que vigila desde 1935 la plaza del Ayuntamiento; la fachada más estrecha de Europa, ubicada en el número 6 de la plaza Lope de Vega; la Torre de Ripalda-La Pagoda, de la década de los 60, o el Espai Verd de Benimaclet, que data de los años 80.
Este es un segundo recorrido a la ciudad pero no así una segunda parte ni un trabajo vinculado a 'A la lluna'. “Aquí la premisa es distinta. En la anterior serie quería poner en valor aquellas fachadas, había un objetivo que era dar visibilidad, a mi manera, y a una escala determinada. En el caso de los puentes no tengo ese objetivo. Los puentes ya tienen visibilidad, algunos como monumento y otros por cercanía a lugares más populares. Pero es cierto que hay otros muy desconocidos y pasan desapercibidos, como el de Campanar o el de Ademuz”, explica el diseñador. La ciudad parece infinita para Martínez pues, recientemente, ha ilustrado La poliédrica guía de Benimaclet, que formó parte del festival ConFusión. Valencia se cruza y, también, se ilustra.