He escrito y borrado más de cien veces esta primera línea.
Primero pensé en reivindicar la figura del comandante segorbino Julio Cervera como verdadero inventor de la radio. En 1902 fue el primero en transmitir la voz humana sin hilos. Se quedó sin apoyos para patentar el invento, algo que sí estuvo al alcance de Guillermo Marconi al que muchos aún atribuyen erróneamente la invención de la radio.
Pero pensé que esas ondas hertzianas que utilizó Cervera son sólo uno de los múltiples canales por los que se puede transmitir. La radio online, las diferentes plataformas de podcast, el DAB y hasta la TDT son capaces de hacer llegar el contenido a los oídos de los que quieren escuchar.
Después creí que había que hablar del español como primera lengua en las transmisiones regulares de la radio. Cuatro estudiantes de medicina se encaramaron a la azotea del Teatro Coliseo de Buenos Aires y comenzó la magia.
Pero me pareció que el idioma es sólo uno de los múltiples elementos que trasladan sensaciones a través de la radio. El tono, la música, los efectos y hasta el silencio construyen esa comunicación tan emocional.
El centenario de esas primeras transmisiones pudo ser otro motivo para comenzar este artículo. Pero qué importa que la fecha sea redonda, si la radio sigue siendo una jovenzuela que se renueva cada día. Nace con el sol y no muere nunca.
La celebración de este Día Mundial gracias a la iniciativa de la Academia Española de la Radio y el honor de que haya otorgado su aval a Plaza Radio para conmemorarlo también construyeron, en algún momento, el primer párrafo de este escrito. Pero la radio hay que celebrarla por encima de quién organice. Es de todos y su celebración no se le puede entregar a nadie más que a los oyentes.
Quise escribir sobre los maestros de la radio, pero temí que los míos no fueran los tuyos. Pensé que cada uno de los que alguna vez se ha puesto delante de un micrófono, ha dejado un rastro que ha ayudado a hacer grande este medio.
Así que llegué al final y pensé que necesitaba mil líneas en una. Porque la radio es la historia de cada oyente, la banda sonora de cada una de sus vidas. Y esa es la magia.