VALÈNCIA (EFE). El sobrepeso y la obesidad infantil duplican sus cifras a menor poder adquisitivo, y mientras en familias con rentas superiores a 36.000 euros anuales representan un 23 por ciento, en aquellas cuyos ingresos son inferiores a los 12.000 euros al año afectan al 50 por ciento de los menores.
Esta es una de las conclusiones del Estudio Enpiv (Evaluación Nutricional de la Población Infantil de Valencia) realizado por el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa) tras analizar y cruzar durante dos años los datos de peso y talla y las medidas antropométricas de casi 700 menores de 5 a 14 años con los aspectos socioeconómicos de sus progenitores.
Estos datos, que se han dado a conocer este viernes en la jornada “Determinantes sociales y ambiente obesogénico: radiografía de la salud alimentaria infantil” celebrada en Las Naves, señalan que el 65 % de los menores encuestados no llega a las recomendaciones mínimas de ingesta de fruta y verdura diarias, uno de cada tres excede la cantidad máxima de azúcar que es deseable consumir y el 86 % necesita mejorar su alimentación.
El estudio se completa con entrevistas a las familias, de las que un 20 % afirma que ha necesitado ir al nutricionista y no ha podido hacerlo por no tener acceso a esta figura sanitaria de manera gratuita.
El presidente de CODiNuCoVa, Luis Cabañas, ha subrayado que España se encuentra a la cola de los países de nuestro entorno en cuanto a acceso gratuito, equitativo y universal a un profesional de la Nutrición, no hay dietistas-nutricionistas en la sanidad pública y "es una cuestión que no podemos ni pasar por alto ni dejar para más adelante”.
"Nos hemos dado cuenta de que el 40 por ciento de la población infantil tiene un problema exceso de peso, lo cual es un dato elevado, y hemos visto que el 86 por ciento de los niños y niñas no sigue una dieta compatible con la mediterránea" ha indicado Cabañas.
Según Cabañas, el determinante de la salud que mejor explica la evolución del exceso de masa grasa, comúnmente llamado sobrepeso y obesidad, es el poder adquisitivo y los problemas económicos.
Se trata del primer estudio de esta características, que cruza datos de niños y niñas de 5 a 14 años de la ciudad de Valencia con aspectos socioeconómicos de estos menores y sus familias, como el nivel de renta, la actividad física, el tiempo frente a las pantallas o el acceso a alimentos de calidad en función de su capacidad económica.
Todo ello para conocer los determinantes que causan los problemas de sobrepeso y obesidad en esta etapa vital, y que en el 70 % de los casos se perpetúan en la edad adulta, indica Cabañas, que añade que lo que más debe llamar la atención de este estudio es que el sobrepeso y la obesidad infantil "duplican sus cifras cuanto menor es el poder adquisitivo".
"Esto ya no es una opinión, ni una crítica ni mucho menos una moda: es una realidad, un gran problema de Salud Pública y como tal debe abordarse y atajarse con voluntad desde las administraciones”, ha señalado Cabañas.
El Estudio ENPIV, que ha contado con la colaboración de Las Naves del Ayuntamiento de València y de la Oficina de Estadística municipal, también refleja los hábitos de alimentación y de actividad física de la población encuestada.
Por lo que se refiere a la actividad física, concluye que el 30 % de los menores no realiza ningún tipo de ejercicio (fuera del entorno escolar), mientras que el tiempo de exposición a las pantallas (televisión, tableta, videoconsolas y móviles) es de entre 2 y 3 horas diarias.
Además, en dos de cada cinco hogares encuestados existe preocupación por no poder comprar comida, y los problemas económicos han provocado comprar o comer menos alimentos en uno de cada cuatro hogares y han impedido al 20 % de las personas acudir a un dietista-nutriticionista, según el informe.
Con respecto a las soluciones a este problema, Cabañas ha dicho que uno de ellos sería reducir los impuestos a los alimentos que son saludables y aumentar los de las bebidas azucaradas o aquellas cosas que no son saludables. "Tenemos que defender la alimentación como un derecho humano, tiene que ser suficiente, variada y digna", ha destacado.
Según el Estudio ENPIV, dos de cada cinco menores participantes presentaban inseguridad alimentaria leve y un 6 % inseguridad moderada y severa, es decir, “riesgo en el acceso o acceso deficiente a alimentos en calidad o cantidad suficiente”, ha explicado Luis Cabañas.
Añade que el 28 % de los niños y niñas con inseguridad alimentaria moderada o severa presentan obesidad, 10 puntos porcentuales por encima de la media, y el peso general y las mediciones de cintura y pliegue tricipital -dos pruebas básicas en un estudio de composición corporal que realizan los profesionales de la Nutrición-, también son superiores, lo que indican un mayor volumen y exceso de masa grasa.
La jornada ha contado con la intervención del dietista-nutricionista y tecnólogo de los alimentos Aitor Sánchez, autor del libro “Mi Dieta Cojea” y del perfil de redes con el mismo nombre, con más de 300.000 seguidores, quien ha afirmado que el “bombardeo” publicitario hoy en día "es multiplataforma y no siempre lo percibimos", además de estar expuestos a lo que califica como “no comida”.
“La exposición a la publicidad infantil de alimentos malsanos sabemos que tiene un impacto negativo en la alimentación de nuestros niños y niñas. Además, suele ser mayoritariamente de productos de un perfil poco saludable y que desplazan a otros alimentos sanos que son clave para el correcto crecimiento y el desarrollo", ha afirmado.
De hecho, ha asegurado, la publicidad de alimentos saludables o productos frescos es "prácticamente inexistente, lo que condiciona las decisiones de compra", y ha indicado que este impacto en los hábitos de compra junto a la facilidad de acceso, en términos económicos, a los productos ultraprocesados, "es una de las causas de la mala alimentación infantil".
Sánchez ha explicado que en España tenemos una regulación publicitaria infantil pero "es muy laxa, apenas se hace nada" y aunque en 2012 se hizo una pequeña actualización, los estudios científicos muestran que no se cumplen esos estándares de autocontrol, y ha abogado por "aprender" de países como Chile o Quebec, donde el control publicitario ha tenido muy buenos resultados.