VALENCIA. La tercera edición del SanSan Festival se celebró. Y en Gandia. Ese fue el gran éxito (y el de no pocos de sus conciertos) para organización, público y bandas, aunque algunas de ellas se cayeran del cartel tras la desaparición in extremis del tercer escenario (pesó especialmente la de The Parrots o Vive Suecia). Las exigencias de cumplimiento normativo y de seguridad estuvieron a punto de asfixiar al certamen que tuvo que abandonar su ubicación habitual, el resort construido sobre una zona medioambientalmente protegida (Wonderwall) y su nuevo espacio en el complejo de de ocio nocturno Falkata.
A las 19:05 horas del jueves, la página en Facebook del festival publicaba en mayúsculas: "HABRÁ SANSAN", "pese a los rumores" y hasta compartía los documentos oficiales de certificación. Transparencia asumida, el nuevo recinto sorprendió a sus clientes por ofrecer una superficie aparentemente inferior a la de su ubicación original y por la proximidad con miles de apartamentos que, tal y como ha podido saber este diario, han mantenido a través de asociaciones de vecinos tensiones previas con el Ajuntament de Gandia. De hecho, ninguna de las partes esquiva la realidad de que, difícilmente, el recinto de Falkata volverá a acoger una edición del festival
Pero el SanSan ha cumplido con su tercera edición. Con artistas desaparecidos del cartel horas antes de la apertura de puertas, embutido en el corsé de Falkata, con la llegada de un refuerzo de baños el tercer día para solventar colas difíciles de justificar, con una sorprendente cadena de voluntarios haciendo batidas de limpieza, con todo, sucedió. Y no solo eso, acabó por acoger lo más importante: algunos de los primeros conciertos de la temporada de festivales a los que cabe dedicarles atenciones.
Si nada cambia, tal y como viene publicando Valencia Plaza, este 2016 será el último año en el que los festivales de la Comunitat Valenciana trabajen con cifras de asistencia (y hasta en tiempo real) propias. La normativa autonómica obligará a mantener un control y registro de personas en el interior del recinto y que han disfrutado del festival. Hasta entonces, las cifras de la temporada de festivales arrancan con los 36.000 asistentes del SanSan (8.500 el jueves, 9.300 el viernes, 10.200 el sábado y 8.000 el domingo), siempre según los conteos de la organización.
Los 50 artistas nacionales se encontraron, casi en su totalidad, con dos aspectos a destacar en el haber de la organización: una producción de sonido notable y una puntualidad a agradecer. En gran medida, el primero de los destacados tuvo mucho que ver con la talla de los artistas que, una vez dentro del festival, si es cierto que mantienen una relación bastante agradecida con el mismo. Pese a que en esta edición no existía un blackline fijo, algo inusual y que complica los horarios y trasuntos de trabajo en el escenario, la fidelidad de los conciertos con trabajos a destacar.
Entre todos ellos, escogiendo la cifra de seis por celebrar distintos aspectos de lo aportado en este primer festival de la temporada, Izal, Mucho, Amatria, Loquillo, L.A. o Zahara. Los primeros estiraron el fin de semana como gran concierto de la jornada del jueves, demostrando que Copacabana (Hook Ediciones Musicales, 2015) va a tener una segunda gira este año en la que a su asentada técnica le van a aportar un repertorio cantado íntegramente por parte de su público. Del propio y del ajeno, las canciones de esta banda les deja en una posición inmejorable para defender uno de los conciertos más ricos e interesantes del rock y el pop actual en España. Son las canciones las que en su caso -y a diferencia de tantos- acaban por no quebrar la frágil línea de la fidelidad, que en el SanSan se mostró profundamente a su favor.
Mayor sorpresa produjo la actuación de Mucho, encuadrados en el primer slot de la tarde del domingo, para presentar Pidiendo a las puertas del infierno (Marxophone/Gran Sol, 2016). El disco, todavía tierno de escuchas, cambio de tercio considerable en su carrera, se encamina a consolidarse como el más sobresaliente del cuarteto que para el SanSan tuvo la genial aportación de Emilio Saiz (Iván Ferreiro o Russian Red, entre otros). Marti Peranau, voz cada año más solemne, guitarrista y teclas de la banda, dijo de él que era "el mejor guitarrista del mundo". La fórmula sobre el escenario fue, por mucho, uno de los mejores conciertos de todo el festival. Sorprende, con semejante alineación y semejante disco, su ausencia de fechas por grandes festivales, con la grata salvedad del Sonorama.
Otro desparpajo andante es Joni Antequera, escudado bajo el heterónimo de Amatria y que esta temporada va a capitalizar el éxito de un auténtico himno festivalero: 'Chinches'. Con una formación de trío en constante movimiento, su actuación del viernes fue como un oasis de fiesta -de nuevo bajo la solana de los horarios intempestivos- en el que al público se le olvidó por completo que aquello eran las cinco de la tarde y que quedaba más de medio festival por delante. Pocos artistas emergentes cuentan con una canción 'millonaria' en reproducciones dentro de las chivatas estadísticas de las plataformas digitales y 'Chinches' ha empezado a arrastrar hasta Amatria (Subterfuge, 2015) a ese público festivalero capaz de paladear algo más interesante que crescendos, sintetizadores de la Ruta del Bakalao, coreables a penique y letras bajo consignas puramente infantiles. De este tipo de bandas, dedicadas al efectivismo festivalero, el SanSan tiene una colección permanente, nada distinta a la de otros certámenes similares. Ese tipo de intereses se deben buscar en otra crónica.
La apuesta del festival por estrenar el nuevo disco de Loquillo en mitad del cartel se convirtió en un lujo para una cuarta jornada. Con cuatro decenas de conciertos a las espaldas, los asistentes pudieron desintegrarse echando la vista atrás hacia el buen hacer del rock en España. Respeto por estructuras de canción imperecederas y, sobre todo, respeto por la música en directo. No es una seña propia del SanSan, pero la escalada de desafectos hacia la interpretación en vivo en el escenario de artistas nacionales ha pasado de preocupante a crítica y, frente a la aceptación del playback como modus operandi a encajar como si nada (Nancys Rubias), un concierto como el de Sanz Beltrán y sus escuderos solo es capaz de inocular en un público joven un disfrute intenso.
Se agradeció, se aplaudió y hasta permitió un cruce de público e intergeneracional seguramente más interesante que el sucedido con Rayden (demasiado desubicado precisamente por público) o Mojinos Eskozios (desubicados sin más). Algo cruzados siguen L.A., una banda que opera musicalmente en una liga de autoexigencia por perfeccionamiento casi única, pero que sigue adoleciendo de temas capaces de conectar con un público más amplio. Pocos en la platea de Falkata eran capaces de titubear al alarde de rock (este sí que 'n roll) del mallorquín Luís Alberto, aportando una latitud americana necesaria en un festival que reúne, eso sí, a algunas de las mejores bandas nacionales de estos estilos.
Otro concierto redondo del SanSan 2016 fue el de Zahara, continuando su gira Santa que si parece le granjeará otras actuaciones multitudinarias en festivales (como el de Les Arts, 10 y 11 de junio en Valencia). El gran valor de la cantante y compositora de Úbeda se mantiene en las potentes colecciones de músicos en escena y la suma a estos de su valor interpretativo. En el SanSan no escatimó en esfuerzos para conectar cimas más actuales de su carrera, como la infranqueable 'Frío', con un público más proclive a dejarse llevar por ritmos más frenéticos y soluciones menos delicadas. Pero no hubo forma y Zahara, que a estas alturas bien podría ser un referente de uso común para la música en España, abatió de oficio a los presentes con un completísimo directo.
En el imaginario colectivo de los asistentes permanecerán también los conciertos capaces de congregar a un mayor número de público, como los de Fangoria, Supersubmarina, Dorian, Varry Brava e incluso La Habitación Roja o LaMODA. Los dos últimos rodando (y rondando) por primera vez canciones de sus discos de 2016, Alaska y Canut con una suerte de piloto automático a estas alturas del año y los jienenses, en un directo de interpretación más agarrotada de lo habitual, haciendo valer la fidelidad de su público. Dorian estiran este 2016 la 'celebración' de un décimo aniversario que, setlist en mano, se inició años antes y se replica sin que el efecto de experiencia repetida cause algo distinto. Y Varry Brava también convenció al público.
Sí merecen destacarse los directos de Modelo de Respuesta Polar y Polock, jugando en casa, que dejaron caer al menos dos canciones de sus discos para este año (en unas semanas para los primeros, en unos meses para los segundos) entre lo mejor de sus conciertos. Corizonas, en las antípodas de las programaciones y el falseado de directo imperante, aleccionadores rock en ristre. Angel Stanich, algo disperso -pese al buen hacer- con letras que a veces son como puños atravesando el gelatinoso ambiente de un festival en sus primeras horas. A Grises la pole position (tras el baño de masas de Supersubmarina, en torno a las 2 de la madrugada del sábado) acabó por no ayudarles en la conectividad general de sus poderosas ideas con un público que a esas horas, el día de antes, estaba frotándose con Varry Brava o Nancys Rubias.
El SanSan se enfrenta a su propia existencia durante los próximos meses. La tercer edición ha servido para consolidar sus dos grandes valores: reunión de una parte noble de la escena de la música en España en una fecha sin competencia. Sin embargo, para la organización ha sido una edición de gran desgaste, deslocalizados de su espacio original y 'atrapados' en Falkata. Las ofertas de poblaciones próximas para 'quedarse' con el festival existían y se presume que van a reactivarse, toda vez que la descoordinación entre ayuntamiento y festival ha sido notable con acusaciones veladas y públicas en comunicados reiterativos: "motivos ajenos a la organización", "motivos ajenos al Ayuntamiento". La descoordinación no es distinta entre empresarios hosteleros, que avivaron la recuperación del festival para Gandia en el impass de sede el pasado otoño, y los vecinos asociados de la capital de la Safor.
Una baza de la que poco se habla y que durante estas dos últimas ediciones ha sido crucial para entender la entidad del festival es la relación del este con los propios artistas. Quepa como cierre una anécdota que casi todos los asistentes recordarán, cuando José Chino, el cantante de Supersubmarina, en el ecuador de su actuación inició un alegato en favor del propio festival al que, aseguró, "no han dejado de ponerle trabas". No encontró precisamente el aplauso del público al que reconoció estar metiéndose "en camisa de once varas", pero que sirvió y por mucho para confirmar la comunión y sintonía que artistas y grupos mantienen con el festival. Se celebre donde se celebre en 2017, no es pequeño el aval que esta tercera edición ha terminado por confirmarse en el SanSan.