Los estudiantes siguen protestando por los problemas de gestión pese a tratarse de su quinto año
VALENCIA. Desde que el pasado mes de noviembre el investigador y profesor Javier Bascuñán Cortés presentara su dimisión al frente del Máster Universitario de Profesor de Educación Secundaria, uno de los más concurridos entre los ofertados por la Universitat de València (UV), nadie ha asumido la responsabilidad de la dirección. Esta situación ha perpetuado la descoordinación académica del posgrado que suscita numerosas críticas entre los alumnos, sin que exista una figura clara a la que dirigir las quejas.
A partir de la renuncia, corresponde a la Comisión de Coordinación Académica (CCA) nombrar un nuevo responsable entre sus propios integrantes. Sin embargo, ninguno de los seis miembros restantes ha decidido dar un paso al frente ni responder preguntas de este periódico. Sí ha dado explicaciones Bascuñán, quien continúa siendo docente de la UV en el Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación, para atribuir su marcha a motivos “estrictamente personales”. Ahora bien, admite que cuatro años al frente de la tiulación, donde solo esperaba estar dos, conllevan "desgaste" y "cansancio".
El Máster de Educación Secundaria, que ahora mismo celebra su última edición, ha encarado este tipo de problemas desde su arranque en 2010. Por modificación de la normativa estatal en materia educativa (Ley Orgánica 2/2006), venía a ser un sustituto del malogrado Curso de Adaptación Pedagógica (CAP), pero siempre se le reprochó “la carencia de medios”. Todo ello le costó una protesta al entonces rector, Francisco Tomás, con pitos y pancartas incluidas, cuando se disponía a comparecer ante la prensa en 2010. El responsable llamó entonces a la “comprensión” por ser una primera edición y se comprometió a acometer mejoras.
Cinco años después, poco parece haber cambiado. Las críticas por parte del alumnado siguen siendo las mismas: "falta de información sobre los plazos de matrícula y la duración de las asignaturas, nula coordinación entre el profesorado, solapamiento entre contenidos, carga de trabajo poco realista o mala gestión del proceso de prácticas".
Bascuñán asume que han existido "dificultades desde el principio". "Es un Máster especial por lo específico, por el volumen y por la dependencia de distintos centros", explica. El posgrado está vinculado a la Facultad de Magisterio y a la de Pedgogía. "A la vez vienen personas de todas las especialidades, licenciados que proceden de Biología, Química, Filología, Sociología... Eso repercute en multiplicidad de intereses divergentes", añade.
No obstante, considera que cuando él asumió la dirección en 2011 "era todo mil veces más complicado". "Las dificultades no son ni mayores ni menores que en otros posgrados o en otras ciudades de España", defiende. Es cierto que el modelo de formación del profesorado de Secundaria ha sido ampliamente discutido desde hace años, hasta el punto de que ahora se debate una futura renovación "más próxima al MIR". "Un máster grande de una universidad grande tiene más problemas que uno pequeñito, es solo eso", concluye.
Desde luego, se trata de una opción de posgrado con amplia demanda. Este año alrededor de 800 alumnos se han matriculado en sus diferentes especialidades, pero en ediciones anteriores se ha llegado al millar. Por ello, llama la atención que las clases se impartan en el edificio de la antigua Escuela de Magisterio, en la calle de Alcalde Reig, un enclave claramente envejecido y que ya fue descartado para otras titulaciones. Y eso, pese a que la Universitat de València cuenta con unas instalaciones nuevas, las de la Facultad de Magisterio, en la Avenida de los Naranjos, para las que se invirtieron más de 27 millones de euros.
Una situación desconcertante para una línea de posgrado que, a razón de 800 alumnos, reporta considerables ingresos a la Universitat de València. La matrícula en todos los créditos de un curso alcanza los 1.100 euros aproximadamente, por lo que al menos se han recaudado unos 880.000 euros este año, sin contar con quienes repiten asignaturas. Una cantidad lo suficientemente jugosa como para haber subsanado todas sus deficiencias.