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CINES DE VALÈNCIA

120 años del Cinematógrafo de La Paz, el primer cine de València

  • Edificio Bolinches, donde se fundó el Cinematógrafo La Paz.
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VALÈNCIA. Como en todas las grandes artes, no hay una fecha específica en el que se pueda hablar del nacimiento del cine. Sin embargo, hay algunas efemérides se pueden poner encima de la mesa: en 1895 se presenta el cinematógrafo Lumière; en València llega el 10 de septiembre de 1896 y el 25 de octubre se proyecta la película Llegada de un tren de Teruel a Segorbe. El año siguiente, 1897, surgen los primeros barracones cinematográficos en las ferias de Julio y Navidad. Meses después se empiezan a establecer exhibiciones cinematográficas más estables, como el Salón Novedades.

También se cumplen 120 años de esta: el 26 de marzo de 1905 se abrió el Cinematógrafo de La Paz, el primer local construido únicamente como cine. El gran paso de la madurez de la experiencia cinematográfica. “En los inicios del cine, los cinematografistas alquilaban teatros para sus proyecciones, donde las carteleras alternaban las obras teatrales y sainetes con los anuncios de la proyección de películas. (…) Casi inmediatamente surgió la barraca de cinematógrafo, una carpa portátil donde los primeros empresarios no precisaban de un teatro o un corral de comedias para hacer las delicias de los más curiosos. (…) Poco a poco, y agotada la novedad en la primera década del siglo XX, se fueron construyendo los primeros cines, dedicados exclusivamente a la proyección de películas”, explica Yuri Aguilar en A luz de la luna.

Se estaba estableciendo una nueva ventana. “El espectáculo cinematográfico hubo de esperar una larga etapa de casi diez años en la que la falta de un entramado industrial sobre el que apoyarse y el desprecio de las clases dominantes hacia todo aquello que estuviera relacionado con él determinó la lentitud de su proceso de introducción”, contextualiza Nacho Lahoz en Historia del cine valenciano.

El mismo año abriría otro cine, el Moderno, que en diferentes etapas alargaría su vida hasta 1929. “En ambos casos, las notas informativas publicadas en la prensa local comentaban la cuidadosa decoración y las comodidades que se ofrecían al público como hasta ahora no se habían hecho en esta clase de espectáculos. De esta forma, la reticente prensa valenciana se hacía eco de la inevitable presencia del cine entre los espectáculos que se ofrecían en la ciudad, al tiempo que constataba el crecimientos de su público”, continúa Lahoz.

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Según relata también Severiano Iglesias en el libro Cines olvidados, Valencia, periferia y pedanías: “Un mes después el cine estrenaría dos cortos de la entrada de S. M. en Valencia, que fueron filmadas por su propio equipo de operadores que seguirían produciendo nuevas películas que retrataban diversos aspectos del pueblo valenciano, lo que era muy del agrado del público. La empresa también programó películas elaboradas por la potente productora local Casa Cuesta Films aunque finalmente se decantó por la representación en la ciudad del Túria de la alquiladora barcelonesa Cinematógrafos Martín del Olmo”.

“Su propietario no sólo fijó su atención empresarial hacia la exhibición cinematográfica, sino que también contrató a personal para poder filmar material propio para clientela. Con esta actividad se convierte en distribuidor de film y así logró mentir hasta el final de la década, momento cuando el volumen del negocio supera sus propias posibilidades financieras, lo que llevará su negocio a la quiebra”, continua el relato Miguel Tejedor en Els cines de València.

El inicio de una obsesión

Las largas colas del público en los diferentes espacios que ponían películas impuso el cine como una nueva forma de entretenimiento. Contra todo, fue la prueba y el error los que fueron afinando la red de cines en la ciudad.

A partir del Cinematógrafo de La Paz (ahora una oficina de turismo en la calle del mismo nombre) o del Moderno, llegarían otros tantos. Si tardó en instalarse, finalmente se quedaría durante todo el siglo XX como uno de los elementos esenciales de València.

Los retazos de los libros también demuestran que, con el cine, nació su obsesión por ellos. Los diferentes estudios y recopilaciones sobre ellos ya empiezan a pedir una balda específica. Tan solo en 2025, Yuri Aguilar ha publicado unas memorias del cine ambulante en la Comunitat y el Ayuntamiento de València ha reeditado Els cines de València, el gran estudio de Miguel Tejedor, ahora ampliado.

 

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