CASTELLÓ. Ser el último videoclub que queda en Castellón puede hacerte sentir un poco más especial. “Para lo bueno y para lo malo, porque eres el último después de algo”, apostilla Matías Fernández, dueño del establecimiento Sensal (Av. de Chatellerault, 3b). Lo cierto es que lejos quedan aquellos años en los que Fernández abrió su negocio en una ciudad que aglutinaba otros 23 videoclubs. “Estás haciendo una locura”, le decían. Y es que el Sensal abrió además sus puertas en 2007, cuando la crisis financiera acechaba y muchos empezaban a olerse el funesto final que les esperaba. Sin embargo, su empeño por este negocio venía de 20 años atrás, cuando Fernández tenía otro local abierto en Alicante. “Nunca he pensado en cerrar. El día que no me dé para pagar la gasolina haré otra cosa, pero ahora me da lo mismo que cualquier otro trabajo de cualquier sitio”.
Sus palabras suenan sin quererlo a resistencia. Lo son en un momento en el que en toda España no hay más de 300 videoclubs, cien menos que en el año anterior. Pero Fernández prefiere decir que es el “único” y no el “último” que continúa con esta práctica en la ciudad. “El camino de año a año es de ir haciendo, hasta que no podamos más. Tampoco me he planteado aguantar hasta la jubilación. Para eso me quedan 31 o 32 años y me imagino que cerraré antes. Cuando cierre desaparecerá”, reconoce el mismo. Antes de que eso pueda ocurrir, hablemos de ese cine que todavía hoy se cuece en el Sensal.