Cine

DEL DIRECTOR VALENCIANO JOECAR HANNA

‘Talk Me’: el corto valenciano con el aval de Spike Lee que competirá en Cannes

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VALÈNCIA. Imagina un mundo en el que el sexo sea la norma y no forme parte de la intimidad de cada uno. En el que te líes con el autobusero como agradecimiento por abrirte las puertas, en el que sea malo que te pillen sin estar besándote con alguien constantemente y en el que encerrarse a escuchar un disco sea casi un acto prohibido. 

Un mundo en el que los introvertidos sean los raros, y en el que se suponga que todas las personas tienen una líbido constante. Ahora ya no hace falta imaginarlo más, ese mundo está aquí, en la pantalla. Este es el universo distópico que construye el director valenciano Joecar Hanna en su nuevo cortometraje Talk Me, un trabajo que es una “locura absoluta” tal y como lo define el propio Hanna, que competirá en el Festival de Cannes y que dejó pasmado al mismo Spike Lee, que firma como productor ejecutivo en los créditos.

 

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Una historia que en menos de veinte minutos pone en duda la vida de dos protagonistas que, aunque no se conocen, tienen mucho entre sí. Pedro es un hombre mestizo -interpretado por el mismo Hanna- que encuentra la vía de escape de su tormentoso matrimonio a través de la música. En una boda, donde se celebra el sexo constante y el amor, conoce a Kira, una “forastera” que busca la intimidad más allá de los besos con lengua y los acercamientos sexuales que son tan comunes en su mundo alternativo que les construye Hanna. 

 

Todo esto sucede mientras pasean por València, Puerto de Sagunto, el Grau Vell y Alginet, haciendo de esta producción una firma 100% valenciana que va a viajar hasta el corazón de la Riviera Francesa del 13 al 24 de mayo. “Es un orgullo poder llevar una producción valenciana como esta hasta Cannes, es la prueba de un trabajo bien hecho y del talento que tenemos en la ciudad”, explica Hanna, quien asegura que no se imaginaba la historia en otro lugar que no fuera València. ¿El motivo? La idea que le inspiró para generar la locura que es Talk Me le surgió mientras vivía en la ciudad, y su “telón colorido” le ayuda a contar la historia de otra manera.

 

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“La historia ya da miedo de por sí y necesitaba llevar el relato a algo menos perturbador. El cielo azul de València, sus calles y sus colores me ayudan a generar un relato que evoca más a lo emocional”. Sus protagonistas pasean por Ciutat Vella, se dejan caer por el Puerto de Sagunto y se acercan a comercios locales como Discos Oldies, que se convierte en un espacio tan importante para el relato que parece casi un tercer protagonista. 

 

Cuando Hanna construye el relato de Talk Me tiene claro que la música es el “lugar” para que sus protagonistas vivan la intimidad, y en este caso viene en forma de canción: We Used to Pray, del proyecto musical de Hanna que tiene el mismo nombre. “La uso para mi historia porque encaja bien y cuenta lo que necesito, la música me ayuda a generar una bonita metáfora dentro de este mundo en el que todo parece más bien pornográfico. Los protagonistas se esconden para escuchar la canción en secreto y la música ayuda a generar un lenguaje propio que los lleva más allá”. 

 

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Este idioma propio que comparten los protagonistas se comprende también en su formato más puro: el vinilo, que se convierte en un emblema dentro del cortometraje. “Discos Oldies es un escenario especial porque vende vinilos, que es un formato que parece olvidado pero es revolucionario. El vinilo da espacio a una lectura sobre el lenguaje más puro de la música y genera ese punto de encuentro en el que nace la intimidad”, explica el director de Talk Me. El proyecto nace, curiosamente, de una entrega que hace el director en el máster de cine de la NYU Tisch School of the Arts en Nueva York, en el que Spike Lee da una de las asignaturas, y ofrece también tutorías personalizadas. 

 

Dentro de este máster Hanna le fue enseñado a Lee algunos de sus trabajos y cuando le contó la idea de Talk Me le dejó fascinado: “Este corto era mi tesis y me dijo que era una locura hacerlo, pero que le interesaba muchísimo la historia. Me ayudó casi enteramente con la financiación y me apoyó con la idea de volver a València para contar la historia. Cuando le enseñé cómo había quedado al final se quedó maravillado, y nos veremos de nuevo en Cannes para celebrar hasta donde hemos llegado”, explica Hanna, quien apunta también que Lee le buscó a través de una compañera un trabajo en la industria para que pudiera costearse algunos gastos “extra” que surgieron durante el rodaje. 

 

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Gracias a Lee y a su ayuda, Hanna se aventura dentro de un universo que parece casi de ciencia ficción en el que juega con todos los extremos y lenguajes. En el cortometraje utiliza su propia música, se pone a sí mismo de personaje protagonista y además se permite incluir personajes que hablan valenciano, cantonés, fang y castellano. 

 

Una “locura” que le permite jugar sobre la imagen y los prejuicios a través del arte: “La idea de introducir varios idiomas viene de una experiencia real en la que me puse a hablar valenciano en un pueblo y todos me miraron extrañados. Me gusta generar ese tipo de impacto y diálogo”, explica el director valenciano de ascendencia china y libanesa. 

 

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Entre decenas de secundarios que no paran de mantener relaciones sexuales por València y sus intermediaciones, Hanna crea su propio mundo, su lenguaje y su arte que conecta con dos protagonistas que buscan una vía de escape a través de la cultura.

 

Lo hace jugando con los límites del cine, hablando de los espacios comunes que surgen en “ninguna parte” y con ideas que no suelen acoplar bien de primeras, pero le plantean un reto: “Trabajo con dos ideas que están muy separadas desde el principio, entre la intimidad y el sexo. A la vez hablo de lo invisible, de las identidades mezcladas y de la idea de no pertenecer a ningún lugar. Empiezo a construir un mundo desde ahí y exploro un lugar emocional en el que las personas puedan encontrarse”. 

 

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