La influencer afincada en Castelló encara el año de su consagración como actriz
CASTELLÓ. Por muy poco, básicamente porque desafina, Cintia García no es motivo de guasa cuando en karaokes, pistas de baile y verbenas suena el himno electropop de Ojete calor Mocatriz. La albaceteña afincada en Castelló es youtuber, modelo y actriz, aunque cada proyecto que suma se asienta más como lo tercero.
En los últimos tiempos se están dando varios casos en el cine español de actores debutantes con una presencia llamativa en redes. Es el caso, por ejemplo, de Carla Quilez, de La maternal (Pilar Palomero, 2022), que llamó la atención de la directora de casting Irene Roqué por un video en Instagram, y el de la entrevista, Cintigar, como así la conocen en redes, fue seleccionada por Eva Leyre y Yolanda Serrano para Las leyes de la frontera (Daniel Monzón, 2021) tras ver sus videos sobre belleza.
A su ritmo, mientras va subiendo en seguidores en su canal de YouTube (435.000 suscriptores) y en sus cuentas de X (32.000 seguidores), TikTok (160.400) e Instagram (228.000), ya ha estrenado dos películas donde incorpora pequeños papeles, la citada adaptación del libro de Javier Cercas y El juego de las llaves (Vicente Villanueva, 2022). Este 2024 se augura como el de su consagración como intérprete, ya que estrenará un largometraje en Netflix en el que al fin tiene un papel protagónico, El campeón, de Carlos Theron, ambientada en el mundo del fútbol, y una serie de la que todavía no puede revelar título ni plataforma. Y todo sin haber hecho las maletas para instalarse en Madrid, afincada en la capital de la Plana Alta: “No vivo allí porque es carísimo. Es una idea equivocada, aunque entiendo que haya actores novatos que la tengan, pero trabaja muy poca gente en esta industria. Si me marcho a Madrid no me van a llover los casting. No me urge y estoy muy bien en Castelló, donde tengo a mi madre, a mi familia y a mi pareja. Si tengo que hacer una prueba, me cojo mi tren y estoy de vuelta”.
-Ahora que ya vas engrosando tu currículum en el audiovisual, ¿te defines como actriz o como influencer?
- Mi primera toma de contacto con una película fue en Las leyes de la frontera con un personaje chiquitín e iba un poco perdida, pero ahora ya me defino más como actriz. Me gusta mucho ser creadora de contenidos, grabar y editar, pero cuando entro en un rodaje, en este momento ya voy más tranquila y segura. Me voy asentando poco a poco. Desde luego, me siento mejor que grabando una campaña de publicidad.
-¿Cómo te has preparado mentalmente para el odio en la red?
-Tengo una comunidad muy bonica, la gente es muy maja. Cuando empecé en 2017 notaba más ese odio, tenía mucho miedo a ser yo misma, era una princesita, hablaba con cuidado para no decir un reverendo coño, cuando yo soy así. Temía mostrarme como era, porque la gente ya se metía conmigo siendo normal, pero un día pensé que iba a mostrarme con naturalidad y fue cuando empezaron a decir, qué guay. Mi profe siempre me repite que lo mejor es ser tú misma. No hay más consejos. Es lo que predico en redes. No tienes que cambiar por nadie. Y tampoco recibo mucho odio porque ya me llamo tonta yo misma.
-De hecho, en la entrevista que David Broncano te hizo en La Resistencia, te referiste a tu presencia en redes como “hacer la penca”.
-Porque me lanzo a todo lo que me digan, me apunto a un bombardeo. Y si no sale, no pasa nada: ese es mi lema. Siempre le digo a mi novio que ojalá los directores se den cuenta de que como Lola Flores, ni canto ni bailo, pero no se la pierdan. Por ejemplo, me siento una iaia en TikTok. No entiendo los códigos ni las cosas que suben y son tendencia, pero lo intento hacer todo. Me encanta hablar con la gente y TikTok es otra red social, aunque donde más estoy es en Instagram.
-¿Quién te llama penca?
-El primero que empezó a hacerlo fue mi mejor amigo, Álex. Ahora me lo llamo yo misma y también mis amigas y mis seguidoras. En mi comunidad hay mucha confianza. Me gusta que se pueda hablar, contesto a los comentarios. Mis seguidoras están muy metidas en mi sueño de ser actriz, así que cada vez que ven que hago algo se alegran. Saben que es mi pasión.
-¿Y quién te llama pecas?
-Nadie, aunque la gente las menciona mucho porque piensan que me las pinto. Es muy recurrente en los comentarios, pero si vieran cómo me refriego la cara con agua... Aun así, como siempre le veo a todo el lado positivo, si la gente piensa que son un filtro debe ser porque son muy bonitas.
-¿Crees que llegará un día en el que dejarán de confundirte con la periodista política argentina que se llama como tú?
-Está gracioso... Haces una búsqueda con mi nombre y sale esta señora. A veces me llegan tuits reprochándome su opinión sobre una ley. Igual a ella le preguntan cómo hacerse el eyeliner... Lo que más estoy esperando es que mi próxima película guste y que me vean. Le tengo muchas ganas a este año, sobre todo de trabajar más.
-¿Cuánto ayuda a la fotogenia estar delante de una cámara para publicar videos en redes desde 2017?
-Lo hablaba con mi profe de interpretación, Víctor Antolí, que ahora también es director de casting. Me decía que es muy guay llevar tantos años en redes en paralelo a mi entrenamiento actoral. Me ha ayudado muchísimo a no tenerle miedo a la cámara, aunque las de rodaje sean un armatoste y unas chivatas, porque todo lo que piensas, se ve. Llevo tantos años hablándole a un objetivo. que entro a escena y no me siento cohibida.
-¿Quién te influye como influencer?
-Lana del Rey es la responsable de mi eyeliner y mi obsesión con la flores en la cabeza, pero ahora mismo las que más me pueden influir, y no tanto como creadora de contenido, son Blanca Suárez y, sobre todo, Carolina Yuste, porque siempre le tocan papeles con carácter, como a mí, enfadicas.
-¿También interpretas a personajes malhumorados en tus próximos proyectos?
-En El campeón doy vida a una Pepito Grillo. Es la voz de la conciencia, muy responsable, muy seria, cuando yo soy un desastre.
–¿Qué importancia ha tenido el humor en tu carrera?
-La comedia forma parte de mi vida. Cuando me pongo delante de la cámara, no pienso en ser graciosa, sino que el humor está en el día a día: no puedo evitar gastar bromas, hacer el tonto... Eso forma parte de ser fiel a mí misma. Se lo regalo mucho a mis personajes.
-También tu acento manchego.
-Mi familia es de Yeste, en Albacete, y todos vinimos aquí porque tenemos un bar en Benicàssim. En casa no se habla valenciano y he mamado el acento. Es natural y bonito que se te pegue, no reniego de mi deje en mis personajes. Las palabras no las pronuncio tan mascadas ni las eses tan claras. También fue muy bonito llegar a mi primer casting hablando normal. Si a las directoras de casting de Las leyes de la frontera les gusté es porque buscaban naturalidad. En el único proyecto en el que no tengo tanto acento es en mi última peli, porque es una chica de Madrid. Lo quité un poquito y me di cuenta de que era el primer personaje en el que sentía que no era Cintia haciendo de Cintia. Cuando lo limo, siento que estoy interpretando a alguien que no soy yo.
-Estos días de Navidad estás haciendo apología del brasero. ¿También es patrimonio familiar?
-Es mi infancia, mi adolescencia y mi adultez. Los amo. Mi pueblo está pegado a Jaén, hace muchísimo frío en invierno y calor en verano. En Navidad siempre me acuerdo de la lumbre de mi abuela y del brasero. Mi tía María, la hermana de mi padre, se vino a Castellón en 2000 y qué alegría la mía que se trajo el brasero. Siempre que me paso por su casa, me pongo un poco en la mesa camilla. Es súper calentito. Si tengo casa el día de mañana, quiero mi brasero.
-¿Tienes pensado regalarle a Broncano en una futura visita a La resistencia otra casita de arcilla de las que hace tu madre?
-En la habitación de la plancha tenemos una repisa llena de casitas. Durante la pandemia, mi madre se puso a hacerlas. Cuando le dije que iba a ir al programa, le hizo ilusión y me pidió que le regalara una. Pensé, maravilla. Son unas casitas preciosas. Las siguientes semanas, mi madre miraba para ver si Broncano la tenía en el plató, y sí, estaba en su mesa. La próxima le llevaré otra que yo ayudé a hacer.
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