VALÈNCIA. A Claudia Torán (València, 1991) le cuesta reconocerse en trabajos que ha hecho hace unos pocos años. Y es normal. Porque su evolución, que pasa por mudarse de València a Londres y de enfrentarse a una tesis doctoral (entre otras cosas), le ha llevado a escenarios creativos muy diferentes. Y los que le esperan.
Llega a Discos Oldies con cinco minutos de retraso y algo apurada. Primero, por las prisas, y segundo por tener que enfrentarse a la cámara. Es uno de los sitios en los que más se reconoce de València porque cuando dejó la ciudad, su imaginario musical estaba basado en el rock 'n' roll y el garage. Minutos después, sentados en una cafetería, Claudia Torán deja ver las cuatro aristas de su carrera: la ilustración, la música, Londres y València.
La ilustración
El principio del camino de Torán fue el Máster de Diseño e Ilustración en la Universidad Politècnica de València. Su experiencia, al lado de compañeros y compañeras de los que puede recitar todos sus hitos con orgullo, fue "una pasada". Cuando acabó se le presentó la oportunidad de hacer el doctorado, y más por curiosidad investigadora que por ambiciones laborales, lo empezó.
El tema escogido para investigar fue la relación entre la industria musical y el arte. Y lo natural para ella, porque su círculo y sus aficiones también andaban por el mismo camino, fue centrar su producción propia también en la música. Empezó haciendo carteles para conciertos a cambio de tener la entrada gratis, y una vez en Londres, siguió un camino que le ha llevado a profesionalizarse, habiendo diseñado durante estos años camisetas, portadas de álbums, carteles, y merchandising para grupos de la escena underground de la ciudad.
Explica que ganar dinero a través de su trabajo no es fácil, porque la "relación de cooperación natural" entre el músico y el artista parece desembocar de manera natural en la dificultad de los dos por profesionalizarse: "la industria es muy complicada, mucho más si te mueves en la escena independiente. Es normal que al principio de tu carrera no te paguen porque las bandas tampoco tienen el dinero para hacerlo, así que tienes que crear una especie de clima conjunto que facilite crecer juntos y cuyo objetivo siempre sea llegar a profesionalizarse", comenta.
Tampoco difunde tanto su arte como podría porque no se reconoce en las dinámicas de las redes sociales: ni tiene una visión tan comercial de su trabajo, ni su estilo ha sido tan marcado como le recomendaron que tuviera ("que quién te quiera contratar pueda ver en un solo click qué y cómo haces las cosas", le aconsejaron). Pero Claudia ha recorrido muchos escenarios diferentes. Y los que le quedan.
La música
Cuenta en la tesis doctoral, que presentó hace pocos meses, que la ilustración fue el primer apoyo de la industria discográfica para presentar los álbums. Las ilustraciones variaban en función del género pero no fue hasta la llegada de Elvis Presley cuando todo cambió. Cuando surgió la figura del ídolo cuya fotografía se convirtió en el objeto más deseado. Le seguirían otros ídolos como The Rolling Stones o The Beatles, que crearían una tendencia que se ha mantenido en el tiempo y que refleja en su tesis: la industria mainstream representada por las grandes discográficas siguen manteniendo la fotografía como su principal apoyo en los álbums, mientras que las independientes son mucho más multidisciplinares. Por otra parte, el Do It Yourself, la serigrafía, la fotocopia o el uso de la fotografía en los fanzines también ha devaluado también el uso de este formato en esta escena musical.
Sin embargo, y esto tal vez sea la mayor preocupación de Claudia actualmente -así lo refleja la conversación con ella- es la de trascender de la ilustración como único formato visible de la relación entre el arte y la música: "no quiero encasillarme porque me interesan mucho más las cosas más experimentales, como el arte sonoro, o cualquier otra forma de relacionar la disciplina musical con un arte que ni siquiera tiene que ser plástico". Y en realidad, aunque lo más carismático que ha mostrado de su carrera hasta ahora tenga que ver con su particular estética en la ilustración, también refleja la inquietud por explorar formatos, técnicas y discursos. Por no ilustrar algo ya creado sino por crear ella misma un dispositivo artístico. Ese es el camino que quiere emprender, aunque no sea el más cómodo: "hay que hacer todo un juego de equilibrio entre la libertad que reivindica el underground y que yo valoro mucho y no pienso renunciar y la aspiración natural a capitalizar tu arte y vivir de él", explica.
Londres y València
"Londres es el oasis del panorama musical mundial. Cada día hay un concierto al que ir en un pub, un grupo nuevo que descubrir". Esta frase es el inicio a una loa a la capital inglesa que se ha formado desde su propia experiencia. Con su llegada a la ciudad, sus horizontes musicales también se ampliaron. Londres es la ciudad que necesitó para saciar su impulso por explorar más allá de València, algo cumplido con creces. Allí, lejos de aislarse, ha formado parte del colectivo de ilustradores e ilustradoras españolas que viven en la ciudad y con los que comparte sonrisas y lágrimas. También ha formado parte, de manera natural, de la escena alternativa de la ciudad. Dos nombres muy ligados a su estancia allí son Two Tribes, de la que se define "el quinto miembro" y Ghost Car, un grupo formado por dos británicas y dos españolas que han pasado por el festival Trueno Rayo y a las que Claudia ha ilustrado la portada del EP que sacarán en menos de un mes.
La entrevista se hace a pocas horas de que vuelva a Londres. El motivo de la semana que ha estado en València ha sido una charla que dio el pasado viernes en el marco de Ilustrafic Talks del Máster de Diseño e Ilustración de la UPV. Unas aulas a las que ha vuelto con mucha ilusión y en las que ve mucha motivación: "me ha encantado volver y ver a gente con tantas ganas de hacer cosas", cuenta.
La pregunta es inevitable. ¿Cómo ves, desde la distancia, el panorama artístico de València?. Resumiendo su respuesta, una de cal y otra de arena. Por una parte, destaca que haya mejorado notablemente una escena de artistas plásticas que ya de por sí tenía tradición: "es increíble y súper positivo todos los referentes (desde el Equipo Crónica hasta todos los nombres emergentes actualmente) y todo el espacio que le da la ciudad a sus creadoras", algo que no deja de ser una excepción. Su propio estudio lo demuestra, históricamente no se ha echado mano ni de ilustradoras, ni de bandas, ni de artistas, algo cuyo combate quiere abanderar y destacar.
Por otra parte, musicalmente cree que la mejora también es latente, pero que aún faltan facilidades para el público y los grupos. "Si los conciertos te cuestan 18€ en vez de 5£ es difícil que el público se fidelice y busque descubrir bandas". Y un recado a la escena local: hace falta creérselo. "Existe una especie de mentalidad española que nos hace acomplejarnos para llamarnos lo que somos. Aquí nos cuesta decirnos hasta ilustradores a veces, y yo he aprendido que aunque no sea tu trabajo principal, tú eres lo que con más orgullo estás desarrollando", explica. Ella es artista, porque no es simplemente ilustradora. Y en eso está, en el todo por hacer.