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Colaboración: la vacuna social contra el coronavirus

En un momento en el que el engranaje social y económico se tambalea a causa del coronavirus, la sociedad ha respondido con su mejor versión, capitaneada por ese aplauso convenido a las ocho de la tarde hacia los sanitarios y miles de empresarios y trabajadores que han ayudado al Gobierno y a la Generalitat a que la tragedia no fuera aún mayor. Una fórmula que debe mantenerse de cara a la reconstrucción

| 21/05/2020 | 19 min, 36 seg

VALÈNCIA.-La sociedad comienza a despertar del virus que paralizó al mundo y lo unió para hacer frente a ese enemigo en común. Una lenta apertura que comienza a palparse en las calles, con la sociedad transitando con mascarilla, los comercios abriendo sus puertas paulatinamente y las empresas recuperando su producción. La «nueva normalidad», como lo bautizó el Gobierno. Lo hacen tras dos meses en los que la ciudadanía se ha volcado en ayudar al prójimo y el tejido empresarial se ha adaptado de forma desorganizada pero efectiva para dar respuesta a las necesidades que iban surgiendo a causa de la crisis sanitaria. Una unión entre sociedad, sector privado y sector público inaudita y que deja tantas lecciones como incógnitas de cara al futuro. La pandemia paralizó casi por completo la economía causando una crisis tan profunda como de incierta duración.

Dos cosas parecen claras: la primera, que empresas y trabajadores quieren ponerse en marcha cuanto antes pero cuanto más dure el confinamiento más lenta y costosa será la recuperación. Y en segundo lugar, que los gobiernos nacional y autonómico deben seguir contando con el sector privado que ha sabido estar a las duras; pueden hacerlo evitando palos en las ruedas y aprovechando el momento para, de la mano, recomponer un tejido productivo mejor que el que teníamos.    

La crisis sanitaria ha movido la capacidad de reacción de las empresas para dar solución a las necesidades que se iban planteando: primero mascarillas, luego batas y respiradores y posteriormente test de detección del virus. «En el momento álgido de la curva muchas empresas se unieron para elaborar material sanitario, otras regalaron colchones o hicieron donativos a los bancos de alimentos», comenta Amparo Bertomeu, presidenta de la Asociación Nacional de Fabricantes y Exportadores de Muebles (Anieme). Una ayuda que ha abierto una nueva vía para algunas empresas pues, por ejemplo, ahora hay una gran demanda de mamparas divisorias para oficinas, restaurantes y bares. «Se ha creado un pequeño nicho de mercado para aquellas empresas que tienen capacidad de destinar una parte de la producción a la elaboración de otros productos, lo que permite contrarrestar la bajada de la demanda», detalla. 

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Una rápida respuesta del sector privado que el profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València y director de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), Andrés García Reche, atribuye al asentamiento de las bases de la innovación: «Detrás de esa reconversión rápida, por ejemplo, del sector textil, hay un sistema de innovación que empieza a consolidarse. Se han acostumbrado a que pueden utilizar un conocimiento que tienen cercano y que además está financiado por el sector público. No es lo mismo que ocurría hace cinco años, cuando la empresa se encontraba aislada de estos centros, y ahora tiene un sistema detrás que le apoya y sabe que, si lo necesita, puede echar mano».

Innovación pero también colaboración, cooperación y coparticipación, como apunta Josep Antoni Ybarra, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante y miembro de la Cátedra Prospect Comunitat Valenciana 2030: «Para hacer frente al coronavirus las empresas se han volcado en una nueva manera de entender las relaciones a todos los niveles». Un trabajo conjunto que considera esencial, junto al cambio de las cadenas productivas, porque de lo contrario «se volverán a cometer los mismos fallos». 

La crisis sanitaria ha sacado a la luz la importancia de la ciencia y su incorporación al proceso productivo. «La sociedad se da cuenta de que la ciencia, la innovación y el conocimiento son los valores más importantes que tiene una sociedad y que eso acaba solucionando los problemas que la sociedad tiene de verdad. Lo que sirve para esta pandemia sirve para el futuro. Es la gran inversión que hagamos en conocimiento lo que nos garantizará un desarrollo sostenible en el futuro y un modelo productivo para tener un nivel de vida aceptable», como apuntaba García Reche en una entrevista en Valencia Plaza. Por su parte, Ybarra sostiene que «la introducción de la ciencia en el proceso productivo es básica para consolidar una industria fuerte y líder en la innovación y, para ello, hay que implicar a la Universidad».

Es evidente que la pandemia ha tenido un impacto inmediato y directo sobre el comercio internacional que ha perjudicado a las empresas con más dependencia del exterior, especialmente de Asia. De hecho, cada vez más compañías se replantean la deslocalización que hicieron en países emergentes para reducir costes. Una tendencia que no es tan reciente. «Hace tiempo que las empresas se plantean la relocalización desde el punto de vista de la calidad y el control del producto pero quizá la crisis de la Covid-19 ha influido en esta línea», puntualiza Ybarra. 

Joaquín Maudos alerta sobre el «grave error» de una excesiva relocalización: «La globalización es fuente de riqueza y no podemos renunciar a ella»

Para Joaquín Maudos, director adjunto del Ivie, esa excesiva relocalización por la que muchos abogan sería un «grave error» por lo que insta a reflexionar y «diversificar geográficamente las fuentes de suministros, para así minimizar el impacto de la paralización de la producción en un país, como ha ocurrido en China». Y señala: «La globalización es fuente de riqueza y no podemos renunciar a ella. Lo que hay que hacer es minimizar los riesgos asociados a la globalización, y esa debe ser una de las principales lecciones de esta crisis».

Un futuro en el que sobrevuela la eterna pregunta: ¿cuándo saldremos de esta? Amparo Bertomeu recuerda que el ADN del sector del mueble es la exportación, por lo que su salida «dependerá de la reactivación de la economía de otros países en los que la Comunitat tiene mayor afinidad —Estados Unidos y China— y también de la movilidad, porque el mercado nacional tardará en activarse». A su vez, se muestra también optimista en la celebración de la Feria Hábitat en septiembre: «Nos comentan que la capacidad hotelera en septiembre será buena; falta que se reactive la restauración y la movilidad entre países».

Para Maudos la clave de la salida también está en la apertura de fronteras: «El peso de los sectores más afectados y que más van a tardar en salir de la crisis (como el turismo) es mayor y — detalla—las restricciones a la movilidad van a afectar más y más tiempo a esos sectores».

En este contexto, el sector privado y el público han formado una alianza elogiada por todos. Tanto es así que para Amparo Bertomeu «ha sido esencial para superar la crisis de la Covid-19 y es deseable que se mantenga esa colaboración porque, con sentido común, saldremos más reforzados». Para Joaquín Maudos lo importante es que la gestión sea profesional —tanto en lo público como en lo privado— y «esté en manos de quien mejor sabe hacerlo». El también catedrático de la Universitat de València argumenta que «en lo público a veces se consiguen economías de escala que hay que aprovechar. La planificación central en ocasiones es necesaria, pero hay que contar con la opinión siempre del sector privado. En el sector público también hay mano de obra muy cualificada (como en Sanidad y Educación), por lo que en esos y otros ámbitos, la gestión pública puede dar buenos resultados». En este sentido Ybarra es tajante: «Esa colaboración es básica y se debe trabajar de cara al futuro». 

La cadena de las mascarillas 

Una alianza que se repite en todos los estamentos de la sociedad y que ha dado origen a una corriente de iniciativas solidarias que se ha extendido por todos los rincones de la Comunitat Valenciana. Las muestras son tan amplias como las redes que se han ido tejiendo para hacer frente a la falta de mascarillas quirúrgicas FFP2 y FFP3. Máquinas de coser o impresoras 3D no han parado de funcionar en casas de personas anónimas que se han coordinado para formar una cadena de producción inaudita. Es el caso de la plataforma online que se ha generado en toda España para fabricar con impresoras 3D productos de protección para sanitarios desde casa.

Son los Coronavirus makers, que hasta la fecha han entregado más de cien mil mascarillas, más de 723.000 viseras y más de 20.000 batas en toda España. En València tienen 1.260 equipos que se organizan por grupos y siguen los modelos que cuelgan en la red para que todos sean makers. «Puedes descargarte el modelo en la página web pero nosotros hicimos modificaciones para perfeccionar la sujeción de la visera con la parte trasera», explica Isabel Cantó, promotora del grupo de Makers en Novelda. 

La joven desde el primer minuto quiso colaborar porque «los sanitarios tienen una valentía que no está pagada; diariamente se exponen al virus para salvar vidas», y lo hizo con la máquina 3D que tenía en casa: «Comenzamos haciendo las viseras con el material que teníamos en casa pero al ver que había mucha demanda de protecciones hicimos un crowfunding para recaudar dinero y comprar más impresoras y material», recuerda. A partir de ahí la rueda comenzó a girar y una treintena de personas elaboran semanalmente 1.500 mascarillas con la donación de bobinas de filamento PLA: «Nosotros ponemos las manos pero la solidaridad de las personas es la que lo hace posible con la aportación de bobinas de filamento para 3D. Y recalca: «no somos más que nadie, queremos colaborar para que la curva baje». 

Movimiento al que también se han adherido empresas como la firma Artefactos que, en coordinación con el Hospital General Universitario de Alicante, ha diseñado máscaras de seguridad para equipos médicos. «Es emocionante cómo se han volcado muchos makers en tratar de ayudar al personal sanitario en estos momentos», explica Ana Ibáñez, responsable de Comunicación de Artefactos.

Más allá de las nuevas tecnologías, miles de personas han cogido sus máquinas de coser para confeccionar mascarillas. En el caso de Gandia, la iniciativa surge de los propios trabajares de Vicky Foods, al ver que el stock no era suficiente para garantizar la salud de los empleados, pero se amplifica al constatar que otras empresas tenían las mismas dificultades. «Fueron las mismas personas que ayudaban a los empleados de Vicky Foods las que, al conocer las necesidades de otras empresas y servicios, mostraron su predisposición para seguir confeccionando mascarillas, más allá de las tres mil iniciales», explican desde la empresa. Ya son 45.000 unidades hechas gracias a la complicidad de esas cuatrocientas personas que diariamente se ponen frente a la máquina de coser. «Es muy emocionante ver cómo cada uno de nosotros aporta lo que puede para ayudar a quienes se juegan la vida por nosotros», comenta Carmen, quien participa de la iniciativa. 

También están las manos expertas de los diseñadores de Petrer, que han cambiado la confección de trajes de Moros y Cristianos por batas y mascarillas para hospitales, centros de salud y otros servicios asistenciales de diferentes puntos de España. Bajo la coordinación del diseñador de ropa festera Fernando Vera ‘Gedeón’, cuarenta personas confeccionan una media de quinientas batas semanales —lleva más de tres mil— que son enviadas a centros sanitarios españoles. «Todo empezó porque una enfermera le pidió a mi hermana que si le podíamos coser unas batas», detalla el diseñador. 

Por su parte, la firma de moda baño Dolores Cortés ha puesto su empeño en fabricar mascarillas higiénicas reutilizables, de las que ya lleva 15.000 unidades. Con la colaboración de un grupo de voluntarios, cortan la tela para proporcionarla ya lista para coser a un grupo de modistas y sastres valencianos que dan respuesta a la escasez de elementos de protección. Unas mascarillas que comprará el Ayuntamiento de Vila-real.

Más de 14.000 voluntarios de Cruz Roja han trabajado en la Comunitat Valenciana para proteger a los más vulnerables

Complicidad también de empresas que utilizan sus instalaciones para desinfectar mascarillas, lavar sábanas o entregar tejidos para batas y gorros. Y es que, desde el Consejo Intertextil Español (CIE) junto a las asociaciones que lo conforman (Ateval y Texfor) solicitaron a las empresas que informaran sobre sus capacidades productivas de telas no tejidas para la fabricación de toallitas y de equipos de protección. Un llamamiento al que se han unido más de cien empresas.

Otras han reconvertido sus negocios para adaptarse al estado de alarma y aportar su granito de arena. Es el caso de quince empresas del sector textil (Cotoblau, Marie Claire, Funcotex, Emo, Ergonatural, Orliman, Rapife, Euromoda, Artevisa, Limit Sport, Hilaturas Temprado, Enguita Hombre, Creaciones Llopis, Punto Nuevo Babidu y Aupa Hogar), que se han unido para confeccionar siete millones de mascarillas al mes homologadas por el Instituto Tecnológico del Textil de la Comunitat (Aitex) y con la licencia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps). En el caso concreto de Marie Claire, semanalmente elabora hasta 125.000 mascarillas y 75.000 batas, lo que ha permitido que muchos trabajadores puedan estar en sus puestos de trabajo: «un tercio de la plantilla de producción, alrededor de cien personas, han vuelto a las plantas de trabajo para sacar adelante el proyecto», explica el director general de la compañía textil, Alberto Planell. 

Cada gesto cuenta. Por eso, Talleres Xuquer, especializada en la producción de materiales compuestos para la industria, ha dado un giro de 180º al negocio para fabricar unos protectores faciales que complementan el uso de mascarillas. Al día fabrican 350 unidades, que «son distribuidas en centros de la zona como el Hospital de la Ribera, Requena o diferentes centros de salud», detalla Víctor Boscá, gerente de la empresa. Otro ejemplo es la empresa Jobelsa que, de la mano de Errequeerre, ha pasado de fabricar tapicería de automóviles a elaborar una media de 1.500 mascarillas y unas cuatrocientas batas al día para paliar el efecto de la Covid-19. 

La ayuda a los más necesitados

Solidaridad que también tiene un solo rostro formado por infinitos píxeles; cada uno de ellos corresponde a un individuo anónimo que con su tiempo tiende una mano a quienes más lo necesitan, aportando lo que puede, desde pasear al perro, bajar la basura o hacer la compra semanal. Gestos que van de puerta en puerta hasta formar una cadena de cuidados que se va extendiendo a todos los rincones. Así sucede en barrios como El Cabanyal, Benimaclet o La Saïdia, cuyos vecindarios se han puesto en contacto para que los colectivos más vulnerables no se sientan solos e incluso garantizan la protección de aquellas personas y grupos con especial vulnerabilidad.

Para proteger a las familias más necesitadas y a las personas dependientes o con síntomas de coronavirus  Cruz Roja ha puesto en marcha Cruz Roja Responde, la mayor movilización de recursos, capacidades y personal de su historia. Solo en la Comunitat Valenciana atienden a 83.000 personas y se espera que en los próximos meses lo haga a unas 200.000. Ataviados con sus chalecos rojos llaman a la puerta de aquellas casas que necesitan alimentos o medicamentos; hacen traslados en ambulancia, llevan los deberes a los niños más vulnerables o atienden a las personas sin techo. Una labor que hasta ahora pasaba desapercibida y que se ha vuelto más esencial con la declaración del estado de alarma por la pandemia del coronavirus. 

En su esfuerzo cuentan con agentes privados. Jaguar Land Rover España y Ford España, por ejemplo, han puesto a su disposición vehículos de sus flotas; Bonaire ha cedido 1.110 metros cuadrados de almacén logístico para el reparto de alimentos, Grupo La Plana ha donado cajas a Cruz Roja Castellón y empresas como Grupo Gallo y Makro Valencia donan alimentos y productos de higiene a Cruz Roja u otros bancos de alimentos. 

En este tiempo, las personas mayores se han quedado sin su sustento de comida o sin poder hacer la compra, pero también sin su vida social. Desde que se decretó el estado de alarma se cerraron los centros de día y se quedaron sin sus actividades. Para atender a sus necesidades, el Ayuntamiento de València puso en marcha un servicio de atención telefónica prestado por funcionarios del área social. Asociaciones como Jovesolides colabora con voluntarios como Antonio Sánchez, quien destaca: «Enseguida vimos la problemática porque la mayoría utiliza los centros de día como lugares de ocio y, al cerrarse, se quedaban solos». Emocionado, expresa que «es maravilloso cómo el tejido social se moviliza y une para dar respuesta a las necesidades que van surgiendo». Al igual que sus compañeros, diariamente llama a una quincena de personas para comprobar que están bien, conversar con ellos y ayudarles en lo que necesiten. «Te cuentan que tienen problemas de salud, que están pendientes de operaciones o revisiones, que se sienten solos... y les ayudamos con la documentación para cuando las oficinas de Servicios Sociales abran», concreta.  

Tampoco hay que olvidar las iniciativas para hacer más llevadera la cuarentena, con partidas de bingo a viva voz o artistas amenizando la velada. Uno de ellos es Raúl Junquera, que cuando acaban los aplausos para los sanitarios, el sonido de su trompeta llega a los hogares, que esperan con ansia su ‘concierto’ y le obsequian con sus aplausos. La propuesta del prestigioso solista de trompeta (toca en la Orquesta de València) ha animado a otros músicos de la calle. «A veces nos ponemos de acuerdo cinco o seis y cada uno toca desde su balcón y yo, que estoy más centrado, hago de director de orquesta», comenta.

También han surgido iniciativas para fomentar las ciencias entre los más pequeños, como la Fundación Aquae, que diariamente ofrece masterclass sobre matemáticas, ciencia, física o química, además de ebooks, experimentos, consejos, artículos y contenidos interactivos y lúdicos. O quienes animan a hacer deporte, como el profesor alicantino de Educación Física Adal Sempere, que colabora con la campaña de Clan Aprendemos desde Casa, preparando la sección Descansos activos que emite todos los días la cadena. 

Médicos, enfermeras, personal de ambulancias, trabajadores sociales, auxiliares... todos libran una batalla contra el coronavirus en la que también pueden ser víctimas. La sobrecarga emocional, sentimientos de culpa o ira o el miedo a no disponer de medios suficientes para atender a sus pacientes son solo algunos de los desafíos psicológicos a los que se enfrentan. «Al ver la situación decidí poner mis conocimientos para ayudar al personal sanitario que cada día trabaja para combatir el virus», explica la psicóloga Mayte Ahuir, quien desde el primer día presta apoyo psicológico. 

Lo hace consciente de que la salud mental es fundamental y viendo la escasez de personal para cubrir las necesidades de los sanitarios: «Trabajan muchas horas y diariamente se enfrentan a situaciones dolorosas; tienen miedo a contagiarse, lo que deriva en ansiedad y, en algunos casos, incluso han tenido problemas con sus parejas por la situación que están viviendo». Una ayuda que mantendrá pasada la cuarentena porque «cuando pasen la tensión que están viviendo ahora será cuando afloren más los sentimientos», detalla. 

Los sanitarios, en la mente de todos 

Un afán por ayudar que ha agudizado el ingenio de emprendedores y empresas para dar respuesta a la falta de respiradores, pues la mayoría de los pacientes graves que han ingresado en las unidades de cuidados intensivos (UCI) requieren de ventilación mecánica y hubo momentos de falta de equipos disponibles. Es el caso de la unión de las empresas valencianas Temel, dedicada a productos de ventilación artificial, y Power Electronics, cuyo know how ha permitido acelerar la producción montando los equipos y han logrado producir quinientos respiradores para la Sanidad valenciana. 

Además, Cell Medical Solutions ha pasado de realizar soluciones en cirugía mediante tecnologías 3D avanzadas a convertir máscaras de snorkel en respiradores para Quirónsalud Torrevieja, con las que proporciona ventilación mecánica no invasiva a los pacientes con neumonía grave. De las miradas dirigidas a los centros de salud y a todos los sanitarios surgió, con el fin de aliviar la presión que sufren los profesionales, la idea de Food4Heroes, una iniciativa a nivel estatal y que en la Comunitat Valenciana cuenta con cerca de un centenar de restaurantes. 

Más allá de Food4Heroes, hay restaurantes que hacen lo propio, como Giuliani’s Grupo Gastronómico, que diariamente entrega cuatrocientas pizzas a los sanitarios del Hospital General de Castellón. O iniciativas que surgen de contratiempos: la suspensión de Alicante Gastronómica llevó a sus responsables a crear la mayor red solidaria de la provincia para hacer llegar alimentos a las familias más necesitadas. Carlos Baño, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Alicante y responsable de organizar la feria gastronómica, concreta que sirven 90.000 menús mensuales pues «son mil menús diarios en Alicante y sobre quinientos en cada centro CDT; eso hace unos 3.000 menús diarios». 

La crisis sanitaria del coronavirus dejará una huella en la economía pero también dará lugar a un replanteamiento de la sociedad, la industria y las inversiones que se destinan a la investigación. Como dijo Eduardo Galeano, «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Y es precisamente así como la sociedad está combatiendo al virus.   

* Este artículo se publicó originalmente en el número 67 de la revista Plaza

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