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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Colector: cómo se fragua un despertador urbano para València  

Experimental, indefinido, efímero… Un laboratorio de prácticas urbanas ha brotado junto al monasterio de la Trinitat. 

18/05/2019 - 

VALÈNCIA. Están las ciudades dormitorio y las ciudades despiertas. ¿Pero dónde están los despertadores? Huyendo de la verticalidad del trabajo directo para una administración o de la individualidad de guisarlo para uno mismo, cogiendo una grieta por túnel, desde octubre de 2018 Colector -espacio, colectivo, entidad… qué más da- ha asumido la responsabilidad que nadie les confería de ponerse a pensar en la ciudad mediante la generación de una red de conexiones laborales.

La elección del espacio, ocupando la planta de un edificio colindante con el convento de la Trinitat, es una gran misiva. El retorno a la vida de un área de ascendencia monacal, la reivindicación de una ciudad compacta en un enclave contradictorio: monasterios, museos, jardines… y el paso rápido por la carretera. Resulta un marco excéntrico: “Descubrir este espacio fue una serendipia, un golpe de suerte en un momento en el que varias personas y colectivos buscaban un lugar en el que establecerse y desarrollar su actividad”, explican sus impulsores. “El edificio impone e inspira. Tiene multitud de recovecos y decisiones arquitectónicas excéntricas, que hacen del espacio algo único y que nos ha permitido crear recorridos que favorecen la comunicación entre todos los equipos”. 

Unas cuantas acepciones de la palabra ‘colector’:

  • Persona que reúne para su estudio y conocimiento, documentos, textos, objetos, etc.
  • m. En las iglesias, eclesiástico a cuyo cargo está recibir las limosnas de las misas para distribuirlas entre los que las han de celebrar.
  • m. Caño o canal que recoge todas las aguas procedentes de un avenamiento o las sobrantes del riego.

La mezcolanza entre el edificio y sus intenciones configura uno de los cerebros pensantes de la ciudad despierta. La generosidad de planificadores de campos diversos puesta a un objetivo en común: reimaginar aquello que está sucediendo en nuestro espacio inmediato. Entregar parte del trabajo de uno para un bien inmaterial. 

Es una provocación. Rompe con las maneras canónicas de encarar los encajes profesionales. “Colector es una evolución de la Factoría Cívica de València, de la que hemos mantenido el propósito original: generar un impacto real en el territorio, propósito que  se ha enriquecido con las aportaciones de equipos que provienen de ámbitos diferentes. Somos un espacio permeable a nuevas ideas, abierto al barrio y a la ciudad y nuestro objetivo es continuar en la misma línea”, definen. 

Con continuidad percuten esta ciudad en experimentos colectivos o unidades como Piano Piano, Crux, Anna Solaz, Carpe Studio, Civicus, White App, Fairbnb Coop, CivicWise, Beta Visuals, Vitamina Metrics, Considera, A2L Arquitectura, Rut Chicote, Digitale Checklisten, Federico Piovesan, Waycolmena...


Rememora algunas ensoñaciones aspiracionales, trazas de la vieja La Nave¿Qué ocurre cuando pones a trabajar en un mismo espacio y bajo un mismo marco a un número indeterminado de creadores disgregados? Arquitectura, comunicación, estudios de innovación urbana, redes de activismo, diseñadoras de interiores, herramientas de gestión de procesos, consultas de marketing, especialistas en desarrollo web... El experimento está en marcha bajo un gobierno tal que así: “estamos predispuestos a la colaboración entre nosotras, gestionamos el espacio de forma autónoma, con un sistema de gobierno horizontal formado por comisiones en las que cada persona aporta su trabajo en base a su experiencia y formación y decide su grado de implicación al proyecto común”.

Todos los implicados aceptan al llegar al espacio cuatro premisas capitales: colaborar, producir, innovar y activar. “No somos un proyecto cerrado, estamos en constante construcción, en beta permanente, y somos permeable a las ideas que nos proponen dentro de esas cuatro líneas de actuación”. 

Desde haces pocos días propulsan y acogen su primer programa de residencias: “Una forma de abrir nuestro espacio a proyectos emergentes en distintas fases de desarrollo, promover su evolución y facilitar el contacto entre ellos”. Sus primeros residentes son: ID+Arq, un proyecto de realidad virtual que pone en valor el patrimonio valenciano, sus edificios y elementos reconocibles; ESPAM, un colectivo artístico que quiere promover la cultura fuera de los circuitos establecidos de la ciudad; Caminemos Juntas, un laboratorio que explora la situación de las mujeres migrante en los espacios urbanos; y La Microeditorial, un proyecto de fanzines del laboratorio El Cuerpo en la Ciudad, que ha decidido documentar el progreso del resto de proyectos en este formato. Con su primera residencia aspiran a “situar el conocimiento en un entorno concreto, el de València, que genere un impacto positivo para la ciudad”.                                                                             

Una fórmula tal que así transgrede las denominación habituales, verbaliza a quienes sí están dispuestos a generar efectos de prueba sobre la idea urbana. Un catalizador urbano con dos principios activos a modo de sugerencia:

  • Sí: A la experimentación,  entendida como la oportunidad de iniciar procesos en cuyo desarrollo tiene lugar no sólo una transformación urbana sino también social, cultural y económica de nuestros barrios.
  • No: Al miedo a lo efímero, a lo indefinido. Lo efímero es transformador si es capaz de construir un imaginario y una comunidad a su alrededor. 

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