Hoy nos ponemos en modo de viernes vinoso y divino, porque nos vestimos de reinas para dar un paseo entre fueros compa en mano.
Por Navarra y no nos deis la tabarra con que sólo son grandes casas, garnachas y rosados. Porque, aunque también y habréis acertado en la diana, este es un mundo de más amplia gama. Con uvas blancas como la viura, chardonnay, garnacha, malvasía, moscatel de grano menudo y sauvignon blanc; y tintas tales que tempranillo, graciano, cabernet sauvignon, garnacha, merlot, mazuelo, syrah o pinot noir. Locales y foráneas que hace años que no se hacen extrañas, porque ya pertenecen a esta tierra y sus entrañas. Regadas por ese Ebro de caudales vivaces desde, dicen, principios de era. Para deleite de los monjes que residían en sus abadías y peregrinos que caminaban caminos disfrutando de los pajarillos y sus trinos. Evolucionando en saberes y gustos. Superando los envites de la existencia y sus plagas hasta llegar a estos días en los que son diversidad en armonía.
En esta ocasión vamos con selección que es bonita en emoción gracias a El Retrogusto es mío. De nómadas traviesos, los que queremos siempre en nuestro equipo, y empezando el lío calmando la sed de saber con el Basondoa Brut Nature Blanc de Noirs (Basondoa). Porque sí, señores, empezamos con despertares en forma de espumoso, que el gurbujismo en esta región también puede ser fermoso. De negra y método tradicional mediante un sangrado que hace de todo menos daño. Muy de encarnados siendo claro, claro. Seco y vibrante, con su lenguaje propio y tan campante. Y no se avergüenza de lo que es ya que tiene entidad de sobra para presentarse ante ese pincho de foie gras.
Con el Kimera Espumoso Ancestral Blanco 2020 (LMT Wines) nos trasladamos a periodos antiguos de otros modos y maneras. Y bien buenas. Que es carbónico finito y lindo. Tiro directo, concreto y discreto. Alegría con la formalidad de pasar de tonterías. Con sus larguras que hacen la ricura de paladares que por poco suben altares. Y es que da mucho, porque es placer con la complicada sencillez de esas croquetas de jamón.
Pasamos a los blancos y tranquilos que tampoco hay que dejarlos pasar. Con una chardonnay de nombre Guerinda La Blanca 2021 (Bodegas Máximo Abete). Exuberancia que no cansa con sus remates amargosos. Otra forma de ser diferente esté donde esté. Porque, mire usted, tiene sus peras y ciertas flores gordotas. Simpatía con la superación de superar lo enrevesado para convertirlo en ideal contigo y una menestra de verduras.
Aparece como lo que es el Huracán Daniela Blanco 2021 (Gonzalo Celayeta Wines). Garnacha blanca, chardonnay, viura y sauvignon blanc en conjunción pasada por tinaja. Zagala desvergonzada que nunca se cansa de bailar. De no querer ir a casa jamás y ver amaneceres de chateos con colegas. Un trajín sin fin que es algarabía. Recreo de ir de por los puestos de fruta con sus huesos y piel de ciertopelo que va al pelo con unos pimientos confitados.
Ahora sí, nos ponemos con los más populares tintos y el Ubeta Antón Aguirre 2021 (Ubeta Garnacha Old Vine). Joven de viejas muy bien llevadas. Pasada de bayas frescas y redondas. Poderío que se suaviza como un osito que pide que le den cariño. En la falda de montes repletos de promesas que retrepamos con la confianza que nos da. Porque lo ofrece todo por nada y es algarada con unas pochas con chistorra.
No cambiamos tonalidades, pero sí personalidades, con el Aseginoleza Leunda Cuvée Las Santas 2020 (Aseginolaza & Leunda). San Martín de Unx muy suyo de morillas bien coloradas. Jugoso que fluye desbocado con sus cositas silvestres de ser campo jubiloso. Explayando mentolados delicados y especias especiales. Formas de entender la vida en modo libertad que se disfrutan de lo lindo en cocina con la sapiencia de hacer con paciencia un cordero al chilindrón.
La gran traca final es de gama rosita, por supuesto, porque en esta zona los hacen como casi nadie y además están de moda. Así que nos ponemos la camiseta great again con el Cerro Amurdi Clarete 2021 (LMT Wines). Carácter de tonos altos y sentimiento ecológico. Lo lógico si quieres ser rubor de fresitas silvestres. Brisa de remover con dulzura, pero no con dulzor. Porque es seriedad de la que es toda amor y gloria bendita con unos fritos de huevo.
Cerramos el encierro deseado con el Palacio de Sada Rosado 2021 (Palacio de Sada). Clasicismo de verano y niñeces. Cuando se pensaba menos y las risas no paraban. Un no parar que sigue y sigue porque es vía duradera de recorrer. El brillo de los que lo tienen todo por vivir. Luz imperecedera que no se altera hagas lo que hagas. Recuerdos de felicidad restallante que invade cada célula y que nos cala hasta la médula con el bacalao al ajoarriero.
De esta guisa decimos que es el tiempo de despedirnos. Hasta dentro de dos semanas y ya con ganas, amiguis.