VALÈNCIA. Hace 30 años se construyó el Espai Verd, un proyecto que supuso una innovación verde y totalmente“mística” para la ciudad. Una construcción emblemática a manos del pionero Antonio Cortés, un hombre de fe que buscaba encontrar un remanso de paz y tranquilidad cerca de la huerta de València. En su filosofía de vida siempre encajan las nuevas ideas, que puedan mejorar los espacios y llevar a los lugares emblemáticos a un futuro aún más prometedor. Gracias a la Open House València 2022 estas nuevas posibilidades se plantean directamente desde 10 equipos de jóvenes arquitectos de menos de 30 años, que responden a la siguiente pregunta: ¿Cómo sería el Espai Verd si se hubiera construido hoy?
Para dar respuesta a esta pregunta se plantea una Hackathon, un concurso de arquitectura en el que se busca que los arquitectos planteen una propuesta de arquitectura bioclimática "en el límite entre lo urbano y la huerta”. En este caso concreto el trabajo se ha hecho en el espacio que está previsto que albergue en el futuro un centro social. El espacio del que disponen es una explanada que aún cuenta con un terreno arenoso sobre el que poder construir imaginariamente lo que los jóvenes arquitectos planteen. De la mano de Cortés lo primero que hicieron fue pasear por la zona, y contemplar las posibilidades que les daba el espacio, siempre teniendo en cuenta el amor del arquitecto por el espacio y su voluntad espiritual, que según el propio arquitecto flaquea a causa de la “sociedad actual”, teniendo que poner a las nuevas voces a “hacer algo por su parte”, y por la de todos.
Comprendiendo este tipo de detalles Cortés solo plantea una norma más a los alumnos: “Rienda suelta a la imaginación, sin miedo”, con la idea de que estas ideas puedan llegar a aterrizarse e incluso llevarse a cabo: “Es posible que en el proyecto futuro se planteen algunas de las cooperativas de los alumnos para acabarlo”, comenta, “al final esto es un proyecto familiar en desarrollo, podríamos contar con algunas de esas ideas y con un buen equipo para rematarlo”. Con el permiso de Cortés los equipos se ponen manos a la obra, tienen días para idear y diseñar un plan que encaje en el espacio y que sirva como extensión útil del ajardinado edificio que parece más bien un laberinto.
El grupo ALMULE ALMAIN, compuesto por María, Albert e Inma propone una progresión arbolada de la zona liberada, creando un “colchón verde” frente al bloque de viviendas para que este quede protegido del ruido y del sol. Tal y como lo explica María plantean generar una zona de arbustos más baja, un parking y una zona de arbolado que proteja al edificio creado del ruido de la carretera, que se encuentra al lado. Esta extensión está generada de forma totalmente sostenible, teniendo en cuenta construcciones que encajen con el espacio y que funcionen como una extensión ecológica del lugar, tal y como lo explica María: “Nos plantearon que hiciéramos todo con materiales de la zona, que fueran de kilómetro cero, para que fuera todo más sostenible”, explica la arquitecta, “eso nos ha hecho enfrentarnos a recopilar materiales que puedan reutilizarse y que hagan más sostenible el edifico”. Para ello pensaban en vidrio, corcho, deshechos de madera y demás para hacer materiales como azulejos, jardineras y hasta aislantes térmicos.
El reto les permite replantear todo desde la idea del futuro, generar un edificio para el mañana, y que a su vez es intentar pensar como lo hizo el arquitecto en el momento, tal y como lo contempla Albert: “Él fue un pionero en el tema del ecologismo, que no es que estuviera demasiado en auge en ese momento, fue un pionero, todo lo de conectar las viviendas con pasarelas, poner un jardín interior… Sí que es verdad que hoy en día somos más conscientes de todo esto y lo tenemos en cuenta en la arquitectura de ahora, pero a su vez este tipo de retos te hacen pensar en cómo podemos construir cosas duraderas y que sean útiles el día de mañana”. Todo ello en tiempo récord, Inma explica que para idear el proyecto dispusieron tan solo de unas cuatro horas, y tres días para plasmar la realidad en el papel: “El reto real fue el tiempo, poder meterlo todo en un edificio y ajustarnos a tiempo. Si hubiéramos contado con más tiempo hubiéramos podido definir más como son las viviendas, como funcionan las placas solares, esquemas de agua…”.
Lola, Marta y María Luz, del grupo L3, aprovechan que el barrio ya cuenta con su identidad propia, con la plaza, una parroquia y toda su actividad. Partiendo de esto, plantean conectar la plaza con la huerta atrayendo el flujo/actividad de la plaza a la propuesta, para que el espacio se perciba de forma continua/extensible, explica María Luz: “Contemplamos también como eran las viviendas de Benimaclet, siguiendo con las tipologías existente, lo que queremos es hacer viviendas de densidad baja como una antítesis a los bloques de viviendas situados en la zona norte de la parcela. Situando una línea vertebradora entre la propuesta y la huerta”. De esta manera, dando importancia a la huerta, como eje principal de la propuesta ecológica que nos obliga a mantener y generar áreas para que todo pueda convivir en el mismo espacio. ¿La idea? una retícula que puede estar en constante crecimiento, aplicando la idea más allá con diversas tipologías, que encajan según la orientación de la zona y no al revés. Todo ello a su vez nace de la conversación con Cortés sobre guiarse por lo “irracional”, que para Lola fue lo que les da la motivación para el proyecto: “Él al final se mantuvo con su idea desde el principio, y nos inculcó mucho la fuerza de seguir adelante con la idea, aunque pareciera imposible llevarla a cabo”
“Estamos en una época de creatividad, y nos pidieron que aprovecháramos eso, que luego ya nos tocaría meternos en la realidad como tal”, cuenta Marta, quien sintió desde el principio la distinción del proyecto y una “expansión” inteligente: “Todo esto a las constructoras les cuesta más llevarlo a cabo, en el caso de nuestra intervención a pesar de que son módulos que se repiten cabe tener en cuenta que están en constante expansión, y que además analizan el entorno. Este tipo de conceptos y planteamientos son los que las constructoras generalmente evitan, porque les obliga a analizar el sitio más profundamente”. El estudio del lugar permite que los sistemas aprovechen la orientación, para que la vivienda ventile correctamente y que funcione acorde a las estaciones, además los mecanismos “aprovechan” lo que da la madre tierra contando con mecanismos geotérmicos, que permite estar en la vivienda con la temperatura adecuada. Además, las placas solares y los invernaderos se suman a la propuesta ecológica por un futuro aún más verde para el espacio mítico de la ciudad.
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