EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

Cómo simplificar la construcción de carteras de inversión

5/06/2019 - 

ALICANTE. En nuestro ultimo artículo (Academia versus heurística. Una solución para el inversor particular), comentamos la dificultad de optimizar una cartera en un contexto media-varianza debido a la complejidad y naturaleza esquiva de la estimación robusta de la rentabilidad, necesaria para reducir el riesgo de modelo. Sin estimadores robustos no hay carteras robustas. Como alternativa propusimos unos modelos heurísticos, y en particular los modelos basados en el riesgo. Hoy vamos a profundizar un poco más en este enfoque.

Las estrategias de paridad de riesgo para la construcción de carteras de renta variable consisten en una metodología sistemática y cuantitativa que sólo tiene en cuenta la estimación del riesgo y la diversificación (dejando de lado cualquier estimación de la rentabilidad). Las carteras se rebalancean de forma periódica con el fin de compensar el crecimiento e incorporar estimaciones actualizadas del riesgo.

La estrategia de presupuesto de riesgo equiponderado (ERB o equal risk budgetinvierte en carteras con el mismo presupuesto de riesgo para cada acción en la cartera, definiendo el presupuesto como el producto del peso de la acción por su volatilidad. El riesgo se distribuye de forma equiponderada entre las acciones y por tanto a mayor riesgo de una acción, menor peso de ésta en la cartera. Podemos considerar esta estrategia como sesgada a acciones de bajo riesgo frente a las acciones de elevado riesgo. Con ello se consigue una sobreponderación a acciones de baja volatilidad y beta reducida. Esta estrategia es una extensión de la cartera equiponderada en el caso de que consideremos que nuestras estimaciones de la volatilidad son correctas.

En el caso de que también tengamos en cuenta las correlaciones, trabajamos en términos de contribución equitativa al riesgo (ERC o equal risk contribution). En este caso la contribución al riesgo de cada acción es la misma, pero de forma distinta a la estrategia ERB. En este caso el impacto de las correlaciones es fundamental. La contribución al riesgo en una cartera donde dos acciones tienen misma volatilidad, pero correlaciones distintas, es mayor en aquella acción con mayor correlación. Por tanto, la acción con mayor correlación obtendría un menor peso en la cartera. La estrategia ERC se puede asimilar a una cartera ERB con un sesgo hacia acciones con una menor correlación con respecto a las demás.

Asignación del riesgo

Estas dos estrategias parten de la base que la diversificación se puede obtener mediante la asignación del riesgo a lo largo del universo invertible. Las dos siguientes estrategias basadas en riesgo que definimos difieren en cuanto minimizan características de riesgo a nivel global de la cartera en vez de sus componentes (acciones unitarias).

La estrategia mínima varianza (MV – minimum variance portfolio) invierte en la cartera cuya volatilidad exante sea mínima. La estrategia MV se considera la forma menos arriesgada de invertir en renta variable y ofrece la cartera con volatilidad más baja. Tiene un sesgo a acciones de baja volatilidad y baja correlación. La cartera MV es siempre óptima en el sentido media-varianza (por ejemplo se encuentra en la frontera eficiente).


Por último, la estrategia de máxima diversificación (MD o maximum diversification portfolio) invierte en aquella cartera que maximice algún ratio de diversificación. Este ratio podría ser la suma del presupuesto de riesgo de cada acción en la cartera dividido por la volatilidad total de la cartera. Esta estrategia debería invertir en acciones poco correlacionadas. En este caso, a mayor beta de la acción, menor peso en la cartera, y por tanto la estrategia invertirá en acciones con las betas más bajas.

En la práctica, la estrategia de mínima varianza suele ser la más interesante y fácil de implementar para el inversor particular. Existen multitud de ETFs o fondos de inversión cotizados basados en índices de mínima varianza de los índices MSCI y FTSE para diferentes regiones (Europa, EE UU, Mercados Emergentes, EMU, mercados desarrollados globales) con un coste ligeramente superior a sus respectivos índices basados en capitalización (su coste se encuentra entre un 0,18 y 0,40% de TER según el mercado).

Ratio de Sharpe

Se puede cuantificar el exceso de rentabilidad de esta estrategia frente a los índices de capitalización en un 2,5% a 3,5% anual. Con este exceso de rentabilidad y la menor volatilidad a nivel de cartera característica de esta estrategia, obtendríamos un ratio de Sharpe -mide la calidad de un activo comparándolo con otro de su mismo tipo- del orden de 2 veces superior. La beta de esta estrategia frente al mercado suele rondar el 0,6.

Una de las características más interesantes para el inversor particular es que permite beneficiarse de los mercados de renta variable reduciendo los sobresaltos a los que nos tiene acostumbrados esta clase de activos. La máxima caída esperada suele reducirse hasta un tercio frente a los índices clásicos de renta variable. Si quiere acercarse a la renta variable aumentando la diversificación y reduciendo el riesgo, un producto basado en el concepto de mínima varianza puede ser una buena solución.

Marc Leutscher es responsable de inversión, producto y riesgo de la EAF alicantina gCapital Wealth Management. Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda en leutscher.marc@gcapital.es.

Nota legal:
La presente publicación no supone una recomendación personalizada. Si fuera necesario, acuda a su asesor financiero para implementar la información recogida en el artículo.

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