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crítica de cine

'Cómo sobrevivir en un mundo material (Kajillionaire)': elogio de la extrañeza

4/12/2020 - 

VALÈNCIA. Cineasta, artista multimedia, compositora, diseñadora, escritora. Miranda July es una de las voces femeninas más polifacéticas y personales de su generación. Cuando estaba en el instituto comenzó a interesarse por los movimientos feministas y la escena Riot Grrrl en Portland junto a su amiga Johanna Fateman (miembro de la banda Le Tigre) y se integró en un universo repleto de activismo y fertilidad creativa. Dentro de esa atmósfera de mujeres reivindicativas se forjaron sus intereses artísticos entre collages, instalaciones y performances underground. Al mismo tiempo, empezó a interesarse por el cine y trabajó en diferentes proyectos audiovisuales hasta desembocar en su ópera prima, Tú, yo y todos los demás (2005) que supuso su verdadero descubrimiento tras conseguir la Cámara de Oro en el Festival de Cannes. 

Su propuesta encajó a la perfección en el panorama indie postmoderno del momento y se convirtió en una película de culto casi de manera instantánea. La película comenzaba con toda una declaración de intenciones casi a modo de manifiesto: “Voy a ser libre. Voy a ser valiente. Voy a vivir cada día como si fuera el último, maravillosamente. Con arrojo, con elegancia. En ella volcó todas sus inquietudes. Reflexionaba sobre la creación, sobre el arte como vehículo de expresión, sobre Internet y las redes sociales y, sobre todo, sobre la soledad y la incomunicación. Su universo conceptual era extremadamente rico y preñado de ideas. Había una rara poesía en sus imágenes y una galería de personajes que nos situaban frente al abismo de las relaciones humanas. 

Miranda July continuó explorando otros territorios, publicó relatos, recogidos en Nadie es más de aquí que tú o la no-ficción de Te elige. En 2011 estrenó su segundo largometraje, El futuro, centrado en las dudas generacionales, en los deseos insatisfechos, la en la crisis de pareja y el miedo a afrontar lo qué vendrá. 

Después de la publicación de primera novela, El primer hombre malo, ahora regresa nueve años después al cine con Cómo sobrevivir en un mundo material (Kajillionaire), en la que vuelve a plasmar su estilo inimitable marcado por la extrañeza surgida de lo cotidiano, por la mezcla de géneros y por la creación de imágenes icónicas que nos adentran en un universo muy particular que se convierte en metáfora aviesa de la Norteamérica de Trump. 

Es la primera vez que July no aparece en una de sus películas. El protagonismo absoluto se lo cede a Evan Rachel Wood, que interpreta a Old Dolio, una joven de 26 años que acompaña a sus padres (Debra Winger y Richard Jenkins) en sus actividades delictivas convertidas en el centro de sus vidas: pequeñas estafas, hurtos y fraudes rocambolescos. 

Su encuentro con una chica de su edad, Melanie (Gia Rodriguez), totalmente diferente a ella, pondrá de manifiesto muchas de sus inseguridades, como el rechazo al contacto físico, la necesidad de esconder su cuerpo, su timidez congénita y su incapacidad para tomar decisiones por sí misma. Todos esos traumas comenzarán a tener un sentido cuando se de cuenta de que proceden de la relación tóxica con sus progenitores y la falta de afecto que ha recibido a lo largo de su vida. 

Miranda July nos sitúa en esta película en los márgenes de la sociedad de forma muy parecida a la que nos mostraba Bong Joon-ho en Parásitos, pero en el contexto de una sociedad americana enferma marcada por el capitalismo y la decadencia moral y a través de su fascinante imaginario repleto de pequeños detalles en los que perderse. Como en sus anteriores películas, la directora habla de la conexión entre las personas o la ausencia de ella, del sentimiento de confusión en el mundo actual, y lo hace a través de una unidad familiar absolutamente disfuncional y bizarra que solo se mueve por el interés monetario dentro de un entorno decrépito y hostil. 

El tema de la identidad, que siempre había estado presente en sus propuestas, adquiere una importancia fundamental en esta película. ¿Cuál es el peso de la herencia? ¿Recogemos los miedos de nuestros padres? ¿Cómo desprendernos de los lastres de una educación errónea? ¿Cómo nos convertimos en nosotros mismos? La interpretación de Evan Rachel Wood (con sus ropas amplias y el pelo extra-largo que le tapa la cara) y su proceso de transformación desde lo físico (su trabajo corporal remite a la performance) a lo emocional (del rechazo a la caricia) tiene que ver con esta búsqueda de uno mismo. 

En Cómo sobrevivir en un mundo material (Kajillionaire) se enfrentan dos universos, el de la familia de Old Dolio y el de Melanie, es decir, lo anómalo y lo convencional para hablar de la sociedad de consumo y cómo nos relacionamos con ella, así como de los diferentes niveles de opresión del sistema. Pero ¿qué es lo normal y qué es lo raro o extravagante? Es una de las cuestiones sobre las que ha girado siempre la obra de July, que bascula entre la representación de una realidad falsa y la búsqueda de la autenticidad en un mundo en el que la lógica hace tiempo que dejó de tener sentido. 

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