Cómo va el Botànic III a escala local: de la ruptura en Albaida a la relación estable en Alzira

VALÈNCIA. Albaida o Moncada. En el primer municipio el pacto de gobierno entre PSPV y Compromís se ha truncado y en el segundo la rotación se ha adelantado, de manera provisional, por baja laboral. Ambas formaciones gobiernan conjuntamente 34 municipios de la provincia de Valencia. En 13 de ellos han llegado a un acuerdo de alternancia en la alcaldía.

La traslación del pacto del Botànic a escala municipal adquiere un tinte distinto cuando no existe un espejo en el que mirarse a nivel autonómico. PSPV y Compromís suscribieron un pacto antes de este mandato para sumar fuerzas, junto a Esquerra Unida, donde juntos pudieran alcanzar la alcaldía. Un Botànic III reducido al municipalismo. 

Lo plasmaron en una negociación "fácil", como describieron la de Albuixec, o con un complicado acuerdo de ultimísima hora antes del pleno de investidura, caso de Marines, Manises o Tavernes de la Valldigna.

Benifairó y Font de la Figuera

Incluso en alguna población no solamente no llegaron a diseñar un equipo de gestión, sino que, como ocurrió en Benifairó de la Valldigna, municipio con poco más de 1.500 habitantes, PSPV y PP se aliaron para que el socialista Marc Vercher obtuviera la alcaldía. Las elecciones las había ganado por muy poco Compromís.

En Font de la Figuera también conforman ejecutivo ambas formaciones, aunque con alcaldía del candidato del PP, Elio Cabanes, lo que en este caso ha provocado la apertura de un expediente informativo por parte de la dirección del partido que secretaría Ximo Puig.

"En general, con las diferencias normales, los acuerdos están funcionando", subrayan desde ambas formaciones. Esperan que el caso de Albaida, donde el PSPV decidió renunciar a sus delegaciones el pasado mes de octubre, no se enquiste. "Las puertas están abiertas, aunque igual no se arregla de inmediato", coinciden más o menos en indicar ambas partes para describir la situación del primer pacto municipal ´botánico´ resquebrajado este mandato. La solución provisional se basa en un grupo socialista en la oposición que "irá negociando cada presupuesto y cumplirá con los ideales progresistas".

En Paiporta las relaciones turbulentas de los dos partidos en el pasado ejecutivo y la victoria de la socialista Maribel Albalat, que ha superado a Compromís, provoca que el PSPV gobierne en minoría. Desde la coalición compromisaria se han mostrado, hasta la fecha, más incisivos en sus críticas que desde PP o Vox, en teoría la oposición natural. Han arremetido, por ejemplo, con un acuerdo de remuneraciones que incluía a estos dos partidos.

Cada uno por su lado

En localidades donde el gobierno es conjunto las posibles discrepancias existentes se llevan -excepto en el caso antes citado de Albaida- con mayor discreción. En la práctica lo hacen desde el distanciamiento que supone que cada cual gestione sus delegaciones, lo que permite un margen elevado de maniobra en municipios grandes como Catarroja o Manises. 

La población más grande en la que comparten dirección municipal con alcaldía de Compromís es la capital de la Ribera Alta, Alzira. Reeditan, por tercera vez y con ribetes de estabilidad, el pacto que suscribieron en 2015, aunque en esta ocasión con un nuevo y obligatorio socio: Ucin. 

Gandia y Alzira

De no haber contado con él, el candidato del PP, José Luis Palacios, hubiera sido alcalde por tratarse del más votado. El PSPV, con cuatro ediles, tenía claro desde el principio de las negociaciones que sus votos irían a Alfons Domínguez, actual primer edil y alcaldable de Compromís, que tiene seis concejales.

Por parte socialista, Gandia constituye el término municipal más populoso con alcaldía propia cimentada con la aportación de los dos ediles compromisarios. Viene también de mandatos de gestión compartida, aunque en las últimas elecciones, progresivamente, el PSPV ha ido ganando en votos y representación; y Compromís, perdiendo. 

Esta circunstancia ha tenido su repercusión en el reparto de delegaciones. El alcalde, José Manuel Prieto, cuenta con la ventaja de que obtuvo la victoria en los pasados comicios. Le ayuda el báculo compromisario, pero no le resulta imprescindible.

Localidades con pactos

En concreto, las poblaciones donde ambas formaciones gobiernan en coalición son Aielo de Malferit, Albalat dels Sorells, Alboraia, Albuixec, Alfara del Patriarca, Alfarb, Alzira, Bellreguart, Bonrepós i Mirambell, Castelló, Catarroja,, Daimús, El Puig, Foios, Gandia, Llíria, Llombai, Manises, Marines, Moncada, Montesa, Montserrat, Novetlé, Picassent, Piles, Quartell, Ador, Benetússer, Quart de Poblet, Rafelbunyol, Vilallonga, Sedaví y Tavernes de la Valldigna. En esta última, por ejemplo, lo hacen con el voto imprescindible de EU.

En junio de 2025, justo en el ecuador del mandato, está prevista una rotación en Aielo, Castelló, Bellreguard, El Puig, Llombai o Llíria. También se halla suscrita para ese mes la alternancia en Albaida, aunque la marcha del PSPV del ejecutivo al no tener claro, por anticipado, que una concejal de Compromís vaya a cumplir el pacto lo deja todo abierto.

Para enero 2026 han rubricado la transferencia de vara de mando en la entidad local menor de La Barraca d´Aigües Vives (entre Alzira y Carcaixent) y en Alfarp; mientras que en junio de ese mismo 2026 -un año antes de los próximos comicios- se producirá, salvo imprevistos, en Novetlé, Manises o Moncada. 

Moncada...¿o Montcada?

En esta última población una baja laboral de la alcaldesa, la socialista Amparo Orts, ha conllevado que el compromisario Álvaro Gonzalvo haya ostentado la alcaldía por anticipado de manera provisional aunque decisiva. Ha impulsado un cambio de topónimo -incluir una ´t´ para escribir Montcada- que la oposición ha rechazado en bloque y que ya está utilizando Compromís aunque no ha sido aprobado por la Generalitat.

Con algo más de una décima parte del mandato transcurrido, la relación entre PSPV y Compromís a escala local se mantiene estable siguiendo los pactos suscritos en junio. No obstante, la grieta abierta en Albaida y las divergencias patentes en Benifairó de la Valldigna y Font de la Figuera demuestran que los acuerdos genéricos no tienen por qué funcionar en cada municipio.