Cinco años desde la firma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de ilusionarnos con unos compromisos que calaron mediáticamente en quienes nos gobiernan (a pesar de sus políticas claramente opuestas) y en las empresas. Cinco años de incorporar de forma constante unas siglas al relato público y privado. Y entonces llegó la pandemia. Esta crisis sin precedentes tiene la capacidad de justificar cualquier giro en la dirección de la política, pero no de cambiar la realidad.
La relación de todas las partes que componemos el mundo del trabajo con los ODS es amable, respetada y promete ser quasi infinita. Estos 17 objetivos son compartidos por todo el mundo, como se demostró en la firma del acuerdo por todas las naciones. Pero, ¿estamos en disposición de alcanzarlos con la voluntad manifestada hasta el momento?
Existen datos que invitan a un esfuerzo adicional si queremos poner en el centro a la persona. En la situación pre pandemia, el País Valenciano tenía unas tasas de pobreza 4 puntos superiores a 2015, con crecimientos del PIB en torno al 3% anual. Una tasa de economía sumergida estimada en el 27% del PIB, unos datos de siniestralidad laboral insoportables, así como unos efectos del cambio climático cada vez más visibles y de consecuencias imprevisibles.
Sin embargo, hay elementos que constatan un compromiso de liderazgo y participación. Se han aprobado algunas normas potenciadores de indicadores ambientales y sociales que ofrecen transparencia en los resultados empresariales (auditorías no financieras) a los diferentes grupos de interés. Adicionalmente, el compromiso verificado de las memorias de responsabilidad social (Ley valenciana de fomento de responsabilidad social). A pesar de estos nada desdeñables avances, asistimos a una representación escasa de datos y de ejecución.
De la carencia de datos estadísticos fiables, comparables y útiles para muchas de esas 169 metas a la ausencia de órganos que velaran por su cumplimiento. De la falta de balances que reflejen el valor real (elemento esencial para la condicionalidad de las ayudas e inversiones socialmente responsables) al capitalismo de lavado verde por grupos interesados más que de interés. Todo ello, más allá de las vindicaciones y denuncias de algunos actores de la sociedad civil, entre los que CCOO-PV ha tenido un papel importante.
Los espacios de participación son otro elemento a considerar. La situación de ostracismo del Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE), la amenaza latente de bloqueo a su organismo homólogo valenciano o la escasa transparencia en la rendición de cuentas en las dimensiones sociales y ambientales por las empresas se ve agravada por la pandemia. Su impacto puede oscilar entre la oportunidad, según un Informe de Naciones Unidas, “el 77% de los españoles espera un plan de recuperación post COVID en el que el medio ambiente sea prioritario”; o incrementar las amenazas actuales: pobreza, modelos productivos basados en el expolio del territorio o postergación de las medidas para alcanzar neutralidad climática.
Entre ambos extremos, el presente nos muestra los peligros para mantener, en vez de esta anhelada “normalidad mejor” (Guy Rider, director OIT), la vieja y cruel normalidad. Emplazamos a abordar planes ambiciosos, con acciones, presupuestos y seguimiento, sostenidos por una fiscalidad justa y proporcional. Planes que pongan en el centro a la persona y que apuesten de forma decidida por el concepto de sostenibilidad, que alude a que "el desarrollo que asegura las necesidades del presente no debe comprometer las necesidades de futuras generaciones". Por estas futuras generaciones, no nos cabe la resignación, porque tenemos esa voluntad de contribuir al cambio. La pandemia nos ha alumbrado muchas de las carencias del sistema y, para salir de ésta, se refuerza la idea de cambio. “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, afirmaba Galeano.
Contribuir en la próxima década a revertir la situación depende de profundos cambios sociales y ambientales, en la mentalidad y en la toma de decisiones de las organizaciones, pero parece que goza de tan amplio consenso social que comprenderéis que sospechemos.
Daniel Patiño Miñana es Secretario de Acción Sindical, Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO PV
El ODS 15 promueve el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y combatir la desertificación, metas que comparte con Guardian, que utiliza agua regenerada para la prevención y defensa contra los incendios forestales del Parque Natural del Túria y lugares donde conviven las viviendas con los espacios naturales.