Los militantes indignados del Bloc se enfrenta al dilema de apoyar la candidatura con Podemos o no hacerlo para castigar a Oltra y Morera
Cuando dos guardametas se disputan la titularidad, el que se queda en el banquillo por decisión del entrenador desea que a su equipo le metan cuatro para que al siguiente partido lo pongan a él. Esto es así y es natural. El delantero que no juega disimula su satisfacción al ver los errores del otro ‘9’ mientras espera su turno. Y si el entrenador está en la cuerda floja, siempre hay algún jugador que trota en lugar de correr, porque perder otro partido puede significar el cese de ese míster que siempre lo deja fuera del equipo titular.
A la paradoja de la derrota útil -o utilitarista- se enfrentan ahora decenas de miles de militantes y votantes de la coalición Compromís que están molestos bien con la asociación con Podemos para concurrir a las Elecciones Generales, bien con cómo se ha fraguado esta alianza, o con ambas cosas. Están tan molestos algunos, que desearían un batacazo electoral para dar una patada a Morera y Oltra. Si las elecciones no fueran para cuatro años, el voto de castigo sería importante entre los votantes tradicionales del Bloc, la principal formación de la coalición valenciana, teniendo en cuenta que una amplia mayoría de los militantes se pronunció sin lugar a dudas en contra de pactar con el partido de Pablo Iglesias.
El matrimonio de conveniencia con Podemos puede ocasionar a Compromís la pérdida de votos por dos vías. La menos importante en términos numéricos es la de los votantes de centro-derecha que en las elecciones del 24M optaron por la candidatura liderada por Mónica Oltra porque estaban hartos de la sumisión del PP valenciano ante Génova. Esos botiguers y pequeños burgueses podrían decantarse de nuevo por Compromís el 20D, a pesar de que Baldoví no tiene el tirón de Oltra o Ribó, pero será un freno la compañía de Podemos, que mucha gente sigue identificando como la izquierda radical, a pesar de sus indefiniciones. Un partido cuyo líder nacional dice cosas como que “que haya medios de comunicación privados amenaza la libertad de expresión”, declaración que en sí supone una amenaza para los medios de comunicación privados y, por tanto, para la libertad de expresión.
La otra vía difícil de taponar para Compromís es la del sector más nacionalista del Bloc, una parte del cual encabezado por Jordi Sebastià está en pie de guerra, aseguran que por cómo se han hecho las cosas, pero también por la desnaturalización que supone aliarse con un partido centralista a más no poder. En el País Vasco, el secretario general y 19 miembros de la dirección de Podemos Euskadi han dimitido en bloque en protesta por el “centralismo” y la “política aparatera” del partido que arremete contra la casta sin verse en el espejo. El nacionalismo del Bloc perdió fuerza cuando se coaligó con Oltra en Compromís y perderá más con Podemos en la candidatura que también se llama És el moment, nombre inventado para tratar de disimular que el único socio es un partido que no es valenciano ni valencianista.
Es aquí donde la paradoja de la derrota útil va a ser más desgarradora, no tanto el día de la votación -Sebastià y compañía votarán a Compromís-Podemos- como desde ahora hasta el 20D. Compromís se ha caracterizado en las últimas elecciones por brillantes campañas que le han aupado muy por encima de lo que decían las encuestas. Campañas donde todo el partido y miles de simpatizantes echaron el resto desde el primer al último minuto, sudaron la camiseta. Volviendo al símil futbolítico, el desapego de las bases del Bloc hacia el proyecto conjunto puede hacer que más de uno trote en lugar de correr.
Otro problema de Compromís es que no solo depende de su campaña, sino también de la que haga Pablo Iglesias, que va cuesta abajo desde hace más de un año pero que podría recuperarse si Pedro Sánchez continúa haciendo de segundón de Rajoy no solo en Cataluña, sino en cuestiones como los atentados de París. En el PP se respira un clima de optimismo basado en rumores de encuestas internas que apuntan que lo de Cataluña le está viniendo muy bien al líder de la defensa de la unidad de España, ahora también líder de la defensa contra el terrorismo yihadista.
Enric Morera, el dirigente del Bloc más cuestionado, apuesta por un resultado de más de 600.000 votos y ocho escaños, de los que cuatro serían para Compromís y otros tantos para Podemos. Difícil. Lo que ya les ha garantizado el pacto es un diputado por Castellón, salvo sorpresa mayúscula, ya que haría falta una gran segunda formación para variar el previsible reparto de los cinco escaños: dos PP y uno PSPV, Ciudadanos y Compromís-Podemos. En Valencia, la coalición nacionalista tiene garantizado el de Baldoví y necesitaría alcanzar el cuarto escaño -el dos y tres son para Podemos-, que está más caro después de que la circunscripción haya pasado de 16 a 15 diputados por pérdida de población. Más difícil todavía es el objetivo de pasar de cero a tres escaños en Alicante, donde Compromís obtuvo su peor resultado el 24M.
No obstante, más allá de si son seis, siete u ocho los escaños, los nacionalistas que han defendido el pacto se darían por satisfechos si consiguen dos grandes objetivos: formar el primer grupo parlamentario valenciano en el Congreso y superar al PSPV, que en 2011 logró 695.000 votos. En función del resultado, habrá unos ganadores y unos perdedores dentro del Bloc.
Ximo Puig dijo al salir de su reunión con Cristóbal Montoro que el ministro le había asegurado que el último préstamo del Estado a la Comunitat de este año -1.380 millones de euros del sobrante del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA)- se aprobaría “este viernes o el que viene”, aunque, como publicó Valencia Plaza, el dinero no llegará hasta pasadas dos o tres semanas; con suerte, antes del puente de la Inmaculada. Pues bien, “este viernes” era el viernes pasado, que transcurrió sin la esperada aprobación, que en realidad corresponde a la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, formada por Rajoy, Sáenz de Santamaría y los ministros del área económica, comisión que suele reunirse los jueves.
Si el ministro tiene palabra, el reparto debería aprobarse el jueves o viernes próximo. Después tendrá que aprobar la solicitud del FLA el Consell y enviar las facturas y compromisos de pago vencidos de empresas que trabajan para la Generalitat, que deberán ser validados por el Ministerio. Será entonces cuando se realice la transferencia estatal, que irá directamente a los acreedores. Lo dicho, el dinero llegará en diciembre, y gracias si es antes del puente. Como dijo el conseller Soler, “si llega en diciembre, ya es tarde”.
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