VALÈNCIA. Uno de los días que entré a la Librería Mujeres de Madrid encontré por casualidad una novela cuya portada llamó mi atención. Se trataba de Las hogueras, una novela que había ganado el Premio Planeta en el año 1964 –así rezaba en un adhesivo promocional en la portada- y cuya autora era una valenciana llamada Concha Alós. Abrí el libro por una página cualquiera y algo me sacudió:
Todo era triste, miserable y feo. Sibila se sentía como un perro al que un coche a toda velocidad ha abandonado en una carretera desconocida. Un perro que hubiera seguido locamente el olor de sus dueños (…) y que ahora, agotado, con las almohadillas de las patas sangrantes, hubiera perdido el rastro y vagara vencido, lentamente, no sabía por dónde. Su mundo, el mundo que él amaba, estaba muy lejos y no podía alcanzarlo. Lo demás no tenía interés.
Concha Alós nació en València en 1926 pero pasó la mayor parte de su infancia en Castellón. Nacida en el seno de una familia obrera, Alós se marchó con el resto de su familia a Lorca cuando comenzaron los bombardeos en Castellón. Intentaban escapar del frente nacional. Cuando acaba la Guerra Civil volverá a Castellón pero a un hogar distinto, pues la casa que habitaba con su familia había sido sepultada por las bombas y solo era un amasijo de ruinas. Así lo explicaba en la novela El caballo rojo que publicaría en 1966:
Al volver a Castellón, me encontré con que muchos de mis compañeros de Instituto o de juego habían muerto. En ellos, en todos los que la guerra destruyó en plena adolescencia, he pensado al escribir este libro.
En 1943 se casaría con el periodista Eliseo Feijóo y pronto se trasladarían a Palma de Mallorca donde Eliseo iba a dirigir el diario Baleares, de marcada tendencia franquista. Alós aprovecharía para estudiar Magisterio y acabaría como maestra en 1953 en dos pueblos mallorquines. En aquel periódico que dirigía su marido trabajaba un tipógrafo con ansias de escritor de quien se enamoró perdidamente. Era Baltasar Porcel. Su vida dio un vuelco: se separó de su marido, se marcha a Barcelona con Baltasar –once años más joven que ella- y crea una gran polémica en la sociedad mallorquina.
Mientras Alós realizaba las funciones de agente de Porcel y le ayudaba a traducir libros y a convertirse en un gran escritor, ella misma iba fraguando su propia carrera. En 1962 publicó su primera novela titulada Los enanos y claramente insertada en la corriente realista del momento. Tal y como escribe Lucía Montejo Gurruchaga en su artículo ‘La narrativa realista de Concha Alós’:
La autora comparte con los narradores sociales de la generación del medio siglo preocupaciones temáticas y formales. Creará dentro de la corriente del realismo social un relato testimonial, de actitud crítica e insistirá en esta corriente con un importante grupo de novelas del mismo carácter, que publicará hasta 1969.
Novelas como Los cien pájaros (1963), Las hogueras (1964), El caballo rojo (1966) y La Madama (1969) serían esas primeras novelas que pondrían su escritura sobre el mapa.
Concha Alós atesora el récord de ser el primer autor que ganó dos veces el Premio Planeta. La primera vez fue en el año 1962 con su novela Los enanos. Aquí un fragmento poderoso de la misma:
Sabina piensa que ahora mataría. Que en estos momentos sería capaz de matar. Se acuerda de una vez que la encerraron cuando era pequeña. Estaba de niñera en casa de doña Beatriz, la más rica del pueblo, y rompió un frutero. La encerraron en una habitación para castigarla. Tenía unas tijeras y estuvo clavándolas todo el tiempo en el colchón. Se imaginaba que era el cuerpo gordo y grasiento de la señora… Cuando le abrieron, la encontraron pálida y tranquila. «Es un monstruo —dijeron—, no llora nunca».
Pero la intrahistoria de esta novela le deparó algún que otro disgusto. Ese mismo año había presentado la novela al premio de Plaza y Janés. El responsable de la editorial acusó a la novela de tener tendencias socialista, algo que impedía automáticamente su publicación. Alós decidió entonces presentarla al premio Planeta y ganó. Fue entonces cuando Plaza y Janés afirmó que tenía los derechos para su publicación, dejando a Planeta sin la posibilidad de su publicación final. Los enanos contenía algunos rasgos tremendista que poco gustaban al régimen imperante. Así lo explicaba Montejo Gurruchaga:
Abundan en Los enanos los rasgos tremendistas. La tendencia estética denominada tremendismo, que produjo la literatura española de los años cuarenta ha dejado huella en esta primera novela de Alós, que muestra una especial crudeza en la presentación de la trama, con anécdotas espeluznantes y situaciones repulsivas: una visión lúgubre, triste y despiadada de la sociedad de posguerra presidida por el hambre, el sexo y la apatía.
Sólo dos años después de Los enanos, en 1964, Alós presenta su novela Las hogueras al premio Planeta y lo gana. Noelia Adánez, la editora de Recalcitrantes, la editorial donde se ha vuelto a publicar esta obra, explicaba así su éxito:
En esta novela presenta un fresco de personajes atrapados en un espacio geográfico y existencialmente insular en un tiempo de autarquía mucho más moral y política que económica. Un espacio-tiempo de cambio entre el mundo de la posguerra, ligado al recuerdo del conflicto y de la represión, y un nuevo mundo que nace de un salto al vacío desde la memoria.
Esta novela fue escrita cuando el desarrollismo comenzaba y justo ahí puede localizarse el inicio de una época moderna y democrática. Las protagonistas son Sibilia (una ex modelo que busca el amor despertando de nuevo en los hombres el deseo que su marido le niega) y Asunción (una maestra de escuela que ha dejado atrás su vocación y vive en una perenne amargura). Es esta una novela que aborda la felicidad perdida desde la melancolía.
En los años 70 y 80 el éxito de Alós disminuiría. Cambiaría de registro “narraciones antropófagas” en las que hay elementos de terror y fantasía. En los años 80, ya separada de Porcel, abordó otras obras de menor éxito. Enfermó de Alzheimer y murió en Barcelona en absoluta soledad.