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Cónclave por el Año Berlanga: la oportunidad de los Goya y la memoria del cineasta

17/12/2021 - 

VALÈNCIA. Los ojos del audiovisual están puestos en València. La ciudad se convertirá en una semanas en la sede de unos Goya muy especiales, los de la vuelta del público, una gala que tomará Les Arts como escenario y que servirá para despedir un Año Berlanga que ha copado -y sigue haciéndolo- la agenda cultural. Estos dos hitos han removido al sector local, tanto por su envergadura como por todas las cuestiones que acaban poniendo sobre la mesa. Con el objetivo de reflexionar y sacar algunas conclusiones al respecto Culturplaza, en colaboración con la concejalía de Turismo e Internacionalización, organizó este jueves una jornada en la que desgranó las oportunidades de los Goya para València y se sumergió en la figura de Berlanga con dos mesas en las que tomaron la palabra sus protagonistas. 

Fue Sandra Gómez, vicealcaldesa de València, la encargada de dar el pistoletazo de salida a la jornada, quien destacó de esta gala de los Goya que se vaya a convertir en el "broche de oro" de un Año Berlanga que ha querido romper muros y clichés y llegar al público general, de la mano de otros centros culturales como Bombas Gens. Del mismo modo defendió cómo València se ha convertido en uno de los escenarios recurrentes en el panorama nacional e internacional, con ejemplos como El embarcadero o la gran producción Citadel. "La gala de Los Goya no es un evento a gloria de nadie que no sea el sector audiovisual y la ciudad de València", aseveró Gómez. 

Por su parte, la comisionada del Ajuntament de València para el Año Berlanga, Teresa Cebrián, aprovechó su parlamento para recordar qué quedará del impulso extraordinario de estos meses: las nuevas generaciones que han decidido ver una película del director después de participar en alguna de las actividades didácticas, el evento de primavera dirigido al sector profesional, los materiales para las escuelas… El Año Berlanga quiere perdurar en el tiempo y más allá de los Goya.

Al evento asistió una nutrida representación del sector audiovisual valenciano como, entre otros, Pep Llopis, presidente de la Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual; Rosana Pastor, comisionada del Año Berlanga de la Generalitat; José Jaime Linares, presidente de APPA (Asociación de Profesionales de la Producción Audiovisual);la directora y guionista Giovanna Ribes, reciente Premio de Honor de los Berlanga; el director de Cinema Jove, Carlos Madrid, o la directora de La Cabina, Sara Mansanet

La oportunidad de los Goya

Foto: KIKE TABERNER.

València será la próxima sede de los premios Goya, una gala que pondrá todos los ojos de la industria en un lugar: el Palau de les Arts. Su visita a la ciudad, tras pasar por ciudades como Sevilla o Málaga, confirma el camino de la Academia hacia la descentralización, ¿pero es este un cambio real o solo maquillaje? Esta fue uno de los puntos calientes del debate en la mesa ‘La oportunidad de los Goya’, moderada por Carlos Garsán, en la que intervino Eduardo Guillot, director artístico de La Mostra de València; Cristina Perales, vicepresidenta 2ª de la Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual; y el director de cine Javier Marco, nominado a tres premios Goya por Josefina, su primer largometraje. Y es que la relación de Madrid con la periferia (si es que se le puede llamar así) es siempre un tema espinoso, y en el caso del cine la cosa no cambia. "Ese centralismo sucede a todo los niveles, y evidentemente también en el cinematográfico porque, entre otras cosas, la Academia [nacional] tiene su sede allí, hay una mayoría de académicos que trabajan desde allí y la industria es más fuerte", explicó Guillot, aunque con un añadido no poco importante: "luego llega Pa negre y gana". 

Efectivamente gran parte de la industria se sitúa en la capital. El propio Javier Marco admitía que, a pesar de que Alicante se ha convertido en uno de los grandes escenarios de muchos de sus cortos, finalmente tuvo que mudarse para avanzar en su carrera. "Me tuve que ir a Madrid a trabajar porque creía que estaban ahí las oportunidades. Lo bonito sería que no te tuvieras que ir". Aunque, ojo, ningún escenario es la panacea. "En Madrid no había ayudas a desarrollo y en València sí, y además cuantiosas [...] Siempre lo que cuesta es que te den la primera ayuda. Con esa puedes ir a TVE, À Punt u otra plataforma", añade Marco. El hecho, sin embargo, de que los ojos estén dirigidos allí puede tener un efecto perverso en el resultado de las nominaciones, pues industrias más alejadas del centro, sea la valenciana o la de otras regiones, tienen una mayor dificultad para acabar siendo reconocidas en unas nominaciones que siempre dejan una larga lista de olvidados. "Está muy bien pedir ayudar para hacer películas pero luego hay que ver qué hacemos con ellas. Porque si no van a ningún lado, si no hay una promoción, una distribuidora que las lleven a los cines será difícil que los académicos las vean", recalcó Guillot. 

Pero, más allá del lamento (aunque sea justificado), ¿qué se puede hacer? En ese puzzle se sitúa la propia creación de la Academia Valenciana de l'Audiovisual y, con ella, los Premios Berlanga -que este año adoptaron ese nombre-, una organización que va más allá del asociacionismo preexistente y que busca hacer fuerza para que el audiovisual valenciano tenga su lugar en la agenda nacional. "Nuestro deseo es que [estos premios] ganaran protagonismo a nivel nacional, que se tuvieran en cuenta, como se tienen en cuenta los Gaudí", defendió Cristina Perales. Gran parte del debate tiene un eje común: la necesidad de visibilizar el cine valenciano, una cuestión comunicativa pero que afecta tanto al espectador final como a los miembros de la Academia que deben encontrar la aguja entre un pajar a veces confuso y donde la inversión en promoción es clave. Y es que de dinero va la cosa también, de industria, de ayudas, de distribución y de buenas condiciones laborales. Y entre tanto, una idea clara, apuntó Guillot: "una de las maneras de abrir hueco es hacer buenas películas".

La vida y obra de Berlanga, ante el siglo XXI

Foto: KIKE TABERNER.

La segunda mesa redonda versó sobre la memoria del propio Berlanga y sobre cómo se puede leer su cine desde el siglo XXI. Nuevas perspectivas, nuevas miradas, nuevos retos que se enfrentan a su vida y obra. En ella participaron Begoña Siles, directora de la Cátedra de Investigación Luis García Berlanga de la Universidad CEU-Cardenal Herrera; Rafael Maluenda, director y guionista del documental Berlanga!!, además de ser el promotor del Berlanga Film Museum; Miguel Ángel Villena, periodista y autor de Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente; y Pepe Ferrándiz, el productor que acompañó a Berlanga en los últimos films de su vida. La moderación quedó a cargo del redactor de Culturplaza Álvaro Devís.

Sobre la memoria que se maneja del director en este año, la primera idea que se manejó fue la de poner en valor poder disponer del testimonios de personas que han trabajado y vivido con el maestro: “Quedarnos con el estudio sobre el plano secuencia de Berlanga solo es atisbar uno de los rasgos de estilo de su genialidad. Yo siempre he tenido la impresión de sus guiones responden bastante a su manera de ser como persona. Tú empezabas una conversación con Luis, seguías más tarde por donde lo habías dejado, tratando temas de un lado a otro… Y eso generaba una suerte de cruce de tramas como en su cine, promovida por la coralidad. El estilo de Berlanga es coherente a su persona”, apuntó Maluenda.

Sobre la biografía del director, Villena (autor de una de las más estimulantes que se han publicado este año) explicó la dificultad para descifrar “el campo de minas” que son los datos que facilitó él mismo a otros biógrafos como Jesús Franco o Antonio Gómez Rufo. Berlanga mentía sobre el día de su nacimiento, sobre dónde había ido a la mili: “Berlanga creó su propio personaje. En sus memorias hay una parte real y una de ficción. Es el gran caricaturista del siglo XX y también hizo una caricatura de él mismo”. Por otro lado, “la mayoría de sus tramas y argumentos están basadas en hecho reales. Él era una gran esponja y un gran observador de la realidad que le rodeaba”. Incluso la secuencia en la que se cruzan el cortejo fúnebre y las fiestas patronales en Plácido está basada en una vivencia de su padre.

Pero más allá del personaje, también está su cine. En la reivindicación de leer a Berlanga no solo por sus anécdotas sino también por su contribución magistral al cine, Begoña Siles rompe una lanza en favor de “ejemplificar el plano secuencia con Berlanga y no con Orson Welles” para ponerlo en valor: “Todo el mundo dice que Berlanga es el gran cronista, pero no es solo un documentalista: hay un sentido estético en todo lo que hace. El verdugo o Plácido son obras de arte, más allá de lo que reflejen. Hay que reivindicar su mirada cinematográfica”. El resto de la mesa coincide en que Berlanga se intenta borrar como autor, pero nada más lejos de la realidad, todo está planificado en su cabeza, los planos, los movimientos de cámara… Los líos entre la marabunta de personajes es toda una coreografía. 

Foto: KIKE TABERNER.

Además, Siles opina que el reflejo de Berlanga va mucho más allá de la España del siglo XX, “trascendiendo a lo universal”. Y de ahí su reconocimiento internacional. Por otra parte, Miguel Ángel Villena opina que sus películas son claramente un documento histórico, pero como también  le hablan al presente: problemas de acceso a la vivienda, el poder, la corrupción, etc.

En la mesa se pudo debatir también sobre uno de los tabús a la hora de hablar de su memoria, su relación con las mujeres. Villena toma como punto de partida: “Todas las personas tienen un lado luminoso y otro oscuro, y Berlanga no deja de ser un hombre burgués que nace en la València de 1921. En su contexto estaba normalizado perder la virginidad yendo a un prostíbulo”. Para tratar más concretamente cuestiones de género, la mesa coincidió en que el discurso de Josefina Molina en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando es tal vez el más clarificador: cercano y respetuoso en lo personal, y con un posible debate sobre el papel de la mujer en lo narrativo, entre el “empoderamiento” de ellas frente a los “peleles” y el sadomasoquismo innecesario que pone delante de la cámara.

Una pregunta cerró la mesa: ¿Qué pensaría Berlanga del año que se le está dedicando? Pepe Ferrándiz tira de memoria en primera persona para responder: “cuando le dedicaron una calle por primera vez, vino, y al comprobar que le habían puesto la placa en una zona sin urbanizar y sin nada alrededor, no dejó de reirse en todo el acto. Si Berlanga estuviera vivo se descojonaría”.

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