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EL CABECICUBO: REALITIES, DOCUS, SERIES Y... TV

Conozca el mundo de las cosquillas profesionales

Un documental neozelandés se adentra en las redes de vídeos de cosquillas

5/11/2016 - 

VALENCIA. A estas alturas de la vida no resulta extraño que un amigo te diga que se acostó tarde porque estuvo varias horas viendo vídeos en YouTube de gente explotándose granos. Y quien dice granos, dice extrayendo insectos de los oídos o cualquier otra genialidad de nuestro tiempo. Por eso con este documental neozelandés de HBO, 'Ticked', de David Farrier y Dylan Reeve, uno esboza una sonrisa cómplice en múltiples ocasiones. 

El documental se inicia contando la historia de un reportero de noticias de "cultura popular" como él mismo define. Se dedica a perseguir informaciones extravagantes, lo que los angloparlantes llaman "bizarre". Se llama David Farrier.

Un buen día este periodista quiso contactar con los participantes en un nuevo deporte, aguantar cosquillas, cuyos vídeos había visto en YouTube. Salían los chavales con sus monos y camisetas de Adidas y se ponían a hacer cosquillas a un tercero que estaba atado. 

El reportero encontró hasta un formulario de solicitud de participaciones. La productora que rodaba los vídeos sobre ese deporte buscaba atletas jóvenes a los que pagaría una estancia en Los Ángeles y unos cuántos miles de dólares solo por hacerse cosquillas. Rápidamente, con la intención de hacer una noticia, trató de ponerse en contacto con la productora para grabar un campeonato. La respuesta fue demoledora. 

Le decían que nunca permitirían que un homosexual como él informara sobre su deporte, una práctica absolutamente heterosexual que en modo alguno podría mezclarse con gais ni ser relacionada con ellos. El periodista insistió, un tanto atónito, y entonces la siguiente respuesta ya le llamaba abiertamente "maricón", "mariconazo", "trastornado", etcétera. Le tocó la fibra el asunto. 

Y otro más hecho le hizo sentirse llamado a investigar. Googleó un poco a la dueña de esa productora y era una mujer que tenía registrados setecientos dominios con nombres relacionados con las cosquillas. Cuando empezó a mirar más profundamente, no tardó en llamar la atención de la investigada y recibir una carta con un mensaje de sus abogados. Le decían que estaba invadiendo la intimidad de una persona que había sido perseguida por un actor porno gay que había descuartizado a un hombre y había mandado los trozos a políticos. Ahí se dijo: esto tengo que ver qué es. 

Esos son los primeros diez minutos de documental que comprende una búsqueda de quién es esa mujer y qué hay detrás del mundo profesional de las cosquillas. En realidad, aunque verlo es ameno y entretenido, no es gran cosa lo que encuentran. Pero hay pasajes que merece la pena citar y sobre los que deberían haber abundado más. 

Ejemplos: Hay un hombre al que entrevistan que confiesa que desde niño le atraían dos cosas: la gente atada y las cosquillas. Se fue haciendo mayor y esta parte de su personalidad consiguió aceptarla. 

Con la llegada de internet a nuestras vidas es lo primero que buscó, "cosquillas", y se metió en foros de aficionados a esta práctica. Ahí consiguió ver los primeros vídeos de su vida de gente atada recibiendo cosquillas. Eran en Real Media, formato que recordarán los ya más viejos del lugar. 

El tipo no se cortó un pelo y empezó a hacer sus propios vídeos de cosquillas. Le fue bien y al final dejó el trabajo y pudo dedicarse solamente a eso. En su mansión, vemos que tiene una habitación perfectamente habilitada para grabarse haciéndole cosquillas a la gente. El modelo entrevistado está contento y dice que es una experiencia nueva. 

El problema de este mundo que se nos muestra llega después. El periodista se introduce en las redes de chavales que aparecen en los vídeos de cosquillas y empieza a encontrar gente amenazada, engañada, chicos que no pueden dejara el mundo de las cosquillas por miedo a qué les pueda pasar. Están atrapados. 

No daré muchos detalles para no desvelar el argumento central del documental, pero nos encontramos con un magnate que tiene un auténtico "imperio de las cosquillas". Así lo denominan ellos. Una red internacional, con montones de pisos francos en los que los chavales se hacen cosquillas, se graban en vídeo y se envían a una central. 

Se habla también con un caballero, una especie de mercenario del vídeo, que venía del mundo del porno pero que había terminado metido en el de la cosquillas. Trabajaba para una mujer -ya sabrán quién cuando vean el docu- que no paraba de pedirle que le proporcionara vídeos de jovencitos recibiendo cosquillas. Dice el caballero: "Yo era su proveedor de cosquillas y sin ellas pasaba síndrome de abstinencia". 

Hay momentos que parecen surrealistas. La red de cosquillas se va a barrios desfavorecidos a buscar allí a chavales que podrían dejarse hacer cosquillas más fácilmente. La idea es que dependan económicamente solo de las cosquillas, que esta sea su principal fuente de ingresos, y no puedan escapar de ese mundo.

El documental es tan sumamente extraño que no se puede revelar el final que da sentido a todo lo anteriormente expuesto, el origen de y dirección de estas redes de cosquillas. Llega a ser incluso emocionante, aunque el final de la investigación no es el descubrimiento de América precisamente. Ni siquiera la resolución final, en plan 'Diario de' con Mercedes Milá, consigue el efecto deseado de "hemos atrapado al culpable". Casi me atrevería a decir que el contrario. Pero bueno, los periodistas han encontrado un buen tema, había fraudes, gente sufriendo y un enigma que desentrañar. Lo han logrado y uno, cuando ve esto, les aseguro que parpadea poco. 

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