El director llega por primera vez al Olympia con un texto que reflexiona sobre los problemas de la democracia
VALENCIA. "Estamos hablando de teatro contemporáneo, no de una tragedia griega". Mario Gas desembarca por tiempo limitado, hasta el 15 de noviembre, en un centenario Olympia que nunca había pisado como director y lo hace de la mano de un Sócrates que quiere demostrar lo despacio que avanzan las agujas del reloj cuando de avances sociales se trata. Con un texto de nueva creación, escrito por el propio Gas y Alberto Iglesias, la pieza versa sobre la corrupción de una democracia que decide condenar al filósofo por poner en cuestión el sistema. No se confundan con el título, 'Sócrates', pues es el subtítulo, 'Juicio y muerte de un ciudadano', que realmente esconde las claves de la obra.
"Quien espere un tratado sobre la filosofía se Sócrates no lo va a encontrar", aseveró Mario Gas durante la presentación de la obra, coproducción de Teatre Romea, Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Grec 2015 Festival de Barcelona. La agenda de sus creadores estaba clara: explicar que no se trata de Medea, por ejemplo, sino de una historia que mucho tiene que ver con la política de hoy en día.
El Sócrates de Mario Gas tiene "voluntad política pero no panfletaria", una reflexión sobre "cómo una mal llamada democracia acaba engullendo a sus mejores hijos". Interpretado por Josep María Pou, la obra recrea el juicio al filósofo, condenado a muerte por denunciar la corrupción en Atenas y el papel supersticioso y manipulador de la religión oficial. El Olympia, convertido en asamblea, contará con el público como juez y protagonista de la reflexión. "El mejor teatro es el que plantea preguntas y hace que el espectador busque respuestas", indica Pou, cuyo objetivo es convertir "el escenario en tribuna de reflexión".
Acusado de despreciar a los dioses y corromper a la juventud, se negó a huir, como le proponían sus discípulos, y hubo de resignarse a morir por defender sus ideas. "Es un hombre que caminaba intentando buscar la verdad, un ejemplo de integridad, honestidad y de [tener que] sufrir las consecuencias de ser consecuente", añadió José María Pou.
Finalmente, una copa de cicuta marcó el fatal destino del pensador. Cuestión de plantear cuestiones, si se tuviera que resumir la pieza en una pregunta, según la actriz Amparo Pamplona, esta sería: "¿cuándo deserta uno de si mismo?". El eje sociopolítico es indisociable de la pieza y el intérprete Guillem Motos incluso apuntó al serial 'El ala oeste de la Casa Blanca' como referente, para quien la obra le hace preguntarse "qué pasaría si los políticos tuvieran la voluntad de Sócrates".
"Hay gente que se llena la boca con la palabra democracia cuando lo que está haciendo es destrozarla en beneficio de sus intereses particulares", aseveró el director de la obra, una pieza que supone una reflexión desde el teatro contemporáneo sobre "el arte de la denuncia y el imperio de la suciedad democrática".
El montaje traslada al público a la antigua Atenas, al año 399 a.C., "pero el milagro del teatro hace que en el mismo momento en el que nuestras palabras saltan al patio de butacas, el espectador las recibe desde ahora en un viaje de más de 2.000 años", explica Pou. La obras, sin embargo y a pesar del inevitable resultado, no es un drama clásico. "Odio la tragedia instaurada en el mito y la conmoción", incidió Gas, quien añadió que el texto cuenta con elementos cómicos. Aún así, aprovechó para llamar la atención sobre la vigencia de las cuestiones tratadas en las tragedias clásicas. "Si siguen llamando a nuestra puerta es que todavía hay muchos problemas que no hemos solucionado".
Con la actualidad y la política en boca de todos, el director no quiso perder la oportunidad de verbalizar alguno de los problemas que afectan directamente a la profesión, un "21% (de IVA cultural) que nunca acaba de desaparecer". En la presentación también estuvo presente el resto del elenco, compuesto por Carles Canut, Amparo Pamplona, Pep Molina, Borja Espinosa, Guillem Motos y Ramon Pujol.
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