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tribuna libre / OPINIÓN

Covid-19: la necesaria reestructuración de la deuda de las empresas

14/04/2020 - 

Si todas las empresas ya venían navegando en un entorno VUCA, en estos momentos en los que ha azotado el Covid-19 la mayoría de ellas se encuentra en una situación completamente atípica e inesperada que puede encajarse en la teoría del cisne negro (Nassim Taleb); metáfora que describe un suceso sorpresivo de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza haciendo que parezca predecible o explicable.

La pandemia del coronavirus ha provocado un parón brusco de la economía en un escenario volátil, incierto, ambiguo y complejo sobre el que hay que actuar de forma rápida. Qué duda cabe que, si disponemos de un Mapa de Riesgos, pese a tratarse de una situación sobrevenida, conoceríamos el cálculo de los efectos secundarios y el plan de acción inmediata. Si no lo hemos desarrollado tendremos que analizar de forma rápida la situación y dibujar los distintos escenarios en los que nos situamos y nos situaremos.

El punto de partida para la mayoría de las empresas, con excepción de sectores concretos (agroalimentario, logística, transporte……), es una paralización por completo (o en un alto porcentaje) de sus ingresos por ventas, cancelación de pedidos e incluso devolución de las operaciones comerciales realizadas: bien físicamente (materiales), bien económica (impagados o aplazamientos). La primera gran pregunta que habrá que hacerse es si se trata de:

  • Ventas Diferidas, (recuperables).  Se han parado los ingresos pero, poco a poco, volverán a situarse más o menos en los niveles habituales con lo que la evaluación más importante será el plazo de dicha recuperación o bien.
  • Ventas Perdidas, (no recuperables). Aquellas que no se han realizado ni se realizarán dada la incapacidad física de poder llevarse a cabo, como por ejemplo en la actividad hotelera, turística y de restauración donde, lo no vendido no podrá ser recuperado. El servicio no prestado, nunca se prestará.

Comercios cerrados en València durante el estado de alarma. Foto: Eduardo Manzana

Como indicábamos esto tendrá un doble efecto:

  1. 1. Financiero a corto plazo. Al dejar de inyectar liquidez se produce un efecto inmediato. Un déficit de tesorería que implica la incapacidad de hacer frente a los pagos comprometidos que necesitará de moratorias, aplazamientos y carencias.
  2. 2. Financiero a medio plazo. Hablamos de la pérdida de rentabilidad. La caída en ventas difícilmente recuperable en este ejercicio, lo que lleva a una disminución del beneficio y, en la mayoría de los casos, a la entrada en pérdidas y la reducción del EBITDA. En definitiva, la imposibilidad de generar el cash flow suficiente para atender el servicio de la deuda comprometido, lo que necesitará de una reestructuración del endeudamiento financiero y una recomposición del fondo de maniobra. Las pérdidas supondrán una disminución del patrimonio neto, lo que implicará un incremento del índice de endeudamiento y una reducción en el de solvencia; es decir, una caída en el rating de riesgo.

En este sentido, deberemos de actuar con acciones de emergencia para detener este fuerte golpe y  cuya capacidad de respuesta dependerá de la posición de partida (nivel de liquidez, tesorería, endeudamiento, solvencia, autofinanciación) lo que nos permitirá medir las posibilidades de frenar o asumir el impacto inmediato de la caída de los ingresos. Al margen de las medidas de sentido común (hacer “caja”, disminuir gastos, aplazar pagos…) habrá que utilizar todas las alternativas financieras a corto plazo disponibles siendo la más importante la utilización de las medidas financieras públicas. La Línea de Avales aprobada en dos tramos por el Gobierno y gestionada por el ICO, en colaboración con las entidades financieras, garantizará los nuevos préstamos y las renovaciones concedidas por entidades financieras a empresas y autónomos para atender las necesidades de financiación derivadas, entre otros, de pagos de salarios, facturas, necesidad de circulante u otras necesidades de liquidez, incluyendo las derivadas de vencimientos de obligaciones financieras o tributarias.

En cualquier caso, es muy importante analizar la duración de esta situación y actuar en función de los escenarios posibles. En ese sentido, tenemos sobre la mesa un primer análisis que nos dibujará dos o tres escenarios. Uno seguro, y además para casi todas las empresas con un efecto perdida hasta el mes de junio, y sobre el que no estaría de más analizar la posible ampliación de este escenario que podría prologarse hasta el mes de agosto o septiembre de 2020. La empresa deberá emprender acciones de respuesta y protección ante estos dos posibles escenarios de base para, proyectar otro de ajuste a mayor plazo para el periodo octubre – diciembre 2.020 que se prolongaría además para todo el año 2021.

Todo esto deberá realizarse de forma inmediata pero siempre bajo este plan de trabajo que pasa por el diagnóstico de la posición de partida, la capacidad financiera, la capacidad de resistencia de nuestro balance, para proyectar los escenarios probables para 2020 (quizás tomando como más presumible el más pesimista) y diseñar la estabilidad a medio plazo 2021/2022.

Cine cerrado durante el estado de alarma- Foto: Eduardo Manzana.

El comercio, los servicios y el mundo de la cultura son los más afectado por esta crisis y, más en particular, todas las actividades ligadas al turismo que es un pilar básico de la economía española y de la valenciana: hoteles; restaurantes, transporte de viajeros, lavanderías, catering…... La suspensión de las Fallas y de la Semana Santa no se recuperarán en este año y supondrán un importante volumen de pérdidas cuyo horizonte afectará más allá de la campaña de verano.

Los sectores industriales verán una recuperación lenta. Recuperar el consumo interior con una previsión inicial de cerca de dos millones de trabajadores en situación de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) no invita a ser muy optimista en el crecimiento del consumo interno. Aunque el Estado garantice unos ingresos mínimos, la prudencia hará que el consumo se realice básicamente en los bienes de primera necesidad y es más que probable la modificación de los hábitos de consumo tras esta situación. Del mismo modo, la exportación se va a ver afectada por una paralización progresiva dado el carácter global de la pandemia y posiblemente con una recuperación posterior que con total seguridad no veremos hasta bien entrado el año 2021.

Todo ello supone dos variables importantes a tener en cuenta. Una operativa: la rapidez en las medidas de ayuda y la agilidad de las empresas y entidades financieras en su puesta en marcha, unidas al rigor en el análisis de la solvencia empresarial por parte de los bancos, son la clave para que no lleguemos demasiado tarde. La segunda variable es necesaria: la reestructuración y refinanciación de la deuda. Con las medidas iniciales podremos solucionar en parte el primer problema, pero será imprescindible la refinanciación de la deuda que las empresas tendrán que abordar con total seguridad el próximo otoño.

El área financiera-corporativa y de gestión de empresas de GB Consultores ya ha comenzado a trabajar en esa línea mediante los diagnósticos de situación y el desarrollo de los planes y proyecciones necesarias para evaluar el impacto de este importante problema, así como en establecer, coordinar, desarrollar y negociar los planes financieros con los que dar la solución de estabilidad y de necesario equilibrio financiero.

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