VALÈNCIA.-Conversación con uno de mis hijos. Anda afectado por la actitud de algún amigo. Mi discurso sobrevuela como un buitre en torno a lo inestable de la amistad. Le digo que hasta que no se comparten ciertas experiencias únicamente se tienen conocidos con preferencias. Y enemigos a punta pala. El amigo se instala en tu vida cuando un montón de pruebas superadas aprueban ese acercamiento. Y eso es fácil de medir a partir de los quince mil días. Ahora, una vez lo tienes, ya son para los que te quedan, en la salud y la enfermedad, para lo malo y para lo peor.
Otra preferencia es lo de la pareja. Esta hay que cambiarla cada mil quinientos días a mucho tardar, que la vida es corta y hay mucha gente en el mundo a la que conocer y probar. El amor, muy sobrevalorado, es el desconocimiento de uno mismo. Uno llega a ese estado accidental porque tiene carencias que tapar, inseguridad. Las conozco que llevan juntas toda la vida. Debe de ser un buen lugar donde estancarse, claro que sí, pero personalmente opino que es venir a participar y no a ganar en esto de vivir la vida.
Lo contrario al amor no es el odio ni mucho menos. Ni tampoco es el ignorar. Lo contrario al amor es la creación. Corchopán. Tengo un sobrino que anda peligrosamente acaramelado con su pareja, que es buena pareja. Así que hace unos días no pude más que preguntarle si estaría dispuesto a apostar el 50% de lo que tiene, sólido, líquido o corintio, al amor eterno. Silencio. Cuando a mí me hicieron esa pregunta ya era demasiado tarde. ¡¡¡Joder!!!
Crear es un placer donde no cabe el equilibrio, pocas veces va acompañado de amor y coquetea con el reconocimiento, su perdición y vuelta cobarde al mercado
En mi empanada mental utilizo la creatividad como cápsula de escape. No hay nada más estándar y aburrido que esto a lo que llamamos vida. Desde hace tiempo me la tomo como una enfermedad incurable porque visto así nada puede ir a peor. Las opciones son: conformarme, la más cómoda, o romper las reglas, y esto solo puede hacerse si eres creativo.
Como un cuadro o un hijo, crear es excitación. Criar es otro tema. Solo se puede crear a partir de vivencias, experiencias y enfrentamientos. Se requiere una gran dosis de riesgo, pues los resultados no se pueden prever y el que salga flatomal es lo normal. Personalmente, para conseguirlo busco refugio en la niñez, donde hay improvisación, inmadurez, sinvergonzonería y el hacer primero y pensar después. Y sí, no me da buenos resultados, pero lo intento.
La creación va acompañada de provocación y sorpresa. Solo si es nuevo creas interés y llamas la atención. Solo si nunca nadie lo ha hecho es original. La copia anda a la mano de los mercados haciendo que lo estándar funcione. Mientras creas no existe el miedo, el respeto, las formas ni las reglas. Desde la otra orilla, en la distancia, se divisa mejor el problema. Corrigiendo desde el error es más fácil rectificar y llegar a las conclusiones. Crear es un placer donde no cabe el equilibrio, pocas veces va acompañado de amor y coquetea con el reconocimiento, su perdición y vuelta cobarde al mercado. Así que solo desde el tormento y la soledad se consiguen resultados, pues la felicidad es enemiga del riesgo y se resigna a la comodidad. El creador en su búsqueda encuentra la promiscuidad. Solo en situaciones límite se es capaz de tomar decisiones. Se es así por necesidad.
Los que no crean son perversos, indecisos y juegan malas pasadas. Buscan la gloria anulando a sus congéneres. Espero seguir siendo creativo por muchos años porque en lo del amor ya me doy por perdido.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 54 de la revista Plaza