El cremaet está surfeando la ola más grande de su historia. El remate oficial de los esmorzars valencianos es, cada vez con más frecuencia, el protagonista de los postres con los que cerramos las comidas y las cenas. Es un filón que los restaurantes y bares han sabido aprovechar, porque es una manera, en principio sencilla, de agregar un guiño local a la carta utilizando un trío de sabores que rara vez falla: café, ron y canela (quizás también un toque de naranja o limón). Para colmo, son ingredientes que casan bien con la nata, la vainilla, el queso mascarpone, el cacao... Vamos, que es un win win en toda regla.
La versión repostera más común del cremaet es, por supuesto, el tiramisú. Más allá de las innovaciones de cada cocinero, en principio lo único que necesitamos añadir a la receta italiana tradicional para “valencianizarla” es el ron quemado, la canela y quizás la ralladura de limón. (Aunque, para ser sinceros, este postre siempre ha admitido algún tipo de licor, vino dulce o Baileys en sus componentes).
Podéis encontrar tiramisú de cremaet en el Bar Cremaet de Valencia o en La Mesedora de Algemesí, por poner dos ejemplos. Sergio Santamaría, propietario de este templo del almuerzo valenciano, reconoce que el tiramisú es el postre estrella del restaurante. “La idea surgió porque queríamos dar un toque valenciano a las recetas clásicas. Y la verdad es que a la gente le encanta”.