VALÈNCIA. Y llegará el silencio en los balcones. Se apagarán los aplausos. Dejaremos de comprar papel higiénico a mes vista. Las calles se volverán a llenar. Las playas. Los parques. Sin multas. Sin miedo. Tocaremos. Nos tocarán. Nos tocará el aire por la mañana. Qué frío y qué gustito. Sin música en los balcones. Ni aplausos. El ruido volverá a su lugar natural. Los coches. Los autobuses. Una pitada a quién cruza en rojo. Un grupo de adolescentes en las escaleras del metro con el móvil a todo trapo. El murmullo incesante de las cafeterías. La cafetera de bar. Qué bien huele, joder. A mí se me ha olvidado comprar café. Estoy tirando de té y poleo-menta. Le echo un chorrito de leche. No es lo mismo. Pero volverá el café. Y los balcones volverán a enmudecer.
La música dejará de sonar en las ventanas; soltaremos -por un momento- los libros que ahora nos divierten, nos emocionan, nos hacen llorar; pondremos en pausa las películas o series que nos acompañan en esta extraña soledad; haremos lo propio con el teatro -sí, el teatro- que estos días se ha ofrecido a través de distintas plataformas online, como los museos, para llevar la cultura al sofá de nuestras casas. Todo volverá a la normalidad. Volverán las salas de música, los auditorios y teatros, las librerías, los cines, museos y galerías de arte, etc. Los trabajadores de la cultura subirán de nuevo la persiana, como hicieron antes de esta crisis que usted ya conoce. La música sonará de nuevo en los espacios culturales, aquellos que en estos días tan complejos están haciendo ‘visitas’ constantes a nuestras pantallas o estanterías.
Volverán todos a sus puestos de trabajo, pero será en un mundo distinto. Tendrán para pelear más que nunca, ¡cómo si no estuvieran acostumbrados a la batalla! Todavía es difícil saber el impacto económico que tendrá este parón en las industrias culturales. Unos calculan 8,6 millones de pérdidas en el sector de la música valenciana; otros de 15 millones en cines, teatros y salas de conciertos. Las previsiones no acompañan, pero también es cierto que de momento son eso, previsiones, en un momento en el que la incertidumbre es el pilar de nuestro día a día. Habrá tiempo de hacer números cuando volvamos a salir a la calle. Cuando nos estrechemos la mano y nos plantemos dos besos bien dados. De momento, la música sigue sonando en los balcones, los libros siguen llenando nuestro tiempo y nuestro corazón, y las películas nos siguen emocionando en una casa de la que no salimos desde hace días. Es por eso que debemos hacernos una promesa. Es muy sencilla, verán. Que, cuando nos quitemos el pijama, devolvamos la visita a aquellos creadores que nos están dando tanto en estos días. Que sigamos aplaudiendo, pero esta vez en los teatros, en los conciertos y -si no nos reprenden por ello- en las bibliotecas o museos. Porque, aunque deje de sonar en los balcones, la música continúa.