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el mítico festival de villarrobledo hizo las maletas para viajar al mediterráneo en 2007

Cuando Benicàssim tuvo un Viña Rock lleno de polémica y pasado por agua

Fotos: Carme Ripollés
30/07/2024 - 

CASTELLÓ. A principios de febrero de 2007 llegó una de las noticias que sacudió el rock nacional. El Viña Rock, el Viña de toda la vida, hacía las maletas y se marchaba de Villarrobledo a Benicàssim, al mismo recinto donde un año antes habían tocado Franz Ferdinand y Depeche Mode dentro del FIB. Recuerdo el shock que me provocó aquella noticia totalmente inesperada. Era la primera vez que un festival de enorme éxito se mudaba a otra comunidad, ya había sucedido con Espárrago Rock cuando se marcharon de Huétor Tájar a Granada, y de ahí a Jerez de la Frontera, pero todo dentro de la misma comunidad autónoma. Iban a ser tres días de rock duro con bandas del calibre de Rosendo, Los Suaves o Reincidentes, además de grupos internacionales como Moonsopell o Soulfly.  

Viajamos a aquel Viña Rock lleno de polémica, donde Villarrobledo terminó consiguiendo la titularidad de la marca Viña Rock para seguir celebrándose en el pueblo, como había sucedido durante once años, y Matarile, la promotora del festival, se quedó sin ella. Y lo hacemos para recordar el evento que podía haber abierto el camino para hacer un gran festival de rock en la provincia de forma continua y estable, algo que por desgracia no se ha dado, aunque han existido más intentos como Rock Machina y el festival Costa de Fuego.

En aquel 2007 hubo dos Viñas, el de Benicàssim y el que el consistorio de Villarrobledo montó, llamado, Villarockbledo con dos días de festival por cinco euros, también con bandas de muy alto octanaje como Mojinos Escozíos o Celtas Cortos. Hablo con dos personas que estuvieron de público, y que ahora son miembros de bandas de rock/metal de Castellón, y con Juankar, vocalista de Boikot, que actuaron en el Viña, sobre lo que supuso aquel mítico y rocambolesco festival.

La sorpresa del traslado

Pablo Gargallo es el guitarra de la banda de Black Metal, Morfina. Fue uno de los que estuvieron allí y como a todos, también le dejó atónito la noticia del traslado de recinto. “Recuerdo que me pilló bastante por sorpresa, no por la magnitud del festival, puesto que por aquel entonces el FIB que se hacía en Benicàssim, era un festival aún más tocho que el Viña Rock, la sorpresa fue que no se hiciera en Villarrobledo, ya que parecía que el Viña Rock y Villarrobledo iban de la mano y, de ahí la sorpresa por el cambio de ubicación. Me enteré a través de alguna publicación, creo que la Heavy Rock o similares”, comenta.


En los últimos años los festivales han ido cambiando de manos, el mercado les ha empujado a transformarse en macroeventos con grandes empresas detrás. Grandes grupos con varios festivales diferentes, enfocados a públicos distintos. Juankar recuerda la polémica que se formó en aquellos días por éste repentino cambio de emplazamiento. “Recuerdo que generó mucha polémica, era la época de sangre en los foros que habitualmente se llenaban de mierda, así que había un enfado monumental por parte de la peña y una guerra mediática, económica, política entre organización y Ayuntamiento, así que el barrizal perfecto...que tristemente se cumplió, pues fueron jornadas de lodazal y agua”, apunta el vocalista en mención a la lluvia que cayó aquel año.  

Aunque el cambio de ubicación del festival fue en un principio lo más llamativo, por lo extraño de la decisión y la falta de información que teníamos, fue la enorme tromba de agua, que convirtió el recinto en un barrizal, lo más recordado. Yo también estuve allí y tengo en la memoria cuando se fue la luz de golpe con la lluvia, y a la gente caminando por pallets para no pisar el barro. Aquello parecía el fin del mundo.

“Aun a día de hoy la recuerdo como uno de los peores chaparrones que he pasado en un concierto empatado con el FIB del 96, creo que fue donde tenía que tocar Blur, y debido a la tromba de agua se suspendió, con caída de escenario incluida por los fuertes vientos”, rememora, Gargallo. “Recuerdo hacer honor al festival bebiendo todo el calimocho que era posible y, que dadas las circunstancias aguantamos bastante hasta que fue realmente insoportable y diría que hasta peligroso permanecer en el recinto con la que caía”.

La tormenta inolvidable

Todo el mundo que estuvo presente en aquel Viña de Benicàssim tiene una historia con la tormenta. Aquel chaparrón es inolvidable. “¡Lo vivimos como si fuera el Woodstock!”, dice Víctor Pajares, guitarra del grupo Capitán Ludd. “Nos calamos hasta las cejas y disfrutamos de lo lindo. Dormíamos en casa de un colega en Benicàssim, aunque íbamos hasta arriba de barro. Al día siguiente la faena fue nuestra para limpiar y dejarlo todo perfecto”, recuerda.


En aquellos años Viña Rock apostaba por carteles con bandas internacionales, algo no tan común como hoy en día, y además de los grupos habituales, aportaban ese plus que volvía al festival mucho más atractivo. También es cierto que Viña Rock supo casi desde el principio conjugar perfectamente diferentes estilos musicales, era de los pocos eventos donde el rap tenía una enorme presencia, ese año con el escenario, Sennheiser con artistas como SFDK o Violadores del Verso ponían el acento en la cultura urbana. “¡Vaya pedazo de cartel que había!”, exclama, Pajares. “Me gustaría verlo hoy. Yo fui por mucho grupos, como digo... ¡vaya pedazo de cartel! Recuerdo muy bien los conciertos de Pata Negra, que me pareció brutal, Ojos de brujo y Manu Chao también. Me encantaron mis paisanos de Vitoria, Soziedad Alcohólika y Potato, y enorme La Troba Kunfú a quienes tuve la oportunidad de telonear y conocer años más tarde con mi grupo de entonces”, repasa.

Por su parte, Gargallo señala a bandas de metal más extremo, “recuerdo bastante el concierto de Soulfly, pero vaya, como experiencia fue una ruina, era imposible disfrutar de los bolos en medio de tanta lluvia”, afirma. Yo también me quedé con las ganas de ver a alguna banda, pero el chaparrón lo hacía imposible.  

Está claro que la experiencia como público es muy diferente que la que tiene el artista que acude a actuar. Las nubes, la lluvia, la sensación de que el mundo se iba a terminar ese puente de mayo, lo abarcaba todo. Juanka hace un ejercicio de memoria, han pasado muchos años, y es difícil acordarse de un bolo en especial. “Recordar, recordar, 17 años después, algo recuerdo. Regresando de un tour centroeuropeo donde giramos junto a nuestros compañeros de Banda Bassotti por diferentes ciudades italianas, alemanas hasta llegar a Dinamarca, con la cabeza girada (risas) y rumbo a Benicàssim. Lo primero a la llegada observar  el increíble barrizal por la zona de acampada, la locura de los cambios de horarios a última hora que nos afectaron a casi todos los grupos, cambios de escenarios… en fin, lo importante era que las bandas querían tocar como fuera para toda la gente que hizo posible una año más de Viña Rock”.

Un total de 1300 personas evacuadas

Nosotros como público podíamos sospechar que el caos en la organización era total, debido a las inclemencias, los medios de la época hablaban de 1300 personas evacuadas en colegios y pabellones de la ciudad, y que todo estaba saliendo más bien por el enorme esfuerzo de los profesionales y técnicos. “Recuerdo, sobre todo el ir y venir de técnicos, personal de seguridad, trabajares y trabajadoras moviendo con toros las  vallas de seguridad... sujetando puntos de iluminación, cambiando equipos, moviendo barras, fue alucinante que saliera adelante el festi con aquel tormentoso temporal de aire y agua y que, por suerte no hubo incidencias graves, que yo recuerde, un éxito por la labor y coordinación de organización, seguridad, protección civil y resto de currelas, pero sobre todo por parte de la peña”, señala Juankar.


Con todo, el festival pudo terminarse pero tras aquel Viña quedó una sensación agridulce, de vacío, de oportunidad perdida. Los festivales de rock funcionaban en otros territorios de España, pero se resistían a quedarse en la Comunitat, era como si faltara algo, una pieza clave para que un macrofestival de rock pudiera entrar en el vasto circuito de festivales que inundan nuestra geografía, con la excepción del Leyendas del Rock, otro festival que también ha viajado por diferentes ubicaciones hasta quedarse en Villena. “Nadie apostó y por tanto perdimos la oportunidad en ese momento de tener un festival de esa envergadura en esta parte de la península, aunque siempre estamos a tiempo”, reflexiona positivamente, Pajares.

No cabe duda que el recinto de Benicàssim es excepcional para festivales; de hecho allí se realizó el Costa de Fuego con Guns & Roses y Marilyn Manson, “no sé si el recinto fue más o menos acertado para albergar un evento tan grande, yo creo que cada lugar tiene su esencia, y el Viña tiene a Villarrobledo como esencia manchega, y quizás Benicàssim pueda parir un evento similar creando una marca nueva donde el espíritu del rock pueda tener también su punto de encuentro en la localidad”, comenta, Juankar. Al año siguiente el Viña Rock regresó a Villarrobledo, y el Viña, sin el apellido Rock, se celebró en Paiporta, pero eso ya es otra historia. Ojalá en un futuro cercano Benicàssim u otro lugar puedan albergar un gran festival de rock que atraiga a miles de personas.

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