de ferias vinosas

Cuatro gatos y un día espacial

El Puerto tiene un color espacial, como los vinos que nos gustan, hedonistas varios, variados y variopintos. Y allá que nos vamos hoy, que unos gatos de cuatro patas han engalanado las fuentes para recibirnos entre cabras saltarinas, pajarillos juguetones y algunos istmos gruñones. Estamos de festival, estamos de disfrutez

| 01/03/2019 | 5 min, 42 seg

Son las ferias vinosas, las que empiezan en la previa, previa caña, y posterior cena. Con botella, mucha y rica. Pero con tiento, que el día siguiente será de peligros. Entre amiguis, claro, que sobre todo de eso va esto, de personas, esas que además de guapas hacen las cosas ricas. Las que nos acompañan en las comidas y siempre. Porque nos encantan y mucho. Así que así, sin más dilación entramos en acción y trucutrú trucutrú nos plantamos en la deseada jornada, que ahora estoy sembrada. Ale, a beber y comer se ha dicho. Bienvenidos al Cuatrogatos Wine Fest.

Todo empieza en arbolado paseíto entre soles y sombras, cuando como imparable rayo de luz aparece el Biba Viñas Viejas 2017 (Casa Aurora). Palomino de inquieta montaña berciana todo frescor y pedregal. Terremoto, espontáneo e imparable al lado del primer bocado del día, una ostra recién abierta y bien verdosa, de Cádiz, por supuesto.  

Seguimos con claridad y tan directos como El Soplón 2017 (Bodega Finca Fuentegalana). Albillo abulense que aun austero dice mucho. Impetuoso, perseverante y muy seguro de sí mismo sabe de sobra que tiene temperamento para arrasar. Nos lo bebemos de trago largo y muy a gusto junto con otra ostra gaditana, y van dos, ésta con un granizado de manzana.

Mirando al mar llegamos al Filitas y Lulitas 2016 (Bodega Viñedos Verticales). Moscatel y Pedro Ximénez que tras pasar por fudres de brandy se llena de identidad sin olvidar sus orígenes. Intensidad y carácter que te gusta o no, como Pedro Romero. Y sí, nos gusta y mucho con el tartar de lubina de Ángel León y su tripulación.

Lo bueno de los más buenos

Con lo bueno de los que son buenos nos conquista el Vulpes Vulpes 2017 (Adega Entre Os Ríos). Branco lexítimo, albarín, branco do país o raposo que lo mismo nos da el nombre si es así de amoroso. Niña perdida gallega de sabrosas acideces con su fruta y mineral. Atractivo que marca la diferencia, porque es la esencia, por mucho tiempo con nosotros y con una de pulpo a la brasa.

La fiesta continúa con sonrisas de las que nos pirran muy, esas de ojitos que iluminan, las que despierta La Sillería 2016 (Barco del Corneta). Intenso, profundo y distinguido. Montones de cositas de acá para allá que no dejan indiferente. Su todo en orden, concierto y acierto con unas gambitas aliñadas y un huevo.

Seguimos para bingo sin desvelos y con el Desvelao 2018 (4 Ojos Wines). Moscateles portuenses refinados y largos largos. Terciopeloso y bien precioso entre perfumes de árboles frutales y sus frutos. Para comer mucho y rico, nos ponemos una copa y lo tomamos con sentimiento y sin sentir con unos raviolis rellenos de galeras.

Más al trote que al galope se acerca sin tonterías La Mujer Caballo Naranja 2017 (Bodega Fil.loxera & Cía). Variedad valencí con su aquel de moscatel y alguna otra cosilla que, macerando sus pieles, nos enseña la cara más naranjosa. Flores blancas y rosadas, que no rosas, se pone en tono serio y nos invita a un cuscús y sus verduritas.

De jarana con tintorris

Continuamos de jornada jaranera y pasamos ahora a los tintos, a las más alegres garnachas con el Cadalso 2017 (Península Vinicultores). Expresivo y coqueto comenta montones de cosas casi sin querer y se compara con el cercano Cebreros para decir que cada uno tiene su sitio y lugar, con sus características sin defecto. Fresco hasta el refresco con su aquel de formalidad bien puesto, nos apetece así sin más y con un plato de berza sureña.

Escaleras sube que baja, bailoteamos entre saludos y achuchones para seguir con el garnachismo, el del Malayeto 2016 (Viña Zorzal). Navarra en estado puro con su terruño de viajar entre vivencias efusivas. Resuelto y resplandeciente nos encanta siempre y hoy con unas papas con choco.

Y sin movernos de varietales probamos el Ziries 2014 (Bodega Ziries). Montes de Toledo de brisa campestre y el peso de los paisajes que permanecen en su sitio. Aromas y bosquejos que se materializan en una copa con la que pasar un buen rato con otro guiso, una de menudo, que menudos estamos ya.

Porque ya es el momento de Cielos y Besos 2017 (Bodega Almaroja), lo que nos encanta. Mezcolanza de uvas zamoranas que nos divierte sin cuidado. Buenos momentos entre gentes sin complejos ni necesidad de impresionar. Flores y frutillas que envuelven el ambiente ideal para brindar con una tabla de rico embutido de fondo.

Antes de pasar a las crianzas de botas gaditanas nos ponemos serios con el Roc 2016 (Verónica Ortega). Mencía huesuda y franca que se esconde en profundos suelos del Bierzo para aparecer sin atajos. Directa, estilosa y grave. Nobleza sin adornos que se antoja al lado de un plato irrebatible, un venado en su salsa.

En el Marco y sin tonterías

De un triple salto con tirabeque nos ponemos en pleno Marco de Jerez con el Fino Caberrubia (Bodegas Luis Pérez). Mezcla de añadas de esa maravillosa palomino que ofrece siempre la viña El Corregidor. Unión de personalidades bien distintas que se alían con inteligencia y estilo. Afilada concentración de las que nos engancha y aunque no necesita nada, le regalamos un bocadillo de pollo en escabeche, que hay que reponer fuerzas.

Porque la música suena y vienen otras dos bestiezuelas desbocadas. La Manzanilla Macharnudo 2015 (Callejuela) marca diferencia con su complejidad y desbarata acertijos dejándonos locos. La distinción con mayúsculas. El equilibrio del equilibrista más y muy. De lo mejor, con sus salinos y una cuña de queso de cabra emborrado en salvado de trigo.

Y para terminar otro animalillo con el saber estar de los más grandes, la Manzanilla Pasada 2016 (De la Riva). Delicada de belleza infinita nos lleva de lo elegante a la contundencia. Llena de emociones, tan directa que no podemos negarle nada. Porque se merece todo y le damos nuestro preferido de los días en El Puerto de Santa María, un mollete con jamón y tomate para pringarse bien y disfrutar como una niña. Y así, rechupeteándonos los dedos y maletita en ristre nos despedimos con un hasta pronto. Que lo sabes bien, volveremos siempre.

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