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vals para hormigas  / OPINIÓN

Cuento de Navidad de Cora 

20/12/2023 - 

La historia que les voy a contar sucederá el próximo domingo, en torno a mediodía, antes de que todo el mundo se ponga nervioso con la cena de Nochebuena. Así que los detalles siguen un poco difusos. Sé, por ejemplo, que me encontraré en un lugar indeterminado, sin cobertura de móvil, al que habré llegado mientras buscaba una salida hacia el mar. Sé que me sobrevuela al menos una gaviota, porque la oigo graznar mientras trato de conectarme a internet para saber mi ubicación exacta. Sin éxito. Sé que me rodea un pequeño pueblo que parece abandonado, cuatro casas que apenas se mantienen en pie rodeadas de bancales de lo que parece una plantación de almendros. Me dará la impresión de que estoy en el último decorado que se sitúa en un belén tradicional, de esos que se colocan al fondo, para dar perspectiva de lejanía. Y sé que su voz suena blanda. Tenías que haber girado a la derecha después de la penúltima curva, donde la higuera grande, me dirá. ¿Todo el mundo se pierde por aquí?, le responderé, con un intento de sonrisa que no me sale bien por el disgusto de andar perdido. Bueno, no todo el mundo, hay una pequeña señal que indica el camino al mar. Aquí llegamos los que no sabemos leer bien las señales. Pasa, que tengo la cafetera en el fuego.

Es alta, rubia y guapa. No como esas personas que gustan a unos y a otros no. Guapa de las que no admiten discusión. Llámame Cora, me dirá, cuando le pregunte después de haber aceptado el café. Supongo que porque en esos momentos hará frío, no me queda claro todavía. Tampoco está definida la decoración de la casa, que desde fuera parece al borde del derrumbe, pero desde dentro parece transmitir cierta sensación de equilibrio. Hay una lumbre donde humea una cafetera, efectivamente, una mesa con un par de tazas preparadas y poco más, como si Cora no viviera allí. Le pregunto. No, suelo venir aquí a perderme. Su tono de voz es grave, no tanto como el de Scarlett Johansson, pero grave. El ritmo con el que se mueve es lento, como de bailarina clásica. Le comentaré, creo, que tiene esa pinta de persona que cuando te dice su trabajo no te sorprende nunca, porque la ves capacitada para todo. Podría ser profesora o jefa de recursos humanos, dos profesiones antagónicas. También intenta sonreír, tampoco le saldrá bien. Ahora mismo soy funambulista, confiesa. Cuatro días antes de que ocurra, es uno de los detalles más definidos de la historia, así que no me sorprende. En ese mismo momento, la imaginaré andando sobre un cable tendido entre los extremos de un acantilado. Con pértiga. Sin red.

La primera vez me pasó lo mismo que a ti, me contará, me salté la señal y acabé perdida. Pero la gente, en general, sabe interpretar la realidad, así que esto suele estar vacío. Viene bien para días como hoy, lejos de luces y villancicos. Sé también que suena una canción de REM, pero no consigo descubrir de dónde sale. Pero vale para cualquier época del año, continúa, para frenar las vueltas que da la cabeza. Aquí estás perdido de verdad, no puedes achacarlo a la angustia, a un divorcio, a un problema de tus hijos, a un despido. Simplemente, estás perdido. A mí me tranquiliza. Sé que se me irá acabando el café y que miraré de reojo el móvil para ver si ha vuelto algo de cobertura. Piénsalo, no es posible que nos hayamos desviado tanto del camino, me dice. Aún quedan días para que yo sepa exactamente lo que estoy pensando en ese momento, pero notaré por su mirada que ella sí lo sabe. Volveré a recordar en ese instante el vuelo de la gaviota. No podemos estar muy lejos del mar. Sé que tendré la sensación de que algo se ha detenido en algún sitio. No sé qué ni dónde. Pero también me tranquilizo.

Tengo que marcharme, me esperan para la cena. No tuerzas en la señal, entonces, me indicará, antes de que nos despidamos. Al volver, compruebo que la señal es verdaderamente pequeña y la higuera exageradamente enorme. Giraré apenas la cabeza y divisaré un acantilado con un cable tendido entre dos extremos. Ya por la noche, disfrutaré de la fiesta con la familia, abriré los regalos, pensaré en Cora, le desearé la suerte que necesite. Y tendré la sensación de que esta historia la habré contado ya. Aunque para entonces conoceré todos los detalles.

Feliz Navidad.

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