Me gustan los días que llueve. Es como si la naturaleza, los pueblos y las ciudades se limpiaran y tomaran energía para seguir día a día. Sin embargo, vemos que cada día llueve menos y, cuando lo hace, casi es una gran fiesta... aunque siempre pensamos "tendría que llover más". Y eso que siente el ciudadano se ve en la realidad de nuestros embalses, pantanos y reservas de agua.
Se ha publicado recientemente un estudio de Facsa por su 150 aniversario donde se explica que España es el tercer país de Europa con más estrés hídrico. Las familias podemos hacer muchas acciones pero representamos solo el 15,5% del consumo total de este bien tan preciado. La agricultura, la producción eléctrica y las redes de distribución son los grandes consumidores.
Hace unos meses tuve el honor de participar en una formación impartida por el catedrático Enrique Cabrera sobre Optimización energética en el transporte de agua a presión y quedé sorprendida por el alto porcentaje del volumen de agua que se perdía por fugas en el transporte y la distribución. Es por ello que en escenarios de falta de agua, es necesario invertir... pero ahí está quien paga, y cómo se hace.
Cuando hay escasez, lo que en su momento no era factible se convierte en posible. Es una lástima que estos cambios sean costosos en tiempo y en dinero y que después nos preguntemos por qué no se podían haber hecho antes. Afortunadamente, cada vez tomamos más conciencia y se reducen las fugas, pero hay que trabajar más, porque toda gota de agua cuenta.
El sector agro tiene el reto de poder alimentar a la gente con los recursos limitados. Aunque la agricultura ha reducido su consumo con el riego por goteo y los sistemas de optimización, sigue siendo el sector que más consume. Pero también, gracias a las comunidades agrícolas y de regantes se pudieron construir los embalses del Sitjar y Arenós que en la provincia de Castellón controlan el caudal de nuestro rio Millars. Con estos dos embalses se regula el curso del río y se puede mantener el caudal ecológico y el riego a la vez. Los agricultores somos los máximos consumidores y los grandes defensores de nuestro río.
Ahora, los informes a medio plazo no son alentadores. Mayores temperaturas y menos lluvia con sequias más largas y profundas. Tampoco queremos dejar de llenar la piscina en verano y disfrutar del agua como hasta ahora.
Con todo esto en la coctelera, ¿podríamos por fin ponernos de acuerdo con el uso del agua y que no sea un tema de rivalidad entre comunidades autónomas ni partidos? ¿Podemos ser más conscientes cada vez que abrimos el grifo o decidimos dónde invertir? El tema es de enormes dimensiones y, aunque sea pequeña nuestra contribución, como ciudadanos cuidemos cada gota de agua, enseñemos a nuestros hijos a no desperdiciarla, a reutilizar y reciclar en la mayor medida. Porque aunque nuestro planeta es azul, solo el 2,5% del agua es dulce. Por nuestro planeta y el futuro que dejamos como legado, cada gota cuenta.
La autora es vocal del Sindicato de Riegos de Castellón y socia de Networking Directivas Castellón