VALÈNCIA. La crisis a la que se ha visto abocada Afganistán nos ha pillado con las mismas prisas de siempre o peor. Se trata del que parece el final (al menos de una etapa) de un conflicto profundo, complejo, que cambia de tono y gravedad dependiendo de unos kilómetros de distancia. Olga Rodríguez escribía ayer en una columna de ElDiario.es sobre cómo la hipocresía reduccionista de una alerta humanitaria ciega la perspectiva de lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá bajo el mandato de los talibán.
Las incógnitas, más allá del hecho de que medio mundo ya ha reconocido la victoria de los talibán (y por tanto, poca fuerza se utilizará en enfrentarles), son todas. ¿De dónde vienen y cuál ha sido su papel en el país en los últimos 20 años? ¿Qué va a ocurrir? ¿Cuál supone aplicar la ley islámica para colectivos como las mujeres o el colectivo LGTBIQ+? Como siempre es mejor escuchar que opinar, Culturplaza ha elaborado una lista con algunas recomendaciones culturales para intentar dar respuesta a esta y otras preguntas.
En el caso de los libros, señala la cuenta de instagram Literatura Asiática que las traducciones de al español de autores afganos es muy escasa, más allá del mega-éxito Cometas en el cielo y su secuela Mil soles espléndidos.
Masood Khalili es el autor de Los susurros de la guerra (Alianza Editorial), que puede servir de contexto del conflicto afgano antes del 11-S, cuando empezaría la ofensiva contra Bin Laden. La novela empieza dos días antes del atentado. Dos terroristas de Al-Qaeda que se hacían pasar por periodistas acaban con la vida del legendario comandante afgano Ahmed Shah Massoud en una crimen del que su íntimo amigo y asesor político Masood Khalili fue el único superviviente. El comandante Massoud combatía en aquellos momentos a los talibán como antes hizo contra el invasor soviético, por lo que la novela cuenta la historia de un país sometido a los vaivenes de la geopolítica desde los 70 hasta 2001 (y lo que faltaba por venir). El autor es un conocido diplomático afgano y es hijo del poeta Khalilullah Khalili, también destacada personalidad de la literatura nacional.
Más allá de las firmas nativas, y empezando cronológicamente, la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich, firmó en Los muchachos del zinc (Debate) una mirada a la era soviética de Afganistán. La autora presenta el testimonio de oficiales, soldados rasos, enfermeras, prostitutas, madres, y los hijos e hijas que describen la guerra de la URSS en el país y sus duraderos efectos. El título se referiere al material del que eran los ataúdes en los que volvían los muertos de esa guerra. La publicación del título generó mucha controversia en su país y si bien pone en contexto la cruda realidad sobre el terreno que ya se vivía a finales de la década de los 70, está muy centrado en una parte de conflicto.
Ya instalados en el terreno de la crónica periodística, encontramos varios reportajes periodísticos y ensayos que buscan descifrar el conflicto y el contexto afgano. Uno de ellos lo firma el periodista Ramón Lobo, que fue corresponsal en el terreno durante varios años. En Cuadernos de Kabul se recopilan algunos de sus reportajes escrito en El País hace algo más de una década y que refleja la vida de una población atrapada en un conflicto y una inestabilidad continua. Un esfuerzo por entender a las gentes de un país más allá (o pesar) de las fuerzas externas. Una lupa sobre los daños colaterales, sobre cómo cambia la naturaleza de un país que nunca descansa de la guerra.
También excelente conocedora de la situación afgana es Mónica Bernabé, que publicó en 2012 Afganistán: crónica de una ficción (Debate) y en 2014 Afganistán: Mujeres (Blume, con un amplio fotoreportaje del periodista Gervasio Sánchez). En los dos, Bernabé relata la compleja realidad de una Afganistán bipolar, intentando prosperar en la ciudad y bajo el mandato talibán en lo rural. Crónicas que ahora siguen resonando con fuerza. El segundo trabajo, además, se convirtió en una exposición en el Centre Cultural La Nau en 2015, la única que ha dedicado un centro de arte valenciano al conflicto afgano de manera temática.
También caben destacar cómics como El fotógrafo, firmado a seis manos por Emmanuel Guibert, Didier Lefèvre y Frédéric Lemercier. Cuenta la historia del segundo de ellos, un fotógrafo que está haciendo un reportaje con Médicos Sin Fronteras en el Afganistán de 1986, en plena guerra entre soviéticos y muyahidines. El volumen, editado por Astiberri, combina las fotografías originales con el periplo del propio fotógrafo. Decía entonces Lefèvre: “No sé cuánto durará esta guerra, pero sí sé que cuanto más se alargue, más desarraigará, destrozará y mutilará a los niños y más difícil será salir de ella”.
La producción cinematográfica de un país en guerra es la que es, y aún así, varios cineastas han podido hasta los principales festivales de cine del mundo su visión del país. Tal vez la más conocida (por reciente y porque es la adaptación de una novela también muy popular) sea La piedra de la paciencia. Jean-Claude Carrière (guionista de Buñuel, Berlanga o Haneke, entre otros) co-escribe la adaptación de la novela ganadora del Premio Goncourt, escrita por Atiq Rahimi. El mismo Rahimi dirige el film en el que se cuenta la historia de una mujer que tiene que quedarse en casa a cuidar de su marido, herido en una reyerta y en estado de coma. La mujer, hija de la opresión patriarcal sistémica va abriéndose a su tía (una mujer liberada) a través de sus confidencias, que son en realidad el relato silenciado de todo un país.
También con una protagonista mujer resuena Osama, de Siddiq Barmak. En ella, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un hombre y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. Entonces, le cortarán el papel para que la niña pueda parecer un niño y hacer vida normal. En 2003, este film recogió una Mención Especial en Cannes, la Espiga de Oro de Valladolid y el Globo de Oro a la Mejor película de habla no inglesa.
Shahrbanoo Sadat presenta en The Orphanage a un niño de 15 años enamorado de las películas de Bollywood en el Kabul soviético. Quodrat es testigo de la represión que vive en el centro de detención juvenil durante el periodo de la URSS en el país y da una perspectiva de una país a las puertas de un gran cambio. La misma Sadat también presentaría en Cannes Wolf and Sheep, que cuenta también a través del relato de la infancia la cultura conservadora que rige en los espacios rurales del país.
Ya en la ficción, es imprescindible hablar de la mirada lúcida de Adam Curtis, que dirigió sobre Afganistán en Bitter Lake. El reportero de la BBC toma el conflicto como punto de partida para explica como la complejización de los conflictos, en el que todo es una continua amenaza para Occidente, busca en realidad alimentar una cultura del miedo y del shock. Los países contra la propia Historia para poder imponer un relato desde la política. Una teoría que tiene una clara resonancia en los medios de comunicación y en las redes sociales estos días. Por otra parte, Diarios de Kandahar pone en la pantalla la historia del fotoperiodista canadiense Louie Palu en el frente de combate de esa ciudad, al sur del país. Cuenta su evolución psicológica en el frente, entre los años 2006 y 2010.